viernes, 31 de enero de 2020

Omar Jayyam y la filosofía



«Este círculo en el que fluimos y refluimos, sin principio ni final conocido. 
El enigma sigue como se planteó hace mucho tiempo: ¡De dónde venimos? ¿A donde vamos?»

No deja de ser paradójico que Omar Jayyam(1) sea hoy muy conocido como poeta, gracias a la fama que tempranamente alcanzo a través de la traducción de sus Rubaiyat; que como matemático(2) y astrónomo(3), ramas de la ciencia en la cual estaco en vida. 

Pero hay una faceta de Jayyam mucho más desconocida, que es la de filósofo. Sabemos a través de su biógrafo Ibn Funduq que desde muy niño tuvo acceso a la biblioteca de su padre, que albergaba varias traducciones de las obras de filósofos griegos. Sus escritos y cuartetos nos señalan que posiblemente las creencias de Jayyam estaban cerca de la escuela atomista(4), defendida por los filósofos presocráticos Leucipo(5) y Demócrito(6). En cuanto a su ética y valores, a través de su vida y poesía, podemos ver la importancia de los ideales epicúreos, como el llevar una vida sencilla alejada de los lujos, rehuir el poder político y el cultivo de la amistad en un circulo cerrado de cofrades que nos recuerda al jardín de Epicuro(7). Por este motivo, algunos comentaristas lo han comparado con el poeta romano Lucrecio(8); según algunos fuentes, Jayyam habría traducido el poema "De rerum natura" de Lucrecio, aunque otras versiones postulan que su "Tratado sobre el funcionamiento de la naturaleza" hoy perdido, se habría inspirado en dicho poema.

Además sabemos que durante toda su vida, Jayyam se declaro como un gran admirador de Ibn Sînâ(9), el cual había sido el maestro de su maestro, el matemático Bahmanyâr(10), siendo probable que debido a esta gran admiración y la relación discípulo - alumno; Jayyam en el prefacio de uno de sus libros haya usado la frase «mi maestro Ibn Sînâ y yo».

Los escritos que dejo sobre filosofía, a juicio de varios investigadores son engañosos, ya que muchas veces al parecer, su propósito fue desviar las sospechas que los ulemas tenían sobre sus creencias. Sobre este tema, Hazhir Teimourian nos dice que debido a la rigidez imperante bajo el poder turco tuvo que renegar de sus verdaderas creencias «inspiradas por racionalistas como Demócrito, Epicuro y Râzî(11), a favor del islam ortodoxo»(12) Un ejemplo es el libro "Sobre el ser y la obligación" (1080-81) donde utiliza una terminología y criterios aristotélicos a la hora de defender la existencia de Dios. Lo mismo se podría decir de la traducción que llevo a cabo en 1079 (472) de un tratado de Ibn Sînâ del árabe al persa "Sobre la unidad de lo divino", ya que a pesar de su aparente ortodoxo titulo, su estilo es anti-árabe, ya que Jayyam opto por un persa arcaico que hace que dicho texto se distancie exageradamente del árabe «¡Pâkâ! ¡Shâhâ! Dâdârâ" Izad el Todopoderoso, el Dios por el cual comenzaron todas las cosas, ese Izad no es esencia que pueda cambiar al aceptar lo contrario. Debéis aceptar que no todas las esencias aceptan contrarios ...».

«Beber y reír mi religión son.
¡La libertad de religión es mi religión!
Le pregunté al Cielo cuál era la suya. Me respondió:
¡Vaya! ¡Tu falta de religiosidad es mi religión»

No debemos olvidar que Al-Gazâlî(13) intento en varias ocasiones acusar a Jayyam de impiedad; y que incluso algunas fuentes relatan como Al-Gazâlî comento que había estudiado bajo la dirección de Jayyam, y que su famoso libro "La incoherencia de los filósofos" (Tahafut al-Tahafut) demostraba las herejías de Omar.

Ilustración para la cuarta edición de Rubaiyat
(1884) del artista E. Vedder(19)
Aunque Omar Jayyam pudo haber estado influenciado por varias personalidades filosóficas, una destaca significativamente en sus cuartetos, me refiero a Epicuro. Duffy Hutcheon en su "The Epicurean Humanism of Omar Khayyam" señala que «Era la filosofía de Epicuro: una perspectiva mucho más subversiva del status quo que el dualismo elitista de Platón y la reconciliación de razón y fe de Aristóteles. Y aparece en voz alta y clara en la poesía de Omar Khayyam». Sabemos que varios intelectuales árabes y persas, abrazaron la filosofía epicúrea(14), entre ellos al-Shahrastânî(15), al-Rawândî(16), ar-Râzî y al-Ma´arrî(17), estando Jayyam familiarizado con los dos últimos, espeficamente con los escritos filosóficos de ar-Râzî y la poesía de al-Ma´arrî

Para Félix Etchegoyen(18) la influencia de Epicuro es evidente al leer los cuartetos de Jayyam, la alabanza del goce estético de los sentidos, y en el placer de disfrutar la felicidad breve son rasgos que atraviesan toda su poesía.

