domingo, 31 de enero de 2021

Imam al-Ghazali: desacuerdo, conflicto, discusión y argumentación



Imam al-Ghazali (m. 505/1111, que Allah tenga misericordia de él y nos ayudare a beneficiarnos de él) dividió su monumental obra "Ihya' Ulum al-Din"(El renacimiento de las ciencias religiosas) en cuatro partes principales: al-'Ibadaat (actos de adoración), al-'Adaat (prácticas consuetudinarias), al-Muhlikaat (vicios destructivos) y al-Munjiyat (virtudes salvadores). En la primera parte (cada parte comprende diez "libros"), hay una sección muy beneficioso en relación con los desacuerdos y conflictos, así como con el carácter nocivo del debate y de la argumentación. De hecho, fue esta misma sección (situada en el centro del libro del conocimiento), que tuvo un gran efecto en mí en los días en que era estudiante en la Universidad Islámica de Medina, especialmente hacia el final de mi tercer y el último año allí. Al-hamdu lillah, me tope con esta gloriosa obra del noble Imam pocos meses antes de la llegada de una transformación seria que altero mi vida en su dirección intelectual y espiritual. Mirando hacia atrás, puedo decir honestamente que este increíble trabajo fue un factor significativo que contribuyo en mi decisión de abandonar mis estudios allí, para pasar a lugares como Marruecos, Mauritania, y el valle de Hadramaut de Yemen, donde entré en contacto con este mismo trabajo una vez más, pero de una manera que nunca podría haber imaginado.

Después de delinear las ocho condiciones esenciales para la buena marcha de los debates intelectuales y religiosas (que abarca varias páginas), el Imam al-Ghazali va a discutir las diez cualidades que se consideran como las "principales abominaciones internas" (lasummahaat al-fawahish al-batinah, literalmente, las "madres internas de la abominación"),  mismas cualidades que el propio debate tiene una tendencia a generar en sus participantes. El Imam enumera cada una de estas diez cualidades, después de cada una de las cuales, da una descripción detallada de la forma en que son producidas, apoyando su argumentación con versos del Corán y las tradiciones narradas por nuestro amado Mensajero, la paz y las bendiciones sean con él.

Las diez cualidades son las siguientes:

1.Envidia (hasad)
2.Arrogancia (takabbur)
3.Enemistad (hiqd)
4.Murmuración (ghibah)
5.Auto-promoción (tazkiyah al-nafs) [En este contexto, este término no significa "purificación del alma"]
6.Espionaje y critica (tayassus wa tatabbu 'al-' awraat)
7.Encontrar alegría en las malas noticias de los demás y la pena respecto a lo que les trae alegría
8.Hipocresia (nifaq)
9.Altivez en la aceptación de la verdad, mostrando desprecio por ella, y avidez de discutir al respecto.
10.Ostentación, prestando atención a la creación, y tratando de convertir sus corazones y caras (a favor de uno).

Después de una descripción muy detallada (de nuevo, que abarca varias páginas), el imâm señala que estas diez cualidades se pueden dividir en otras diez, igual de peligrosas y censurables (como si las diez primeras no fuera suficientes! ).

Luego dice: «Los contendores están en desacuerdo con respecto a estas cualidades en función de sus niveles, e incluso el más grande de estos polemistas tanto en el Din y el intelecto todavía no está seguro de por lo menos algunas de estas características. Lo mejor que puede hacer es ocultarlas, o luchar contra su ego (nafs) con respecto a ellas».

Luego continúa diciendo: «[Se debe] saber que estas cualidades también son censurables para aquellos que se ocupan de recordar y amonestar a las masas [es decir, los predicadores y maestros], aquellos que buscan la aceptación del público, el logro de status, o la obtención de la riqueza y la gloria. [...] En resumen, estos rasgos son inevitables para cualquier persona que busca el conocimiento que no sea la recompensa de Allah (Exaltado) en el Más Allá. Pero el conocimiento no deja de lado al conocedor (erudito), ya que lo destruye con la ruina eterna o le concede la vida eterna».

Al final de esta sección invaluable del Ihya, termina diciendo: «El que busca el liderazgo (ri'asah) puede llegar a autodestruirse, a pesar de que puede corregir a otros. Ya que puede llamar a prescindir de las cosas de este mundo y presentarse exteriormente como uno de los estudiosos de los piadosos predecesores (los Salaf), a pesar del hecho de ocultar la intención de tener condición y posición (al-jah). Su ejemplo es como la vela que se quema, mientras que otros obtienen la luz de ella. La rectificación de los demás radica en su misma destrucción. Por otro lado, si en realidad aboga por la búsqueda de las cosas de este mundo, su semejanza es como el del fuego: ya que se consume a sí mismo y a  todo lo demás.

Por lo tanto, se puede dividir a los académicos y sabios en:

1.- Uno que se destruye a sí mismo y a otros. Estos son los que manifiestan su deseo por el mundo y que están dispuestos a ello.
2. Uno que trae la felicidad para sí mismo y para los demás. Estas son las personas que llaman a la creación a Allah (Exaltado), tanto interior como exteriormente.
3. Y por último, quién se destruye a sí mismo mientras que trae felicidad a los demás, como los que llaman a la otra vida, aparentemente rechazando la vida de este mundo, pero por dentro buscan la aceptación de la creación y el logro de status (al-jah).

Por lo tanto, miren y vean en qué categoría encajan. Nunca piensen que Allah (el Exaltado) aceptará algo más que lo que es puramente por Su causa, ya sea este conocimiento o acción».

Que Allah recompense al Imam al-Ghazali por compartir estas enseñanzas preciosas que no tienen precio y estas percepciones perspicaces, y que Allah nos ayude a interiorizar estos asuntos y vivir de acuerdo con lo que indican ... Amin.


Jalil Abu Asmaa
Traducción Yerko Isasmendi
 

jueves, 28 de enero de 2021

Simón el zapatero como cínico ideal


 Según Diógenes Laercio (2.122) Sócrates visitaba a menudo el taller de un zapatero llamado Simón, quien tomó notas de sus conversaciones e incluso incluyó treinta y tres de ellas en un libro. La asociación de Sócrates con Simón se asume en otras referencias antiguas a este zapatero-filósofo. La mayoría de los estudiosos, sin embargo, tienen sus dudas. Señalan que ni Platón ni Jenofonte mencionan jamás a Simón y que las tradiciones en sí, además de ser tardías, son escasas, improbables y legendarias. En consecuencia, niegan que Sócrates haya visitado el taller de Simón, o incluso que Simón haya existido alguna vez. Simón, el zapatero, se afirma, fue realmente la creación literaria de otro socrático, Fedón de Elis, que escribió un diálogo titulado "Simón" (cf. Diog.Laert. 2.105), que, salvo algunos fragmentos, ahora se ha perdido .

R. Hirzel y H. Hobein han desafiado enérgicamente estas conclusiones acerca de Simón. Este último sostiene que el silencio de Platón y Jenofonte, nuestras dos fuentes principales para los compañeros de Sócrates, no es una prueba final contra la existencia de Simón, ya que las estancias de Jenofonte en Atenas fueron breves y dado que incluso Platón no incluyó a todos los que se sabe que habían conversado con Sócrates. Hobein también sostiene que Simón fue mencionado no solo por Fedón sino probablemente también por Antístenes; por lo tanto, si dos de los primeros escritores lo mencionaron, es muy poco probable que hubiera sido la creación literaria de ninguno de los dos .

Pero si, por tanto, no hay motivos para dudar de la existencia de Simón, debe admitirse, como hace Hirzel, que muy poco se puede decir sobre el Simón histórico, excepto su asociación con Sócrates  y una modesta actividad literario-filosófica. Como se verá, la figura tradicional de Simón ha sido moldeada menos por la reminiscencia histórica que por las cuestiones y debates filosóficos en los que desempeñó un papel importante, particularmente en su forma cínica.

Los rasgos cínicos en el retrato de Simón ya antes se habían mencionado, pero el significado preciso de este retrato no se había analizado, convirtiéndose así en un tema actual de estudio. Específicamente, este artículo busca mostrar que las tradiciones sobre Simón el zapatero han sido moldeadas por su papel en los debates sobre si el filósofo debería asociarse con reyes, y especialmente por su papel en estos debates, ya que se llevaron a cabo entre los mismos cínicos, es decir, para digamos, entre cínicos estrictos y hedonistas.

Junto a la asociación de Simón con Sócrates, la característica más constante de la tradición de Simón es su negativa a dejar su banco de trabajo y aceptar el apoyo de Pericles. En Diógenes Laercio (2.123) tenemos esta tradición, sin duda legendaria, en la que Simón responde a una promesa de apoyo de Pericles diciendo que nunca vendería su libertad de expresión (παρρησια). La mención que hace Plutarco de Simón en Maxime cum principibus philosopho esse dissrendum 776B también lo empareja con Pericles ,  pero la función de este emparejamiento aquí es especialmente instructiva. Plutarco, como sugiere el título del tratado, sostiene que el filósofo debería asociarse con los gobernantes (cf 777B), pero también es muy consciente de que algunas personas  no estarían de acuerdo con él. Estas personas aparentemente se opusieron a que los filósofos fueran a los tribunales y defendieron su posición, al menos como la presenta Plutarco, apelando al ejemplo de Simón. En su opinión, el gobernante  que necesite consejo debería decirle al filósofo: «Déjame cambiar de Pericles o Catón y convertirme en Simón el zapatero o Dionisio el maestro de escuela para que puedas sentarte y conversar conmigo, como Sócrates hizo con esos hombres (es decir, con Simón y Dionisio)». 



Ronald F. Hock
Simon the Shoemaker as an Ideal Cynic
Noviembre, 1975
Traducción: Yerko Isasmendi

sábado, 23 de enero de 2021

Not of This World



El año pasado comenzó a aparecer un anuncio bastante interesante en algunas publicaciones conservadoras. Propuso un concurso de ensayos sobre el "Libro Políticamente más incorrecto" del año, con un premio para el ganador de US 5000. Eso fue sin duda un llamado de atención. Pero el libro en cuestión resultó ser más y menos sorprendente de lo que sus promotores parecían prometer. El libro, Not of This World: The Life and Teaching of Fr. Seraphim Rose, es la biografía masiva de un hombre que pasó buena parte de su vida aislado del resto del mundo en las montañas del norte de California. Apenas era lo suficientemente político como para ser políticamente incorrecto. Sin embargo, este hombre abrazó una filosofía, una teología y una forma de vida, en resumen, una tradición, tan completamente en desacuerdo con las ortodoxias prevalecientes del Occidente liberal y secular que hacen que la afirmación de ese anuncio parezca insuficiente.

Not of This World es la historia de Eugene (Padre Seraphim) Rose (1934-1982), un converso en 1962 a la Iglesia Ortodoxa Rusa de alicaidas raíces católicas y protestantes. Tales historias de conversos ortodoxos ahora son bastante abundantes, ya que un número creciente de protestantes se abren paso en la Iglesia ortodoxa, al igual que obras similares de conversos católicos eran bastante comunes hace cincuenta años y de hecho siguen siéndolo hoy[1]. El padre Seraphim, sin embargo, no era parte de este movimiento contemporáneo. La suya fue una búsqueda más solitaria, emprendida como las generaciones anteriores, tal como Frederick North, quinto conde de Guilford, J.J. Overbeck, Stephen Georgeson (Timotheos) Hatherly, Chrysostomos H. Stratman, Timothy (Obispo Kallistos) Ware, y más recientemente el compositor británico John Tavener. Podemos imaginar que fue un pasaje mucho más solitario de lo que hubiera sido hoy, cuando una denominación evangélica estadounidense de dos mil miembros ha sido recibida corporativamente en la Iglesia Ortodoxa Antioquena, o cuando un porcentaje significativo de graduados recientes de la Universidad Robert Oral en Tulsa, Oklahoma, se convirtió a la ortodoxia, muchos de los cuales desde entonces han sido ordenados al sacerdocio.

El padre Seraphim se crió en el sur de California y estudió en el Pomona College (donde leyó para el prolífico autobiógrafo y ensayista Ved Mehta), en la Academia de Estudios Asiáticos en San Francisco (luego dirigida por el clérigo episcopal renegado Alan Watts), y en Universidad de California en Berkeley. Sus principales intereses académicos estaban en el idioma y la filosofía china, en los que percibía una tradición auténtica con mucho que ofrecer a Occidente. Pero tampoco era inmune a los efectos del movimiento Beat y la contracultura que nacía en el área de la Bahía, como lo atestigua su apego temprano al budismo zen. Sin embargo, su camino fuera de la contracultura lo condujo a la Iglesia Ortodoxa Rusa Fuera de Rusia (ROCOR, también conocida como el "Sínodo"), que actualmente mantiene una posición fuertemente anti-ecuménica (incluso con respecto a la mayoría de los otras iglesias y jurisdiccines ortodoxas), así como una tradición de heroicas y, a veces, incluso sagradas jerarquías. El contacto principal del padre Seraphim con el Sínodo y con la ortodoxia viviente fue en la persona de Gleb (padre Herman) Podmoshensky, un emigrante ruso y seminarista en Jordanville, el centro intelectual del Sínodo en América del Norte, que estaba recorriendo la costa oeste en una combinado recorrido de peregrinación-misión.

Los dos rápidamente se reconocieron unos a otros hermanos espirituales, almas gemelas, y juntos discernieron una misión para llevar la Ortodoxia al Nuevo Mundo, y el Nuevo Mundo a la Ortodoxia. Bajo el patrocinio del arzobispo John Maximovitch de Shanghai y San Francisco, los dos formaron lo que más tarde se convirtió en la Hermandad de San Herman de Alaska, que a su vez dirigió una librería ortodoxa en San Francisco, publicando una revista mensual, The Orthodox Word (que con el tiempo ganó una reputación internacional), y una serie de libros sobre cuestiones teológicas y hagiográficas. En 1969, los hermanos se mudaron a Platina, California, varias horas al norte de San Francisco, y allí establecieron el Monasterio de San Herman de Alaska. El padre Seraphim fue ordenado sacerdote allí en 1977, y con pocas excepciones, permaneció allí por el resto de sus días, evangelizando en silencio para la iglesia ortodoxa, aunque en gran medida alejado de los asuntos de la Iglesia y el Estado. Murió en 1982 en Redding, California, de un raro trastorno intestinal.

El subtítulo de Not of This World es "Pathfinder to the Heart of Ancient Christianity". Esta es una presunción que se escucha a menudo de los conversos recientes a la Iglesia Ortodoxa. Afirman estar buscando el "cristianismo antiguo" y afirman haberlo encontrado en la ortodoxia (oriental). Si bien la antigüedad de la Iglesia es importante hasta cierto punto, su gran edad nunca ha sido una marca de la verdadera Iglesia. Más bien, la Iglesia se destaca por su "apostolicidad", es decir, que es la vasija de la fe transmitida por los Apóstoles. Si bien ese hecho hace que la Iglesia y su fe sean muy antiguas hoy, hubo un momento en que era muy nuevo. Y en cierto sentido, la naturaleza de la tradición es que lo que se transmite es "nuevo" para cada generación que lo recibe. De hecho, es difícil evitar el concepto de tradición al considerar la vida del padre Serafín. Desde su primer contacto con el filósofo francés de la tradición René Guénon, la tradición fue un principio rector. Este principio le permitió ver la autenticidad de las muchas grandes tradiciones del mundo, mientras que en última instancia, vio el carácter distintivo del cristianismo. Él vio esto en particular en el caso de las enseñanzas taoístas de su mentor en la Academia de Estudios Asiáticos, Gi-ming Shien. El escribe:

«Después de volverme ortodoxo, vi cuán limitada era su enseñanza: la enseñanza espiritual china, el dijo, que desaparecería por completo del mundo si el comunismo perdurara otros diez o veinte años en China. Esta tradición era tan frágil, pero nuestro cristianismo ortodoxo que había encontrado sobreviviría a todo y perduraría hasta el fin del mundo, porque no se transmitió simplemente de generación en generación, como todas las tradiciones; sino que al mismo tiempo fue dado por Dios al hombre».

Aquí tenemos las dos grandes marcas de la tradición cristiana: primero, la importancia de la transmisión real que procede de generación en generación, y segundo, el hecho de que el asunto de la transmisión involucra la Revelación Divina. Si bien ambas marcas involucran la antigüedad, creo que el mayor énfasis está en sus conexiones vivas con el pasado y su poder aquí y ahora. Se podría argumentar que el padre Seraphim se dedicaba a una crítica continua de la falsa visión de la antigüedad que negaría la continuidad de la tradición y, por lo tanto, pondría en riesgo la noción misma de la Revelación Divina y su continua relevancia para los hombres de hoy.