Pero dejemos que alguno de sus cuartetos nos muestren la luz de la filosofía que yacía bajo su elegante y desafiante prosa.

Al igual que «Sócrates que es consciente de no ser sabio», Jayyam en varias ocasiones alude a la frase socrática «Solo sé que no sé nada».  Como García Dual en su libro "Epicuro" nos señala «Sócrates es consciente de no ser sabio. Él no es sophos, sino philosophos; no es sabio, sino alguien que anhela la sabiduría, puesto que carece de ella». Pero para Epicuro el sophós es aquel que «conoce los valores auténticos de la vida, frente a las falsificaciones y engaños de la sociedad, ha captado el sabor de lo verdadero y, de acuerdo con los bienes conforme a la Naturaleza (ta katá physin), sabe dirigir su comportamiento sereno y libre hacia la felicidad»(20), y este rasgo del sabio epicúreo se trasluce en la obra de Omar.

«Nunca estuve necesitado de maestros; y yo mismo he planteado más teoremas. Durante setenta y dos años pensaba día y noche: ¿Sólo para concluir que no sabía nada! »

«Las estrellas que dominan remotos cielos,
ahora pertenecen al Sabio altanero.
Hijo mío, escucha esto bien, mi hallazgo:
Los mismos Sabios saben que filosofan»

«Aquellos que conquistaron todas las ciencias y las letras,
y brillaban como faros entre los mejores,
no encontraron la hebra en su Enmarañado Ovillo,
sólo contaron un cuento, y se quedaron dormidos»

En la filosofía de Epicuro, la amistad jugaba un rol central, ya que este afirmaba «De los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad». Este elogio de la amistad, como uno de los dones más bellos de la existencia, es una idea tradicional entre los griegos como señala García Dual. Platón en sus diálogos analizo la philia, vinculándola con lo bello y lo bueno. Epicuro hacía un énfasis en la comunidad de amigos,  como precisa B. Farrignton: «La amistad funda una libre comunidad, la sociedad de amigos, que es la base de la escuela del Jardín».

Jayyam en varios cuartetos nos habla del valor de la amistad como «un lazo de unión entre los hombres elegidos por su concordia y su liberalidad, un lazo personal y gozoso»(21):

«Hoy es mejor buscar pocos amigos.
Es mejor hablar con gente de lejos.
La que elijo para apoyarme en tiempos difíciles:
Cuando la necesito, ella canta con mis enemigos»

«Este jardín, este parque, estos amplios cielos,
lomas, cascadas, flores, mariposas.
Ve a buscar a mis amigos, esos ingenios vibrantes
que me animan el corazón, que me iluminan los ojos»

«Agradables amigos, ¿adónde se han ido?
Todos cayeron a los pies del Tiempo.
Por un momento, fingimos rebelarnos con valentía.
Nadie triunfa sobre este Valle de Lágrimas»

El placer al igual que la amistad es central en el epicureísmo. Podemos leer en la Carta a Meneceo «Decimos que el placer es principio y fin de la vida feliz. Al placer, pues, reconocemos como nuestro bien primero y connatural, y de él partimos en toda elección y rechazo, y a él nos referimos al juzgar cualquier bien con la regla de la sensación». Para Epicuro el principio del placer, la hedoné, constituye la meta; aunque no debemos olvidar que Epicuro se refiere a los placeres sencillos y naturales, ya que la hedoné que corresponde a la satisfacción de una necesidad física no es costosa ni difícil «El mayor placer está en beber agua cuando se tiene sed y comer pan cuando se tiene hambre», y los cuartetos de Jayyam rebozan de esta idea:

«Pan, queso y un jarro de vino,
contigo a mi lado bajo una exuberante parra.
Conozco a un gran rey que, si pudiera,
trocaría su corona por aquello que es mío»

«A quien en la vida tenga una rebanada de pan,
con un modesto techo sobre su cabeza,
maestro de nadie, ni jefe que odiar:
Decidle que no envidie a nadie, cuando se vaya a la cama»

«Que día tan perfecto, sin calor ni frío,
las rosas amarillas doran el jardín,
y un ruiseñor canta en el Viejo Mundo:
Ah, venid, aprisa, bebamos vino».