No es una pequeña ironía, sin embargo, que la defensa de la "tradición" del padre Seraphim se dirigiera con mayor frecuencia a los miembros de su propia comunión espiritual. Se opuso a "los 'teólogos' de nuestros días, que a pesar de toda su lógica y su conocimiento de los textos patrísticos, no transmitían el sentimiento o el sabor de la ortodoxia, como una simple abadesa sin educación teológica", a quien conocía en San Francisco. Ellos no podían comunicar lo atractivo de la ortodoxia, en su opinión, porque se negaron a estar obligados por lo que se les había transmitido. Que este no es un problema nuevo se puede ver en el mismo canon del Nuevo Testamento cuando San Pablo escribe: «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias»[2]. El problema se plantea sucintamente, aunque de manera algo diferente, mil años después por San Simeón el Nuevo Teólogo (949-1022) cuando escribió: «Un hombre que no expresa el deseo de vincularse con el último de los santos con todo amor y humildad . . nunca se vinculará con los santos anteriores y no se admitirá a su sucesión». Esta negativa es el sello distintivo de todo tipo de protestantes y falsos reformadores y no se limita a los de la "izquierda": «El padre Seraphim vio que lo que estos aparentes tradicionalistas y fanáticos estaban haciendo era precisamente lo que los llamados liberales. . . estaban haciendo: cortando el vínculo, cortando las raíces recientes de los antiguos Padres, para que ellos mismos pudieran ser las autoridades».

La solución que el Padre Seraphim veía para esta crisis de tradición fue una fidelidad renovada a la "línea continua" que une a los hijos con sus Padres contemporáneos y, por lo tanto, con los Padres de los últimos siglos, hasta los antiguos. El propio padre Seraphim se encontraba en la posición providencial de haber sido el heredero de una gran cantidad de "vínculos vivos" entre la ortodoxia estadounidense contemporánea y la tradición espiritual de la Santa Rusia y más allá. A través del arzobispo John y otros de su generación, el padre Seraphim estaba vinculado a los ancianos del famoso monasterio Optina, ubicado al suroeste de Moscú en el río Zhizdra, que durante el siglo XIX atrajo e influyó a personas como Gogol, Khomiakov, Dostoyevsky, Soloviev y Tolstoi. Los monjes de Optina estaban, a su vez, en la sucesión directa de San Paisus Velichkovsky, el reformador monástico del siglo XVIII y traductor de Philokalia, y a través de él a las tradiciones del Monte Athos y de regreso a los desiertos de Siria, Egipto, y Palestina. Así, el padre Seraphim tenía conocimiento de primera mano no solo sobre los medios, el cómo, de la tradición, sino también sobre su materia, su sustancia, que no era más que la intensa experiencia que llamó «ortodoxia del corazón», una experiencia que cultivó durante la última mitad de su corta vida.

¿Qué deberieron pensar entonces los Chestertonianos, y especialmente los católicos, de este fenómeno de los conversos estadounidenses a la Iglesia ortodoxa, y particularmente de la vida de Seraphim Rose?. Uno se pregunta qué habría pasado con este movimiento si el difunto Thomas Merton, cuyas selecciones acababan de publicarse en cinco grandes volúmenes, se hubiera molestado en responder una larga carta de 1963 del joven monje Eugene Rose. Pero aparte de conjeturas de este tipo, hay mucho de qué preocuparse. Una gran cantidad de duras críticas están dirigidas al papado en general, y específicamente al Papa Pablo VI y su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1965 (aunque no se dice nada sobre el coraje del Papa al publicar Humanae Vitae tres años después, o la reacción supina de la mayoría de las jerarquías ortodoxas a la revolución anticonceptiva). Además, había muchos católicos confundidos y desilusionados entre los conversos del padre Seraphim a la iglesia ortodoxa, entre ellos el activista "ortodoxo de rito occidental", el padre Alexey Young y el ex trabajador católico Vladimir Anderson. Esto podría verse exactamente como el mismo tipo de "caza furtiva" que ha enfurecido a las jerarquías ortodoxas en Rusia en los últimos años[3].

Por otro lado, ¿qué habría dicho Chesterton de estos grandes números de conversos protestantes a la Iglesia ortodoxa?. Dado lo que escribió en Where All Roads Lead, podría no sorprenderse. Aunque, como indicó, el propio Chesterton nunca consideró ese camino, el camino oriental siempre ha sido de interés para los protestantes, desde la correspondencia de finales del siglo XVI entre los teólogos luteranos de Tübingen y el Patriarca Ecuménico Jeremías II, a las oberturas anglicanas de los no jurados del siglo XVIII a la Iglesia rusa, a los conversos contemporáneos como Frank Schaeffer, hijo del fallecido teólogo evangélico Francis A. Schaeffer. La razón, sin duda, radica en lo que el difunto Hans Urs von Balthasar llamó la "Unidad de Negación". Existe una especie de comunión incómoda entre los que rechazan a Roma (como escribió Joseph de Maistre, «Todos los enemigos de Roma son amigos». Es una comunión más extraña cuando los protestantes occidentales se convierten en ortodoxos orientales. No solo están abandonando su patrimonio cultural, sino que están esquivando la cuestión de la autoridad tradicional del Romano Pontífice, aparte de su misión universal, como Patriarca de Occidente. William Palmer (1811-79), amigo y discípulo del cardenal Newman, fue uno de esos protestantes orientales. Durante 1840-41, visitó Rusia con el objetivo de promover la intercomunión entre las iglesias rusa y anglicana, y quizás con miras a su propia sucesión individual a la ortodoxia. En el curso de las conversaciones con los eclesiásticos y eruditos rusos, un profesor de historia le dijo a Palmer: «Si tenemos alguna comunicación con su Iglesia, debe ser a través del Papa y la Iglesia de Roma, y ​​no podemos reconocerlo de otra manera. Reconózcase primero con su propio Patriarca y luego regrese y hable con nosotros». Sin duda, Chesterton habría estado de acuerdo con la opinión del profesor Mouravieff, al igual que Palmer, que se convirtió en católico en 1855.


Y, sin embargo, ¿no podría haber algo bueno y silencioso en este movimiento, alguna pequeña esperanza para la reconciliación de Oriente y Occidente?. Por su parte, el padre Seraphim permaneció abierto a la tradición occidental y, de hecho, estaba en deuda con mucho de ella: San Agustín, J.S. Bach y escritores del siglo XX como Joseph Pieper, Étienne Gilson, Jean Danielou, Henri de Lubac, Max Picard y The Seven Storey Mountain de Thomas Merton, en particular, lo ayudaron en su camino hacia la Iglesia Ortodoxa. Se negó automáticamente a castigar la influencia occidental en la teología oriental moderna. Y trabajó duro para la recuperación entre los ortodoxos de las vidas y obras de muchos de los grandes santos galos, especialmente San Gregorio de Tours. El padre Seraphim incluso defendió a San Agustín contra calumniadores ortodoxos en una serie de artículos reimpresos en lo que ahora se ha convertido en un pequeño libro importante, The Place of Blessed Augustine in the Orthodox Church (1983). El padre dominicano británico Aidan Nichols comentó recientemente que el anti-agustinianismo ortodoxo moderno (y, por lo tanto, el anti-occidentalismo) puede tener un origen distintivamente estadounidense, y por lo tanto, dio a entender que el intento de mediación del padre Seraphim puede ser particularmente importante. Aquí se puede extraer una lección más amplia: a saber, que tal vez este movimiento de protestantes sin iglesia descontentos y conversos a la Iglesia Ortodoxa pueda ayudar de alguna manera a lograr la "restauración de la comunión plena" entre Oriente y Occidente. Del mismo modo que se cree que los matrimonios mixtos disminuyen las tensiones raciales, este movimiento también puede disminuir las hostilidades culturales y entre rituales que han afectado las relaciones entre Oriente y Occidente durante al menos mil años. Pero es cierto que eso solo ocurrirá si esos conversos actúan en el espíritu de fidelidad, conversión y santidad que encarna el Padre Seraphim Rose.



William M. Klimon
University of Maryland School of Law
Traductor: Yerko Isasmendi



Notas:

1) Ver por ejemplo, tres colecciones de tales historias, todas publicadas en 1987: The New Catholics, Spiritual Journeys y The Ingrafting. 
2) 2 Tim. 4: 3
3) Cualquiera que sea la culpabilidad de estos "apóstatas", su movimiento hacia la Iglesia Ortodoxa señala la terrible negligencia pastoral, no muy diferente de la aparente indiferencia de Merton, que ha afectado a la Iglesia Católica durante los últimos treinta años, y de la que solo ahora nos estamos recuperando. 

lunes, 18 de enero de 2021

El origen de la wilâya en el azân dentro del shiîsmo



Dentro del shiîsmo se acostumbra a incluir dentro de llamado a la oración la mención de la primacía de ´Alî ibn Abi Talib, en esta entrada me propongo analizar el origen de dicha práctica y si esta, tiene algún tipo de respaldo en las fuentes sunnitas y shiitas.