Otras de las ideas que surgen en la poesía de Jayyam es el tema de la muerte. Para Epicuro, como antes para Demócrito, el alma, es corporal, por ende, perece con el cuerpo al que estaba unida. Por lo que todas las ideas sobre el Más Allá, no son más que supersticiones, y por lo tanto, es un sinsentido sentir temor ante la muerte, a la que los hombres consideran como «el más terrorífico de los males». En la Carta a Meneceo, Epicuro nos entrega un argumento sencillo y fundamental contra esa angustia. «Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros. Porque todo bien y todo mal residen en la sensación y la muerte es privación de los sentidos. Por eso el recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo infinito, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible, en efecto, hay en el vivir para quien ha comprendido que nada terrible hay en el no vivir». Por lo que no puede afligirnos con su presencia, «porque mientras nosotros existimos no está presente y, cuando está presente, ya no estamos nosotros».

«¿Borracho otra vez, Jayyam?. El doctor se va a enfadar.
¿Una muchacha en tus brazos? Ámala, hazla disfrutar.
Todo terminará en muerte. ¡No! No estés triste:
Todavía estamos aquí. ¡Eso no puede estar tan mal»

«¿La tiranía triunfa. Tu corazón duele. 
El tiempo vuela. Busca al sabio y al sano. 
No eres más que una mota de polvo, 
una chispa, una brisa y una gota de lluvia»

«Y cuando os reunáis en la vieja taberna, 
para hablar de vuestras trivialidades, 
elegid el mejor de los vinos, por los amigos ausentes brindad, 
y, cuando sea mi turno, dejad un vaso vacío»


Yerko Isasmendi

jueves, 23 de enero de 2020

¿Era Marco Aurelio realmente un filósofo estoico?



Marco Aurelio a menudo es presentado como un filósofo estoico, de la misma manera que Séneca o Epicteto. Se dice que su sabiduría, heredada de la Stoa, es particularmente evidente en su postura progresiva hacia los esclavos y las mujeres. No hay duda sobre esta "etiqueta" en la comunidad estoica contemporánea, ya que por ejemplo, la Semana Estoica del 2015 se basó en sus Meditaciones. Sin embargo, para el antropólogo e historiador Pierre Vesperini, esto es un error: el emperador no era un estoico. Esto es precisamente lo que plantea en su libro "Droiture et mélancolie, sur les écrits de Marc-Aurèle" (Rectitud y melancolía, Sobre los escritos de Marco Aurelio), en donde propone una lectura menos parcial de las fuentes disponibles para nosotros.

En comparación con otros comentaristas, el autor tiene una gran ventaja a la hora de llevar adelante su estudio: domina el latín y el griego, lenguas que hablaba Marco Aurelio, ya que este, hablaba en latín y escribía en griego. En consecuencia, Pierre Vesperini puede recurrir a una amplia gama de textos. Sus referencias incluso incluyen escritos que a menudo se ignoran o se malinterpretan, como lo deja en claro ya en sus primeras páginas: «este ensayo, por lo tanto, intentaría restaurar a Marco Aurelio y sus Meditaciones con sus extrañezas, que también forman parte de la filosofía antigua»(1).

Marco Aurelio no era un estoico

En primer lugar, el autor señala que «los escritos de Marco Aurelio son un testimonio excepcional de una práctica común en la Antigüedad, que consiste en dirigirse a uno mismo, o a sus amigos por medio de un 'discurso filosófico' (logoi philosophoi) para librar al receptor de un afecto degradante (pathos)»(2). La escritura o el discurso recitado a uno mismo tiene un efecto terapéutico. Para Marco Aurelio, el logoi es un medio para neutralizar ciertos sentimientos como la ira, la tristeza o el miedo. Como emperador, busca gobernarse a sí mismo para gobernar mejor a los demás.