Al-Kulaynî en Furû al-kâfî  - uno de los primeros textos judicial shiitas imamis - analiza las partes del azân, y no hace mención de la wilâya del imam ´Alî . Es mencionada por primera vez por al-Sadûq en su obra man lâ yahduruhu al-faqîh: «Esta es la forma correcta del Azân: a él nada se le añade o se le sustrae.  Es Mufawwida , que Dios ha maldecido, la fabricación de tradiciones que se han sumado al Azân "Muhammad y la familia de Muhammad es el mejor de la humanidad," [recitada] dos veces.  En algunas de estas tradiciones, después de decir "Soy testigo de que Muhammad es el profeta de Alá", [se añadió] "Soy testigo de que Ali es el amigo de Dios" dos veces.  Entre ellas hay otros que en lugar de esto, dicen: "Soy testigo de que Ali es el verdadero comandante de los Fieles" dos veces.  No cabe duda de que Ali es el amigo de Dios y que él es el verdadero comandante de los fieles, y que Muhammad y su familia, la paz sea con ellos, son los mejores de criaturas [de Dios]».

Según esta cita, es evidente que para al-Sadûq la recitación de la wilâya era una práctica perteneciente a los Mufawwidas, que para él, eran un grupo extremista y dignos de ser maldecidos, por lo cual, la recitación de la wilâya en el azân sería una de las marcas distintivas de los Mufawwidas, siendo sus prácticas diferentes de la corriente principal shii imami.

En los siglos X y XI los juristas recién comenzaron a discutir sobre la importancia de la mención de la wilâya en el azân; entre ellos podemos citar a al-Mufid´s en su Muqn´a y Sharîf al-Murtadâ en su Intisâr. En su Tahzîb, al-Tûsi no cita ningún hadiz que indiqué la mención de la wilâya del imam ´Alî   y en su obra Nihâya indica que quién menciona la wilâya comete un error (mujti) . Es claro que para al-Tûsi y al-Sadûq estaba prohibido incluir la wilâya en el azân.

Ya entrado el siglo XIII estudiosos tales como Abû Mansûr Muhammad b. Idrîs a pesar de mantener discusiones detalladas con respecto al azân y la iqâma; la wilâya en el azân ni siquiera es aludida. Muhaqqiq al-Hillî en su Mu´tabar, declaro: «Cualquier adhesión al azân es bid´a». al-Hadhalî en su al-Jâmi´ li´l-sharâ´i´ enfatiza: «aunque la wilâya ha sido narrada en raras tradiciones, no se practica como parte de la Azân». ´Allâma al-Hillî prohíbe explícitamente la recitación de la wilâya en su trabajo Nihâyat al-ahkâm.

En el siglo XIV se mantiene la misma postura en los sabios imamitas, como por ejemplo Jabal ´Amil, en su obra al-Lum´a al-dimashqiyya, Muhammad b. Jamâl al-Din (llamado también como Shahîd al-Awwal) prohíbe definitivamente la enunciación de la wilâya, aunque, admite que es prácticada (wa in kâna al-wâqi´ kazâlik). En su al-Durûs, Shahîd al-Awwal además repite la prohibición de al-Sadûq, en base a que esta es una práctica Mufawwida., por ende Shahîd al-Awwal la prohíbe en sus cuatro principales obras jurídicas (al-Lum´a, al-Zikrâ, al-Bayân, y al-Durûs).

Podemos citar otros destacados sabios imamis de la misma opinión, como Jabal ´Amilî, Zayn al-Din b. ´Alî b. Ahmad al-Shâmî; quién en su Rawda al-Jinân afirma de manera inequívoca que la inserción de la wilâya en el azân es (innovación) y que los informes sobre ella son fabricados.

Ya en el siglo XVI, Ahmad al-Mulla Ardabîlî (también llamado Muqaddas) cita la prohibición contra la wilâya de al-Sadûq manifestando su acuerdo con él.
 
El panorama cambio con el advenimiento de los Safavidas y la instauración del shi´ismo como religión oficial de Persia y su paso del shi´ismo qizilbâsh  y al shi´ismo Imami . H. Rumlu en su Ahsan Tavarij nos señala que fue Shâh Ismâ´il – el primer monarca safavida – quién ordeno la mención de la wilâya en el azân. Según Liyakat Takim «la inserción de la wilâya en el adhân fue profundamente promovida por los gobernantes safavídas con miras a  implantar un compromiso con el shi´ismo entre las masas persas».
 
Muhammad Taqî Majlisî I en el siglo XVII, en su comentario en persa sobre la obra de al-Sadûq man lâ yahduruhu al-faqîh, indica, por qué los juristas estaban dispuestos a permitir la recitación de la wilâya en el azân y, por tanto, invirtieron las decisiones de los juristas anteriores.  Afirmaba que en la mayor parte del persia, la wilâya se recitaba en la azân, y que cuando la gente la omitía eran acusados de ser sunitas.  Irónicamente, Majlisî de esta forma invoca la doctrina de disimulo (taqiyya – pero de forma inversa). Majlisî nos cita el ejemplo de su propio maestro, Mawlanâ ´Abd Allâh que, después de mucha discusión, había decidido dejar de proferir la wilâya en el azân, por lo cual, fue acusado de ser un sunita.  Majlisî entonces aconsejó a su maestro recitar la wilâya, para defenderse contra acusaciones de inclinación sunitas.  Recordemos que la represión llevada a cabo por  los qizilbâshs contra el sunnismo fue muy dura, llegando al asesinato a aquellos sunnitas resistentes.
 
Y es precisamente Taqî Majlisî I quién justifica su práctica, al comentar el man lâ yahduruhu al-faqîh de al-Sadûq dice: «Es difícil estar seguros de que estas tradiciones [sobre la wilâya] se deben a sus [de los Mufawwida] falsedades».  Además, sostiene que a pesar que las tradiciones sobre la wilâya son escasas esto no implica que sean falsas; además retomando el concepto de taqiyya, argumenta que este pudo ser el motivo del porque antes fue omitida la wilâya en el azân. Sin embargo estas ideas seguía siendo rechazadas por importantes sabios, como al-Muhaqqiq al-Sabzawârî que establece en su Zajirat al-ma´âd: «Los juristas han afirmado claramente que se trata de una innovación (bid´a) y que la inserción en el azân depende de al-tawqîf al-shar´î. (ordenamiento divino), hecho que no ha sido establecido». Fayd Al-Kashânî mantiene en su Mafâtîh al-shara´î´ que recitar la wilâya es acto abominable (makruh) y que es contrario a la sunna. 
 
Quién sentara la justificación de la mención de la wilâya en el azân será Muhammad al-Bâqir (´Allama) Majlisî II quién señalo que no era imposible afirmar que la wilâya fuera uno de los actos mustahabb (recomendados) del azân, dividiendo el azân en partes obligatorias y recomendadas, afirmando que la wilâya, podía ser pronunciada como una parte recomendada. Argumentación que se mantiene hasta el día de hoy en las Risalats de los muytahid imamis.
 
A. Seyyed Sistani en su Tawdih Al-Masâil, nos dice: «Testimonio que ‘Ali es el amigo de Dios” no es parte del azân ni del iqâmah, pero es preferible decirlo»; A. Seyyed Jomeini, «La frase (ash-hadu anna amíra-l-mu'minína 'alíian ualíu-lláh) no es parte del azân ni del iqâmah pero es mejor decirlo con intención de acercamiento a Dios», A. Sheij Yusuf Sânei en su Muntajab-ul-Masaa’il dice: «ash-hadu anna amíra-l-mu'minína 'alíian ualíu-lláh) no es parte del azân ni del iqâmah, pero es preferible decirlo»; por citar algunos.
 
Seyyed Rida Husaînî Nasab  razona de esta forma en su trabajo, La Shia Responde: «‘Alî es ûalî de Al.lah”, no se dice con la intención de considerarlo como parte del Azân o Iqâmah, entonces ¿qué más da que esta expresión sea dicha junto al testimonio de: “Muhammad(BPD) es un Enviado de Dios”


Yerko Isasmendi

jueves, 14 de enero de 2021

Jean Borella o ateísmo imposible



Jean Borella, filósofo cristiano, enseñó metafísica e historia antigua y medieval en la Universidad de Nancy II hasta 1995. Bajo la supervisión de Paul Ricœur, defendió una tesis sobre el simbolismo religioso que dio lugar a dos importantes estudios: Histoire et théorie du symbole et La Crise du symbolisme religieux, réédités chez L’Harmattan (collection Théôria). Después de haber presentado la naturaleza objetiva del símbolo sagrado, propone volver sobre su decadencia a lo largo de la historia moderna marcada por un proceso sistemático de secularización.

En La Crise du symbolisme religieux, Jean Borella extiende y aplica los análisis rigurosos de su Histoire et théorie du symbole a la elaboración de una genealogía de la mentalidad moderna, desde la revolución galileana hasta el estructuralismo. Esta mentalidad se caracteriza por lo que hoy llamamos "secularización", que Borella interpreta desde el ángulo del simbolismo: el desalojo de la vida religiosa fuera de la ciudad occidental reside precisamente en la eliminación de la "mentalidad simbólica" , que en la sociedad tradicional formo a las personas. Este mundo, entonces, constituyó lo que Borella llama "mitocosmos".

Para muchos contemporáneos, es obvio que el símbolo indica solo un sustituto ficticio. Esta palabra "símbolo" se usa regularmente para designar una "entidad no real". Sin embargo, el trabajo de Borella muestra que no solo esto no es obvio, sino que tal punto de vista está muy condicionado históricamente: solo una vida moderna fuera de la mentalidad simbólica tradicional llega a depreciar el símbolo de esa manera. Antigua y esencialmente, el símbolo tiene, por el contrario, un valor indiscutible de la realidad, como muestra Borella en la primera parte de su Histoire et théorie du symbole. Desde los Padres de la Iglesia hasta Goethe y Schelling a través del Concilio de Trento, el símbolo, cuando funciona dentro del marco de una hermenéutica sacra, designa sistemáticamente una realidad sensible que es el signo de una realidad superior, invisible.


De la presentación a la representación.

Borella recuerda y muestra que el símbolo se compone de dos aspectos esenciales, uno sensible y otro metafísico. Sin el primero, dejaría de ser una señal para identificarse directamente con la realidad que debía simbolizar. Sin el segundo, dejaría de ser un signo simbólico porque ya no se referiría a nada. El agua bautismal, por ejemplo, es un símbolo solo si existe primero la "agua" (la sustancia líquida), que es su significante, y luego la idea del agua como sustancia protoplasmática, que es su significado, y finalmente la regeneración del alma, que es su referente particular. Estos tres términos constituyen el "triángulo semántico", cuya unidad está asegurada por la existencia de un cuarto término, el referente metafísico, que en nuestro ejemplo es la posibilidad universal, cuya regeneración del alma es solo un modo de manifestación entre otros en el simbolismo del agua (el agua también puede designar la "formación del mundo" en el libro de Génesis, I, 2). En consecuencia, "cualquier símbolo significa solo por presentación, es decir, solo por correspondencia participativa con las realidades que simboliza".

Galileo (1574-1642) por Giusto Sustermans
Por lo tanto, la naturaleza sensible del símbolo lo hace dependiente de una "ontología de referencia", es decir, de una doctrina común relacionada con la naturaleza del ser. Sin embargo, con la revolución de Galileo, más física que astronómica en realidad, el mundo se está reduciendo, encerrándose en la única modalidad corporal y cuantitativa: los seres naturales cambian de estado, porque ya no pueden entenderse "objetivamente" como los signos muy cualitativos de un orden espiritual más elevado de la realidad. Al reducir lo real a la única dimensión espacial (de la cual el tiempo es solo una modalidad), «la física mecanicista ha destruido la ontología referencial de un cosmos abierto a lo espiritual y, a la inversa, de lo espiritual y lo espiritual. de un divino que no se niega a encarnar en formas cósmicas». Al hacer imposible, mediante la constitución de la nueva ontología física, la forma en que el signo simbólico se relaciona con su referente invisible o metafísico, la revolución galilea priva al símbolo de su dimensión esencial. Según los Modernos, el símbolo ya no puede hacer que lo superior esté presente en lo inferior, sino que, en el mejor de los casos, solo indica en privado y por separado algo percibido como ausente, que el hombre ya no capta la realidad inmanente. El símbolo ya no puede presentar realmente lo divino, pero solo puede representarlo indicándolo desde afuera: el acto de significado ya no es objetivo sino intersubjetivo.

Subversión feuerbachiana del significado

Separado de su referente, el símbolo ya no se entiende como una realidad sensible que se identifica, mediante la participación, con la realidad de orden superior que tiene la función adecuada de "presentar". El símbolo pierde su razón de ser y se convierte en un signo ordinario, que la filosofía atea de Ludwig Feuerbach se apresura a encerrar en su proceso especular. El punto de gravedad del símbolo, de hecho, ya no es el referente objetivo, que ha desaparecido en la inteligibilidad moderna, sino el marco subjetivo en el que se produce e interpreta. Ya no es Dios o la realidad lo que vemos en y a través del símbolo, sino nosotros mismos, es decir, nuestras propias proyecciones humanas. Ahora se ve que el dedo que apunta a la luna apunta hacia el hombre: en L'Essence du christianisme (1841), Feuerbach elabora una "inversión" (umkehren) de las relaciones religiosas al proponer "interpretar siempre como un fin, qué que la religión se plantea como un medio "y para evacuar "la esencia inhumana de la religión", es decir, su esencia teológica, en favor de su "esencia humana", es decir, antropológica. Se trata de concebir la religión como un producto humano puro, que satisface la necesidad humana del hombre, una posición atea que se ha hecho famosa e inevitable.

Ludwig Feuerbach (1804-1872)
La supresión física del referente simbólico da paso, según Borella, a la subversión del significado en la "nueva filosofía" de la que Feuerbach proporciona la matriz "genética-crítica". Para el filósofo ya no se trata de ver en la religión algún error, sino de ver en él su materia ilusoria. Los contenidos simbólicos de la religión se entienden solo como el resultado de un proceso de reflexión mediante el cual, según Feuerbach, el hombre individual proyecta fuera de sí mismo lo que idealiza en el amor de su propia especie. , que es su "esencia genérica". El hombre "hipóstasis" su propia esencia al adorarla en sus formas religiosas. Él separa de sí mismo las características esenciales de su humanidad y luego las toma por cosas autónomas, que adora. Entonces el hombre se aleja de sus propias representaciones al tomarlas por cosas en sí mismas, independientes de él, cuando son solo el producto de su mente.

El sentido de lo sobrenatural inherente a la religión se subvierte así: Feuerbach naturaliza el espíritu hegeliano al convertirlo en la especie humana misma. Por lo tanto, esta naturalización consiste en una doble reducción: por un lado, reducir el sujeto "Dios" a sus predicados (bondad, misericordia, omnipotencia ...), sin el cual, dice Feuerbach, no podría ser Dios; por otro lado, a su vez, reduce estos predicados "divinos" a predicados de la esencia humana. El hombre, de hecho, adora en Dios solo lo que se ajusta solo al ideal humano, en particular al amor: de hecho, venera al hombre solo a través de su dios. El hombre, explica Feuerbach, es incapaz de adorar a un Dios inhumano, o al menos, la divinidad debe de alguna manera compartir la condición humana antes de que se pueda establecer un culto. Los llamados símbolos de la religión no son más, para los ateos, que representaciones del hombre de sus propias determinaciones naturales. "Reducidas a su causa productiva, las ideas religiosas revelan su locura".

Ilusiones y contradicciones del ateísmo.

Por lo tanto, la religión sería una respuesta defectuosa a una necesidad humana (una necesidad cuya naturaleza debe aclararse, etc.), una necesidad de consuelo dirá más tarde Freud. Pero para establecer tal argumento, era necesario dar cuenta de la forma en que el hombre toma sus "necesidades" de realidades autónomas: de ahí la centralidad del tema de la representación. Borella, inspirándose en Frithjof Schuon, sostiene que este argumento se enfrenta a problemas serios e incluso insuperables. El primero es la hermenéutica: «Al plantear la religión como una ilusión, se nos prohíbe siempre realizar una hermenéutica y, por lo tanto, una ciencia verdaderamente integral, ya que esta hermenéutica comienza por rechazar, de esta religión, su afirmación esencial, al denunciarlo precisamente como una ilusión». La "apuesta" atea de Feuerbach y todos sus sucesores es deshonesta desde el punto de vista de la interpretación del contenido religioso, porque se basa en una falta de atención a lo que la religión dice sobre sí misma. De modo que «el ateísmo es una proposición extrahermenéutica que determina, desde el exterior, el significado ateo de esta hermenéutica». No hay interpretación posible del contenido cuyo discurso positivo es rechazado a priori.