Pierre Vesperini reconoce que estos pensamientos, o logoi, derivan en su mayor parte de la doctrina estoica. Sin embargo, insiste en que uno debe distinguir entre la adhesión a una escuela filosófica y el uso de sus discursos (logoi). El uso de discursos debido a que son terapéuticamente efectivos, no convierte a quién los utiliza en un seguidor de la doctrina en la que se inscribe dicho discurso. Por ejemplo, Cassius, el asesino de César, no se dice que fuera epicúreo porque usa el logoi epicúreo. Los uso porque notó que los discursos de Epicuro eran efectivos para ayudarlo a no depender de sus afectos, a permanecer libre, a seguir el camino de la virtud; pero su inclinación no puede constituir en una adhesión. Del mismo modo, el autor señala que un europeo puede recurrir a la «medicina china sin sentirse discípulo de Lao-Tseu, a un psicoanalista sin saber nada sobre el pensamiento de Freud, o a los remedios homeopáticos sin compartir o incluso conocer los planteamientos de Samuel Hahnemann»(3).

Además que Marco Aurelio nunca afirmo ser un estoico, y no pretendió seguir o transformar dicha escuela: «en ninguna parte de sus escritos vemos a Marco Aurelio afirmando algún tipo de fidelidad al estoicismo, afirmando construir una doctrina filosófica personal, que hiciera de algún modo evolucionar el estoicismo»(4). La recitación del logoi le permitió, sobre todo, "permanecer erguido" en todas las circunstancias. Y ese "permanecer erguido", para el emperador, «no es vivir como filósofo estoico, conducirse en el estilo de vida estoico, sino, como nunca deja de repetir, vivir como romano, como ciudadano, como un hombre, como Antonino, como discípulo de Antonino»(5). Este punto fue entendido bien por los comentaristas humanistas, ya que nunca consideraron que el emperador fuera estoico. Siendo su postura más bien como mucho, una inclinación.

Es más, el hijo adoptivo de Antonino Pío no dudo en citar muy a menudo a autores ajenos a la tradición de los Stoa: Empédocles, Platón, Teofrasto e incluso el gran enemigo Epicuro. Pierre Hadot se equivoca, por lo tanto, según Vesperini - cuando considera que Marco Aurelio embelleció su estoicismo con platonismo o aristotelismo, y que este era de mente abierta o ecléctica. Esta es una "explicación inadecuada" para nuestro autor, porque aplica un paradigma moderno a Marco Aurelio: "el paradigma del creyente que está abierto a la fe de los demás".

De hecho, el autor de las Meditaciones, a diferencia de Epicteto, no rechaza completamente la doctrina epicúrea. No excluye la posibilidad de que el universo no esté sujeto a orden y que no haya nada después de la muerte. Pierre Vesperini lo cita de la siguiente manera: «En una palabra, si hay un dios, todo está bien; y si el azar gobierna, no seas tú también gobernado por él»(6). Esta duda confirma la hipótesis de una inclinación hacia el estoicismo en lugar de una adhesión.

Actualización del retrato del emperador romano.

Dado que Marco Aurelio no está en la línea de los filósofos estoicos, ¿qué nuevo retrato podemos dibujar de él al referirnos a las fuentes disponibles?

1. Un aristócrata

Bajo el imperio romano, la ética era común a toda la aristocracia. El padre de Nicolás de Damasco, por ejemplo, no era un filósofo profesional, sino un hombre rico, que era conocido por su elocuencia y que murió a semejanza de Sócrates. Marco Aurelio, como aristócrata, no como filósofo, debe por lo tanto, vivir según las reglas de la ética, también llamada ortopraxis. Debe controlar sus sentimientos degradantes como el dolor, el deseo, la ira o el duelo. El autor explica: «Las élites del Imperio Romano esperaban que los filósofos les proporcionaran discursos que les permitieran mantenerse erguidos, es decir, continuar cumpliendo el papel social, de acuerdo con los criterios de una ética compartida por la aristocracia»(7).

Dentro de este marco, las Meditaciones de Marco Aurelio tienen un propósito completamente personal y no doctrinal. Cuando el emperador se dice a sí mismo "cuídate", busca sobre todo hacer que su yo se corresponda con el ideal social, que es común y compartido por la aristocracia romana(8). Para los Antiguos, no hay distinción entre el ser social y el ser interior. Pierre Vesperini explica que «es sobre la base de esta práctica [...] que uno debe comprender el primer libro del logoi de Marco Aurelio en el que revisa en su memoria a todos aquellos, padres, maestros, a quienes debe una parte de su Educación».

2. Un philosophos pero no un philosophe.

Si Marco Aurelio es a menudo considerado como el emperador-filósofo por excelencia, probablemente se deba a una confusión entre el título honorario de los filósofos y el término filósofo profesional (Séneca, Epicteto ...). De hecho, el título de filósofo a veces se daba a personas que no eran filósofos profesionales. Sin embargo, este título designa a un hombre con cualidades notables, incluidas las cualidades intelectuales. Este es el caso, por ejemplo, de Chaerea, el yerno ideal del que habla Luciano, y que probablemente era un banquero como su padre. El historiador resume: «Marco Aurelio fue el único de los príncipes del Imperio en buscar y obtener el apodo de philosophos»(9).