De ello se deduce que el segundo problema es metodológico: se refiere al enfoque mismo de esta crítica. La ceguera que Kant, en epistemología, que Feuerbach, en "antropología", que Marx, en economía o que Freud, en psicoanálisis, intentan sacar a la luz, es connatural a la inteligencia: no se trata simplemente de hacer la experiencia del error o de una "ilusión externa" que reside no en la perversión del intelecto, sino en la inexperiencia de otros objetos. Lo malo de la religión, por lo tanto, sería accidental, no esencial. Ahora en nuestros filósofos ateos, es más bien una "ilusión interna" por la cual el hombre, por diversas razones, es llevado a tomar sus propias representaciones para cosas autónomas: es por eso que habría un problema Esencial para la religión. La preocupación es que «uno solo puede ser consciente de una ilusión al alcanzar un mayor grado de realidad, y no por una sola mutación dentro de la misma conciencia»: es sabiendo 'una realidad superior (ejemplo: las leyes de refracción en un ambiente acuático) que podemos descubrir la naturaleza relativamente ilusoria de una realidad inferior (el palo retorcido en el agua). Por lo tanto, una hermenéutica de la ilusión implica, al menos implícitamente, una doctrina metafísica de grados de realidad, ¡la misma que, precisamente, estos filósofos modernos tuvieron que rechazar, ya que fundó la arquitectura tradicional del simbolismo religioso!

Camille Pissarro, « La Masure » (1879)
También es y sobre todo necesario explicar por qué milagro un Feuerbach o un Freud, por nombrar solo algunos, pueden acceder a la conciencia de la ilusión, si es interna a la inteligencia: el descubrimiento de esta ilusión hace que la tesis sea contradictoria luego defendida! A menos que piense que, por ejemplo, son las condiciones objetivas de una era (económica en Marx) las que hacen posible ese "despertar". Pero surge otro problema insoluble, inherente a la reducción "culturalista": si una doctrina, como dice Feuerbach, es solo una "consecuencia puramente necesaria de la historia", que no existe referente fijo, trascendente e inmutable (Dios) para asegurar su pretensión de universalidad, ¿qué impide que tal doctrina sea ilusoria o falsa a su vez?. Si no hay un solo Principio de realidad (que es Dios), que trascienda todas las situaciones culturales y determinaciones naturales, ¿no se reduce la verdad al orden de las simples convenciones sociales? ¿"Verdad debajo de los Pirineos, error más allá" y viceversa?. Entonces, ¿el ateo tendría razón en Francia y estaría equivocado en España?. La afirmación de cualquier discurso de verdad a la universalidad obviamente contradice tal falta de principio último.

Borella plantea así un conjunto de problemas inherentes a las filosofías ateas, que se topan con el mismo callejón sin salida: el de su circularidad hermenéutica. Estas "filosofías" contradicen la religión como la causa y el efecto de la ilusión, al mismo tiempo que afirman revelar el verdadero significado de las formas culturales sin arraigar en ninguna instancia ontológica que sea irreductible a estas formas, allí para abarcarlos y fijar su significado, es decir, una instancia que es, esencialmente, trascendente. Por lo tanto, «cualquier hermenéutica desmitificante, es decir, que se basa en una ilusión interior de conciencia, en última instancia incapaz de abandonar la esfera hermenéutica en la que está confinada metodológicamente, encuentra determinaciones solamente en las formas culturales de las cuales dice revelar el verdadero significado, todo lo demás nunca es más que un juego recíproco de significados». Esta es la pura contradicción a la que la crítica atea del símbolo ha llevado al pensamiento occidental, que sin embargo demuestra por lo absurdo, la necesidad de que la inteligencia (re) se convierta en el símbolo, para cumplir su deseo de saber. Regresar a Dios en busca de inteligencia no es más que regresar a la propia casa, como el hijo pródigo arrepintiéndose de su padre (Lc XV, 11-32), quien es el autor de su vida y la raíz de su desarrollo.



Fuente: Philitt.fr
Autor: Paul Ducat
Traducciòn: Yerko Isasmendi

miércoles, 13 de enero de 2021

El sabio frente a Zeus

 

La noción de pensamientos de dios, que utilizan tanto Séneca como Epicteto y que también se manifiesta en el platonismo medio, nos permite evaluar cómo comparan el proceso humano de conocimiento con la razón divina. Con las implicaciones de la comparación, podemos adquirir una mejor comprensión de la relación entre epistemología y física en el estoicismo, por un lado, y entre estas dos y la ética social, por otro.

Plutarco, en uno de sus polémicos pasajes sobre los estoicos, acusa a Crisipo en particular de contradecirse el papel y la importancia de la física en el estoicismo. Por un lado, Crisipo dice que no hay mejor manera de abordar los temas del bien y del mal, de la virtud y de la felicidad que tomar como punto de partida la "naturaleza común" (hê koinê phusis) y la organización del universo[1]. Por otro lado, organiza el conocimiento de acuerdo con la siguiente serie: lógica, ética, física, estando la teología en la cima de la tercera disciplina[2]. La primera afirmación sobre la primacía de la física, hay que decirlo, se encuentra en una obra claramente dedicada a la física (in tais phusikais thesesin), y no a la ética. Sin embargo, no hay contradicción si tenemos en cuenta que en el estoicismo las tres ramas de la filosofía no están compartimentadas, sino que forman parte de un sistema en el que todo se refiere a todo. Sin embargo, esta tesis conduce a más dificultades, por lo que el debate sobre la relación exacta entre ética y física en el estoicismo permanece abierto[3].

Los estoicos de la época imperial en Roma nos brindan más información sobre este tema que los fragmentos de los fundadores de la escuela. El estado fragmentario de estas obras originales hace que la cuestión de la continuidad del estoicismo sea difícil de resolver, pero los estoicos romanos al menos nos ayudan a vislumbrar cómo podrían concebirse las relaciones entre lógica, física y ética. Se trata en particular de comparaciones entre la actividad del principio divino, llamado Zeus, y la razón humana que nos permitirán analizar el vínculo entre física y epistemología, por un lado, y entre física y ética social, por el otro. Pero antes de acercarnos a esta línea de investigación, recordemos primero la influencia que tuvo el Timeo de Platón en Crisipo. La magistral conclusión de este trabajo marcó la pauta para cualquier reflexión posterior sobre la conexión entre el alma humana y la estructura racional del universo. Crisipo se hace eco de este pasaje en los siguientes términos:

«Además, vivir de acuerdo con la virtud equivale a vivir de acuerdo con la experiencia de lo que sucede por naturaleza, como dice Crisipo en el libro I de su tratado "Sobre los fines": porque nuestra naturaleza es parte del todo. Por eso vivir de acuerdo con la naturaleza se convierte en el fin, es decir, de acuerdo con la propia naturaleza y la del conjunto, no emprender nada que normalmente está prohibido por la ley universal, que es la justa razón que penetra en todas las cosas., e idéntico a Zeus, que es el jefe de la administración de las cosas existentes. Y la virtud del hombre feliz y el buen fluir de su vida es: lograr siempre todo sobre la base de la armonía del espíritu guardián de cada hombre con la voluntad de quien administra todo». [DL VII, 87-88 = LS 63C; trad. Brunschwig / Pellegrin.]

Como Platón en Timeo (90a-d), Crisipo enfatiza los vínculos entre la naturaleza de los seres humanos y la naturaleza del kosmos. Así como la razón es, en el Timeo, el espíritu guardián que hay que mantener en buen orden según el modelo del alma cósmica, Crisipo quiere que este espíritu guardián armonice con la voluntad de un principio divino que es radicalmente inmanente en el mundo[4].

I

Séneca y Epicteto tienen en común el motivo que servirá de hilo conductor: la comparación entre el estado de Zeus en el momento de la conflagración total del universo y la condición humana. Es notable en sí mismo que estos autores compartan este motivo esencial, y en términos muy similares, como veremos. Con demasiada frecuencia, los estoicos romanos se distinguen entre sí por el idioma en el que han elegido comunicarse, latín o griego, y perdemos de vista el hecho de que pertenecen a la misma tradición filosófica.

En su De Vita Beata, Séneca examina el problema de las relaciones que puede tener un ser humano con los objetos externos:

«(a) Que la razón [¿humana?] busca los estímulos de los sentidos y que, eligiéndolos como punto de partida (porque no tiene otro lugar desde donde despegar y precipitarse hacia lo verdadero), vuelve sobre sí misma. (b) El mundo que todo lo abarca, Dios que gobierna el universo también tiende a exteriorizarse a sí mismo, pero sin embargo, vuelve a sí totalmente de todas partes (c) Que nuestra alma haga lo mismo: cuando, habiendo seguido los sentidos que la animan, se haya extendido a través de ellos hacia los objetos externos, sea dueña de éstas y de sí misma». [De Vita beata VIII, 4 trad. Bourgery.]