3. Ciudadano romano

Como emperador romano, Marco Aurelio también persigue el ideal de aequanimitas (ecuanimidad), que corresponde al «estado del alma (animus) del cual uno puede alternar», según los tiempos y los momentos, «la majestad (grauitas) y la gentileza (suauitas)»(10). Este ideal, encarnado en la figura de Antonino, parecía inaccesible para Marco Aurelio, y es por eso que necesitaba el logoi para abordarlo. Esta virtud debía ofrecer un espectáculo de belleza: "hazte brillar", escribió. Bajo el imperio romano, esta expresión no era insignificante. Uno disfruta tanto admirando el coraje de los gladiadores, como uno disfruta admirando la sabiduría de alguien que resiste su exilio, permanece alegre en la enfermedad o vence la muerte de un ser querido. La ética es también una estética. Uno brilla por las disposiciones internas.

El logoi, por lo tanto, tiene una función ética y estética. Es por eso que el antropólogo se niega a hablar sobre meditaciones o ejercicios espirituales para referirse a las Meditaciones. La dualidad cuerpo-mente no existía entre los antiguos. «Sus prácticas involucran sobre todo un cuerpo, un cuerpo socializado y un cuerpo cuyo alma no es otra cosa que lo que lo anima»(11). Para decirlo de otra manera, la cara lleva las marcas de la sabiduría y esto se puede ver, admirar y contemplar (especialmente en la mirada).

4. ¿Religioso, iniciado y dueño de un conocimiento esotérico?

Finalmente, el ideal ético, social y estético de Marco Aurelio también es religioso (estas categorías son inseparables en ese momento). El emperador rezaba regularmente por su familia, amigos y parientes: «Y en todas las ocasiones llama a (epikalou) a los dioses, y no te dejes confundir por el período de tiempo en que harás esto; porque incluso tres horas así gastadas son suficientes (arkousi)»(12).

Si, para Pierre Hadot, los dioses son solo un nombre simple dado por convención al orden de la naturaleza, Pierre Vesperini presenta una interpretación completamente diferente. Para el antropólogo, los dioses están lejos de ser abstracciones y, por el contrario, son muy visibles: Marco Aurelio calma en repetidas ocasiones su angustia de muerte diciéndose a sí mismo que hay una vida después de la muerte poblada por los dioses. Además, se basa en oraciones, sueños y oráculos para comunicarse con ellos. El emperador incluso les agradece por haber «enviado a casa, en sus sueños, la indicación de varios remedios, en particular contra su escupir de sangre y mareos, y en relación con Caieta, una especie de oráculo»(13).

El autor de las Meditaciones, a veces incluso ofreció sacrificios a los dioses, lo que lo acerca a Epicteto, quien él mismo invitó a sus discípulos a sacrificar a los dioses, tan pronto como avanzaran en el camino de la virtud. Pierre Vesperini agrega que el emperador se inició en los misterios eleusinos, que conocía al sacerdote egipcio Harnouphis y que, según las fuentes judías de la época romana, incluso pudo haber discutido con los rabinos. En este contexto, las Meditaciones podrían estudiarse como un texto hermético. Por ejemplo, cuando Marco Aurelio habla de «vivir con los dioses» o de la «Isla de los Bienaventurados» a la que irá si no se aleja de sus resoluciones, estas no son meras imágenes, sino probablemente referencias al devenir iniciático. -Dios, una expresión que literalmente significa lo que dice, en cierto sentido, que permanece oscuro para los no iniciados pero que hace eco de las frases que uno puede encontrar en las "láminas iniciáticas". Epicteto está bastante de acuerdo cuando presenta la «definición más clara que puede dar del estoico perfecto»«uno debe convertirse en un dios en lugar del hombre»(14).

De la misma manera, el famoso "daimon" del que habla el emperador en su logoi debe entenderse a partir de la filosofía iniciática. Habría el alma, el cuerpo y el daimon. Y este daimon, que Epicteto ya había mencionado, una vez más, sería una especie de guardián. Él vigila nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos. No hay razón para convertirlo en una metáfora de una facultad del alma, porque Marco Aurelio claramente distinguió entre el alma y el daimon. De hecho, es un misterio saber cómo el aristócrata romano representó esta noción. Y al contrario de lo que piensa Pierre Hadot, no hay nada abstracto sobre la religión en la mente del Emperador. Pero es difícil estimar el lugar que realmente ocupa en su vida.