Encontramos la justificación filosófica de esta analogía entre los seres humanos y dios en el pasaje de Crisipo que ya hemos citado y del que se hace eco Séneca en este capítulo de De Vita beata. «Vivir según la naturaleza» para un ser humano, según los estoicos, significa armonizar la razón individual con el principio divino o razón divina, razón que, a su vez, gobierna todo el universo ordenado. Esta analogía se transforma en un isomorfismo real a nivel físico si tenemos en cuenta que el alma, y ​​a fortiori la razón humana, es una "parte" (apospasma) de la respiración (pneuma) que constituye el principio divino[5]. Es también uno de los temas predilectos de Marco Aurelio: darse cuenta de la verdadera condición humana significa recordar que el ser humano tiene su origen en el principio divino[6]. Séneca lo expresa de esta manera:

«Pero (si alguien tiene en su cuerpo virtud e intrepidez),ése iguala a los dioses, tiende hacia ellos consciente de su origen. Nadie actúa con imprudencia al esforzarse por escalar el lugar del que había descendido. Pues, ¿qué te impide pensar que existe algún destello divino en quien es parte de la divinidad? Todo este mundo que nos rodea es unidad y es Dios; somos partes y miembros de él». [Epístolas. 92.30, trad. Juan Mariné Isidro & Ismael Roca Meliá]

Por tanto, entenderse a uno mismo va de la mano con la comprensión del mundo. Séneca no duda en sus cartas en utilizar una frase corta que evoca un entramado de relaciones muy complicado: «conocimiento de uno mismo y de la naturaleza» (sui naturaeque cognitio, Ep. 82.6; cf. también 95.12, 65.15-16, 65,18 sq). Esto no le impide, en pasajes como la introducción al séptimo libro de De Beneficiis o el Prefacio al tercer libro de las Quaestiones Naturales, despotricar contra aquellos que se pierden en investigaciones sobre oscuros detalles de las ciencias naturales. Sin embargo, como han demostrado claramente los análisis de Michel Foucault, estos pasajes no son un rechazo categórico de la ciencia, sino, por el contrario, son un llamamiento a una buena práctica de estas investigaciones[7]. Para los estoicos, estudiar las ciencias naturales es dar absoluta prioridad al vínculo entre el yo y la razón divina que ordena el mundo dentro de él. También pertenecemos a la naturaleza y a la comunidad de Dios y los hombres. La forma real de encerrarse en uno mismo es al mismo tiempo el acercamiento correcto a la naturaleza y viceversa. Séneca puede, por tanto, concluir que «haber contemplado el mundo con los ojos del espíritu» significa «el dominio sobre los vicios»[8]. 

En el pasaje ya citado de De Vita Beata de Séneca, la «relación de nuestra alma con los objetos externos» tiene un interés epistemológico: dado que los sentidos son el punto de partida de la razón, que no tiene otro, la razón debe externalizarse en el proceso del conocimiento para tener acceso a los objetos sensibles. Pero este proceso, como dice Séneca, no conduce automáticamente a la alienación, a la pérdida de uno mismo.

Sin embargo, nuestras relaciones con los objetos externos no se limitan al proceso epistemológico. En primer lugar, también hay que satisfacer las necesidades del cuerpo, como la alimentación y la protección a través de la ropa y la vivienda, y el deseo de adquirir bienes materiales en general. Sin embargo, los “objetos externos” que son otros seres humanos son más importantes para nosotros en nuestras relaciones sociales. En vista de la importancia de los deberes sociales en el estoicismo, estos otros plantean una cuestión filosófica muy importante. ¿Cómo podemos cuidar de los demás sin perder el control de uno mismo o la conexión con el principio divino?

La dimensión social aparece más claramente en un segundo pasaje de Séneca, esta vez de una de sus cartas:

«a)Con todo, ¿cuál ha de ser la vida del sabio, si queda sin amigos, metido en prisión, o abandonado entre gente extraña, o detenido en una larga travesía, o arrojado a una playa desierta?» (b) Cual es la de Júpiter, cuando destruido el mundo, confundidos los dioses en uno, quedando poco a poco inactiva la naturaleza, se recoge en sí mismo entregado a sus pensamientos. (c)Algo similar hace el sabio: se concentra en sí mismo, vive para sí mismo y toma esposa; se contenta consigo mismo y engendra hijos; se contenta consigo mismo y, en cambio, no viviría si tuviera que hacerlo sin sus semejantes». [Epístolas. 9, 16-17; trad. Juan Mariné Isidro & Ismael Roca Meliá] 

¿Cómo se comportará el sabio estoico en una profunda crisis existencial, especialmente cuando se vea privado de sus amistades y otras formas de apoyo social? La vida del universo también experimenta "crisis" periódicas: una vez establecido el orden del kosmos, el ciclo vuelve a sí mismo y todo se destruye, o se reabsorbe en el principio divino, y finalmente en una conflagración total, que ni siquiera perdona a los dioses y deja al mismo Zeus "solo" con sus pensamientos, como un sabio exiliado en una isla desierta. Así como Zeus está completamente seguro de sí mismo, el sabio sabrá cómo mantener la calma y salvar su felicidad; será autosuficiente. Esta autosuficiencia, el sabio nunca la abandona, incluso cuando está en medio de la sociedad e involucrado en las relaciones familiares.

El tercer pasaje clave proviene de Epicteto, que sabe combinar hábilmente la dimensión epistemológica con la de los vínculos sociales:

(a) «Que si el estar solo es bastante para ser solitario, di tú que Zeus en la conflagración del mundo, está solo y se complace a sí mismo: "¡desdichado de mí, que no tengo a Hera ni a Atenea ni a Apolo y ni siquiera un hermano o un hijo o un descendiente o un pariente!". (b) Pero no ha de estar uno en absoluto menos preparado para poder bastarse a sí mismo, para poder uno convivir consigo mismo. (c) Igual que Zeus convive consigo mismo y se mantiene en paz en sí mismo y medita cómo es su propio gobierno y se mantiene en meditaciones que le son adecuadas, (d) así también seamos nosotros capaces de hablar con nosotros mismos, de no necesitar a otros, de no andar escasos de entretenimientos: examinar el gobierno divino, nuestras relaciones con los demás, observar cómo nos comportábamos antes frente a los acontecimientos y cómo ahora. cuáles son las cosas que aún nos atormentan, cómo podrían, también ellas, ser remediadas, cómo podrían ser extrirpadas;y si alguna de estas cosas necesita perfeccionamiento, perfeccionarla según su razón» [Disertaciones III, 13, 4, trad. Paloma Ortiz García]

 

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Gretchen Reydams-Schils
Le sage face à Zeus: Logique, éthique et physique dans le stoïcisme impérial
Articulo publicado en Revue de métaphysique et de morale · Enero 2005
Traducción: Yerko Isasmendi


Notas

1) Plutarque, Stoic. rep. 1035c & e ; DL VII, 40.
2) Stoic. rep. 1035a-b.
3) J. Brunschwing, «On a Book-Title by Chrysippus : “On the Fact that the Ancients Admitted Dialectic along with Demonstrations”», Oxford Studies in Ancient Philosophy, 1991, suppl., p. 81- 95, recopilado y traducido en estudios de filosofía antigua, Paris, PUF, 1995, p. 233-250 ; J. Annas, The Morality of Happiness, New York-Oxford, Oxford University Press, 1993, p. 163 s. ; J. Cooper, «Eudaimonism and the Appeal to Nature in the Morality of Happiness : Comments on Julia Annas, The Morality of Happiness », Philosophy and Phenomenological Research, LV, 3, p. 587-598 (suivi d’une réponse de J. Annas) ; G. Betegh, « Cosmological Ethics in the Timaeus and Early Stoicism », Oxford Studies in Ancient Philosophy, XXIV, 2003, p. 273-302 ; J. Mansfeld, « Zeno on the Unity of Philosophy », Phronesis, XLVIII, 2003, p. 116-131.
4) G. Reydams-Schils, Demiurge and Providence : Stoic and Platonist Readings of Plato’s Timaeus, Turnhout, Brepols, 1991.
5) SVF I, 123-133 ; II, 738-760 ; Ep. 92.27 s.
6) Marco Aurelio, IV, 14, IV, 40.
7) M. Foucaulft, L’Herméneutique du sujet. Cours au Collège de France. 1981-1982, Paris, Gallimard-Éd. du Seuil, 2001 ; B. Inwood, « God and Human Knowledge in Seneca’s Natural Questions », dentro de A. Laks y D. Frede (éd.), Traditions of Theology. Studies in Hellenistic Theology, its Background and Aftermath, Leyde, Brill, 2002, p. 119-157.
8) QN III, Préface 10.

martes, 5 de enero de 2021

El problema de los Anti- Madhhab Parte I

 


El mayor logro de la Umma en el último milenio ha sido sin duda su interna cohesión intelectual. Casi desde el siglo V de la Hégira hasta el día de hoy, a pesar del drama externo del choque de las distintas dinastías, los musulmanes sunníes han mantenido una actitud casi inagotable de respeto religioso y de fraternidad entre ellos. Es un hecho notable que prácticamente no hubo guerras religiosas, persecuciones o disturbios durante este período de tiempo.