Epílogo: Marco Aurelio no fue un progresista

Al cerrar el libro de Pierre Vesperini, es difícil no estar convencido. El autor domina su tema, multiplica referencias y constantemente se refiere a etimologías griegas y latinas. Marco Aurelio, por lo tanto, no sería este filósofo-emperador estoico, sino un «aristócrata romano convertido en emperador, de mala gana»(15), quien, como cualquier aristócrata romano, era un pequeño erudito, y que usó el logoi para "permanecer en pie" de acuerdo con el ideal común del yo social. El título honorario de filósofo puede haber confundido a los autores contemporáneos, pero los comentaristas humanistas nunca han equiparado a Marco Aurelio con un filósofo estoico profesional. En su epílogo, Pierre Vesperini es aún más iconoclasta ya que cuestiona las creencias relacionadas con el emperador que a veces se presentaron como evidencia de su estoicismo.

Marco Aurelio y la esclavitud

Comienza explicando que las medidas tomadas para promover la emancipación de los esclavos se tomaron solo para facilitar la liberación de ciudadanos honestos que habían sido esclavizados erróneamente. P.A. Brunt demostró que estas decisiones que apoyaban la emancipación, eran una tendencia básica entre los emperadores y no una medida peculiar de Marco Aurelio. Marco Aurelio, por el contrario, incluso hizo que la legislación fuera más severa: fue, por ejemplo, el primero en «ordenar que los gobernadores, los magistrados locales y los soldados ayuden a los amos en su búsqueda de fugitivos»(16)  o alentando la tortura para facilitar que los esclavos confesarán.

Marco Aurelio y las masacres

Luego, «su universalismo no le impidió exterminar a los bárbaros y celebrar estas masacres (la columna aureliana lo atestigua), de ser representado con un caballo pisoteando a uno de ellos bajo sus cascos, presidiendo la decapitación de dos prisioneros , o incluso de dar la bienvenida a los soldados que le presentan cabezas enemigas»(17


Traducción: Yerko Isasmendi



Notas

1) p.14
2) p.17
3) p.23
4) p.29
5) p. 26-27
6) p.34
7) p.67
8) Nota del traductor: Horacio en sus Epístola escribió: «Así que abandono la poesía y otras nimiedades; lo verdadero y lo justo es lo que me importa, sobre lo que pregunto, a lo que estoy por entero consagrado... Y para que no preguntes quién es mi guía y en qué refugio filosófico busco guarecerme, no he jurado lealtad a maestro alguno, desembarco como invitado doquier me lleve la tormenta. A veces entro en acción y me sumerjo en las olas del Estado, como guardián de la verdadera virtud y su siervo irredento; otras veces, sigiloso, decido seguir los preceptos de Aristipo y tratar de superar las circunstancias en vez de someterme a ellas». Esta cita gráfica en parte la idea planteada por P. Vesperini en su libro. Robert W. Sharpes en su libro "Estoicos, epicúreos y escépticos" al respecto señala que «las filosofías que florecieron en el periodo helenístico, es decir, luego de la muerte de Alejandro Magno en 323 a.C., establecieron el contexto intelectual para la República tardía y el Imperio temprano». Las palabras de Horacio gráfican el uso utilitario del logoi filosófico, sin que esto, conlleve la adhesión a escuela alguna. De este modo, «El siervo irredento de la virtud verdadera, activo en los asuntos del Estado, es el estoico; Aristipo, como Epicuro, defendía la idea de que el placer es la finalidad de la vida, pero en una forma de la que disentía Epicuro».
9) p. 170-171
10) p.72
11) p.21
12) (VI, 23 — p.139)
13) p.139
14) p. 150
15) p.169
16) p.165
17) p.169

jueves, 16 de enero de 2020

El Tarot de Marsella y el Mulûk Wa-Nuwwâb



Ronald Decker en su libro "The Esoteric Tarot: Ancient Sources Rediscovered in Hermeticism and Cabalah", señala la relación entre el antiguo "Mulûk Wa-Nuwwâb" y los arcanos menos del Tarot de Marsella. Decker postula que el antiguo saber hermético-astrológico de los Sabeos de Haram fue recogido en las cartas mamelucas y de ahí paso al Tarot de Marsella.

Según Decker la estructura básica de las cartas europeas es típica del mazo de Topkapi: 52 cartas en 4 series, cada una con 3 cortes (figuras femeninas). Dicha estructura habría sido adoptada por los maestros carteros, pero con adaptaciones locales; siendo por ejemplo, el Palo de Polo cambiado en todos los mazos europeos; según el autor debido a la incomprensión de los maestros carteros del mazo Mameluco. Recordemos que el juego del Polo no era conocido en Europa Occidental; por lo que, el Palo de Polo fue cambiado por los Bastos.

Al comparar el Tarot de Marsella – que para Decker es el mazo que preserva en forma substancial la esencia de los viejos tarots- con el mazo Mameluco, nuestro autor nos señala por ejemplo, que en ambos mazos las espadas son simitaras de filos curvos. De igual manera, los Palos de Polos del mazo Topkapi están presentes en los Bastos del Tarot. El Dos de Copas en el Tarot de Marsella, está decorado con criaturas extrañas: dragones que se entrelazan en arreglos florales; posiblemente inspirados en las cabezas de dragones que decoran algunas cartas Mamelucas. Aunque no descarta en el caso del Dos de Copas una inspiración tardía gótica o temprana renacentista.


En el T.M. el As de Espadas y el As de Bastos sus emblemas centrales están rodeados de llamaradas. En el arte medieval este símbolo de llamas indicaba las influencias sobrenaturales, ya fuesen divinas, angélicas o planetarias. Becker postula que los carteros italianos reconocieron el simbolismo astrológico en el mazo Mameluco; quienes habían convertido el símbolo Sabeo lunar de Thoth en el símbolo lunar del Palo de Polo, que en el T.M serían los Bastos. Al analizar algunas viejas ilustraciones de peregrinos, nuestro investigador observo que los bastones que aparecían en dichas ilustraciones, eran idénticas a los bastos de los mazos de tarot más antiguos. La luna era la patrona de los peregrinos y viajeros, ya que ella misma era una peregrina eterna dentro de su propia ruta rotatoria. Además era la patrona de los campesinos, ya que presidia la vida en los bosques, campos y granjas. Campesinos que llevaban garrotes por cuidar a sus animales y disuadir a los depredadores. El mismo bastón que simboliza al garrote campesino se puede apreciar en el As, Sota, y el Caballero.

Para Decker el simbolismo Hermético astrológico/Sabeo/ Mameluco se ha mantenido intacto en el tarot:

Oros: Sol / Espadas: Marte / Copas: Venus / Bastos: Luna

Etc ….


Yerko Isasmendi

Sobre el diagrama de Lévi y el Tarot



En más de una ocasión algunos ocultistas respectos del Tarot me han citado a Éliphas Lévi y a un diagrama que aparece en su "Dogme et Rituel de la Haute Magie". Como es un tema recurrente creo que es necesario hacer una pequeña aclaración.

Sobre el Tarot Lévi afirmó «libro que resume todas las ciencias y cuyas infinitas combinaciones pueden resolver todos los problemas; libro que habla y hace pensar; inspirador y regulador de todas las combinaciones posibles; la obra maestra quizá del espíritu humano, y seguramente una de las más hermosas que nos ha legado la antigüedad; clavícula, cuyo nombre no ha sido comprendido y explicado más que por el sabio iluminado Guillaume Postel…»[1]

Lévi cita a Guillermo Postel como fuente de sus ideas con respecto a la relación del Tarot con la Cábala, pero como es habitual en los libros de los ocultistas no señala cita o ninguna fuente de Postel.



Arthur E. Waite en su "The Dogma and Ritual of Transcendental Magic" señalo la falsedad de la atribución a Postel de dicho diagrama: «No es un diagrama usado por Postel sino por su editor [Abraham von] Frankenberg (1646), quien pensó con razón que la Llave de Postel necesitaba otra para explicarla. Así que añadió, por lo tanto, una especie de apéndice a los Clavis y también un diagrama, el cual Lévi cita en su "Dogme et Rituel de la Haute Magie". Este diagrama que presenta las cuatro letras que constituyen las palabras ROTA, TORA, TARO y ORAT, no tiene nada que ver con las cartas del Tarot»[2].

En el libro "A Wicked Pack of Cards" de Decker, Depaulis, y Dummett (1996) luego de citar la aclaración de Waite sobre este diagrama, los académicos señalan que Lévi no pudo citar referencias ocultistas auténticas al Tarot antes del siglo XVIII, «ya que no había ninguna». A pesar que la única conexión entre el Tarot y la Llave de Franckenberg es el anagrama de Lévi, ROTA = TARO, este se ha convertido en una parte central de la sabiduría oculta del Tarot, lo cual es fácilmente constatable no tan solo en escritos de esoteristas, sino en las webs de tarotistas y tarologos.

Ahora bien, porque Waite afirmo que dicho diagrama no tenia nada que ver con las cartas del Tarot; la respuesta es porque tanto Postel como Franckenberg eran místicos cristianos fascinados por la cabala cristiana y la alquimia, es decir, eran rosacruces en el sentido de Yates del término. Cualquier explicación académica de la clave de Franckenberg, para la clave de Postel tendría que buscarse en el libro de Postel y la producción literaria de Franckenberg. Sería un proyecto interesante pero arduo, que escapa al objetivo de esta breve nota. Lo que si sabemos es que no existe ninguna prueba de que Postel ni Franckenberg tuvieron algún interés en el Tarot. El Tarot no formaba parte del universo simbólico Rosacruz. Así que cuando hablamos de la Llave, debemos estar claros con respecto a la Clave a la cual aludimos. La llave del siglo XVI de Guillaume Postel (Absconditorum a Constitutione Mundi Clavis) era un libro que no se refería al Tarot, ni incluía el diagrama en cuestión. Un siglo más tarde, Abraham von Franckenberg editó una versión de ese libro, incluyendo su propia clave del siglo XVII para la clave de Pastel (Clavis Editoris ad Clavem Authoris). Pero no fue hasta dos siglos más, cuando Éliphas Lévi publicó su propio libro a mediados del siglo XIX, que el libro de Postel o el emblema de Franckenberg se asoció con el Tarot. Fue Lévi quien equiparó las Llaves de Postel y Franckenberg con el Tarot, y lo llamó la "Llave Universal" de la Magia de los antiguos, los misterios de la Cábala, etc. Como Papus lo escribió memorablemente en su "Le tarot des Bohémiens", el Tarot se había convertido en "La Llave Absoluta a la Ciencia Oculta"



Yerko Isasmendi

miércoles, 15 de enero de 2020

Heracles, patrón de fílosofos



«Sin ciudad y sin casa, privado de patria, mendigo errante, busco mi sustento día a día
[Diógenes de Sinope]

Al igual que otros pensadores del siglo V que habían descartado algunas características tradicionales del héroe, como su brutal apetito y su desenfrenada sexualidad;  Antístenes vio en el Heracles el símbolo del héroe trágico por excelencia, ensalzado por su constante esfuerzo, peregrino ascético y solitario filántropo.  Guiado por esta idea, es que Antístenes adopto a Heracles como el arquetipo del esforzado filósofo, idea compartida por estoicos y cínicos. El legendario héroe encarnaba la vida esforzada, que era a los ojos de estos filósofos, el instrumento de la virtud; una virtud, que englobaba la resistencia, la benevolencia hacia los hombres y la filantropía; ya que para esto filósofos, la virtud se expresaba mediante los hechos.

Eurípides lo describe como «sencillo, sin tapujos, capaz de las mayores empresas, enfocando todo su saber a la acción, desprovisto de palabrería». De igual manera, para los estoicos, la figura de Heracles encarnaba «al mejor de los hombres» (áristos andrón); ya que como describió Séneca  «Hércules no conquistó nada para sí. Pasó por el mundo sin apetecer nada, sino juzgando las cosas que debía conquistar: enemigo del mal, campeón del bien, portador de la paz a la tierra y al mar.» 

Esta imagen de una vida de austeridad de nuestro atlético y vagabundo héroe, solo armado con la piel de león y una maza, será el anticipo del cínico mendicante, vestido sólo con su burdo manto y su bastón. Heracles pasará ser el santo patrón del gimnasio de Cinosarges en el que, según noticias, enseñaba Antístenes. García Dual al respecto señala «Allí estaba su estatua; el musculoso campeón de la lucha adoptaba un gesto noble y sufrido, como el atleta que sabe que tras el triunfo le aguardan nuevos combates, y que el premio es efímero y el entrenamiento penoso y cotidiano». Recordemos que los cínicos insistirán en que el entrenamiento es necesario para la práctica de la virtud, ya que esta es requisito previo para que el obrar virtuoso sea un hábito.  De este modo la ascesis del cuerpo se transforma en una ascesis del alma; así Heracles se transforma en el ejemplo supremo de vigor y fuerza, no tan solo física sino que también anímica. Es así como  el tradicional patrón de los atletas se transformó en patrón de los filósofos del manto raído y el desarraigo. 


Yerko Isasmendi ®