La historia de los movimientos religiosos sugiere que esto es un resultado inusual. El punto de vista normal sociológico, según lo expuesto por Max Weber y sus discípulos, es que las religiones disfruten de un período inicial de unidad, y luego deriven en un faccionalismo rivalista cada vez más encarnizada liderado por las jerarquías. El cristianismo ha proporcionado el ejemplo más obvio de esto, pero se podrían añadir muchos otros, incluyendo las creencias seculares como el marxismo. En vista de ello, la capacidad del Islam para evitar este destino es asombroso, y exige un análisis cuidadoso.

Hay, por supuesto, una explicación francamente religioso. El Islam es la religión final, es el último autobús a casa, y como tal ha sido divinamente protegida de las formas de terminales de la decadencia. Es cierto que lo que Abdul Wadod Shalabi ha llamado entropía espiritual[1], ha estado trabajando desde la inauguración del Islam, un hecho que está bien atestiguado por una serie de hadices. Sin embargo, la Providencia no ha descuidado la Umma. Si bien es cierto la piedad islámica, ha ido desapariciendo en cuanto a calidad, se le ha dado los mecanismos que le permiten conservar gran parte del sentido de la unidad de sus días de gloria. Dondequiera que los errores de los emires y los políticos pudieran llevarnos, la hermandad de los creyentes - una realidad en los inicios del cristianismo y algunas otras religiones - continúa por mil cuatrocientos años, al ser un principio convincente para la mayoría de los miembros de la comunidad final y definitiva de la revelación, que es el Islam. La razón es simple e indiscutible: Al.lâh nos ha dado esta religión como su última palabra, por lo que debe soportar, con lo esencial del tawhid, el culto y la ética intactas, hasta los últimos días.

Esa explicación tiene méritos evidentes. Pero todavía tendríamos que explicar algunas dolorosas excepciones a la regla en la primera fase de nuestra historia. El Profeta Muhammad le había dicho a sus compañeros, en un hadiz narrado por el Imam Tirmizi, «todo aquel de entre vosotros que me sobreviva vera un enorme conflicto». Las divisiones iniciales: la desastrosa rebelión contra Uzman[2], el choque entre Ali y Muawiya[3], la sangrienta escisión de los jariyíes(4) - todos estos llevaron los cuchillos de la discordia al cuerpo político musulmán casi desde el principio. Sólo la cordura y el amor inherente a la unidad entre los estudiosos de la Umma - asistidos, sin duda, por la Providencia - superó los espasmos iniciales de las facciones, y creó un sunnismo fuerte y armonioso, al menos en el plano puramente religioso, unidad del noventa por ciento de la Umma en un noventa por ciento de su historia[5].

Nos ayudará en gran medida a entender nuestra situación moderna - cada vez más dividida - si miramos de cerca a esas fuerzas que nos han dividido en el pasado distante. Hubo muchos de ellas, algunas muy excéntricas, pero sólo dos tomaron la forma de movimientos populares, impulsados por una ideología religiosa, y en rebelión activa contra la fe mayoritaria y la erudición. Por buenas razones, estos dos movimientos adquirido los nombres de Jarijismo y shi´ísmo. A diferencia del sunnismo, ambos producieron un gran número de grupos disidentes y sub-movimientos, pero sin embargo, se mantuvieron como movimientos reconocible por su disidencia, debido a su capacidad de expresar las dos grandes divergencias de opinión general sobre temas claves de la fuente de la autoridad religiosa en el Islam.

Enfrentando lo que ellos veían como el deslizamiento moral de los primeros califas, los partidarios póstumo de Ali desarrollaron una teoría de la autoridad religiosa que partió de la supuesta anterior igualidad de la adquisición de derechos en la sucesión carismática de los imâmes. No tenemos por qué detenernos aquí a examinar la cuestión de si esta idea fue influenciado por el fondo ideologico de los cristianos de Oriente, de parte de algunos de los primeros conversos, que habían sido criados bajo la idea de la mistica sucesión apostólica de Cristo, un regalo que supuestamente le dio a la Iglesia la capacidad única de leer la mente de las generaciones posteriores. Lo que hay que apreciar es que el shi´ismo, en sus múltiples formas, se reveló como una respuesta a la falta ampliamente percibida de una autoridad religiosa definitiva en la sociedad islámica. A medida que el periodo de los Califas Rectos llegó a su fin, y los gobernantes omeyas se salian cada vez más visiblemente del estilo de vida esperado de los llamados "Comandantes de los Creyentes", las fuertementes divergencias y las aun nacientes escuelas de fiqh parecían inadecuadas como fuente de una fuerte y no ambigua autoridad en materia religiosa. De ahí la seducción irresistible a menudo de la idea de un imâm infalible[6].

Esta explicación del aumento de Imamismo también ayuda a explicar la segunda fase de la gran expansión shi´í. Tras el éxito del renacimiento sunnita del siglo V, cuando el sunnismo parecía por fin haberse convertido en un sistema totalmente coherente, el shi´ísmo entró en un eclipse lento. Su ala extrema, que se manifiesto en el ismailismo, recibió un duro golpe a manos del Imam al-Ghazali, cuyo libro "Fadâ'ih al-Bâtiniyya" expuso y refuto sus doctrinas secretas con una fuerza devastadora[7]. Esta hizo declinar la suerte shi´ita hasta mediados del siglo VII, cuando las hordas mongoles bajo Genghis Jan invadieron y destruyeron las tierras centrales del Islam. El ataque fue increíblemente duro: se nos dice, por ejemplo, que de cada cien mil habitantes de la ciudad de Herat, sólo cuarenta supervivientes salieron de las ruinas humeantes al inspeccionar la devastación[8]. A raíz de esta ola de violencia, las recientes ciudades destruidas fueron pobladas por recientemente convertidos nómadas turcomanos. Ante el asesinato de ulemas sunnitas  y en un ambiente general de miedo, turbulencia, emergió la expectativa mesiánica que rápidamente derivo al extremismo en la forma de creencias shi´ítas[9]. El triunfo del shi´ísmo en Irán, un país que alguna vez fue leal al sunnismo, se remonta a ese período doloroso[10].

El otro gran movimiento disidente a principios de Islam fue el de los jariyíes, literalmente, los separatistas, llamados así porque se separaron del ejército del califa ´Alí, cuando este llego a un acuerdo en su disputa con Mu'awiya a través del arbitraje. Invocando la consigna del Corán, «El juicio es sólo de Al.lah», lucharon encarnizadamente contra ´Ali y su ejército que incluía a muchos de los líderes de los Compañeros, hasta que ´Ali los derroto en la batalla de Nahrawan, donde unos diez mil de ellos murieron[11].

Aunque los primeros jariyíes fueron destruidos, el jarijismo sobrevivio. Tal como fue formulado, se convirtió en el opuesto exacto del shi´ísmo, rechazando cualquier noción de liderazgo carismático o heredado, y haciendo hincapié en que el liderazgo de la comunidad de los creyentes debe ser decidido solo por la piedad. Esto fue evaluado por criterios muy rudimentario: los primeros jariyíes eran conocidos por la dureza extrema en sus devociones, y por la dura doctrina que cualquier musulmán que comete un pecado mayor es un incrédulo. Esta noción de Takfir (declarar a los musulmanes fuera del Islam), permitió que los grupos jarijíes, acamparán en los remotos distritos de las montañas de Juzestán, atacando los asentamientos de musulmanes que habían aceptado la autoridad de los Omeyas. Los no jariyíes fueron sacrificados de forma rutinaria en dichas operaciones, lo que llevo represalias sin piedad,  por parte de los generales Omeyas, tales como al-Hajjaj ibn Yusuf. Pero a pesar de la aparente desesperanza de su causa, los ataques continuaron por parte de los jarijíes. El califa ´Alí fue asesinado por Ibn Muljam, un sobreviviente de Nahrawan, mientras que el erudito del Hadiz, el Imam al-Nasa'i, autor de una de las colecciones más respetadas de la sunna, fue asesinado también por los fanáticos jarijíes en Damasco en el 303/915[12].

Al igual que el shi´ísmo, el jarijismo causo una gran inestabilidad en Irak y Asia Central, y en ocasiones en otros lugares, hasta los siglos cuarto y quinto del Islam. En ese momento, algo histórico ocurrió. El Sunnismo logro unirse en un detallado sistema que estaba muy bien elaborado, por lo que, obviamente, fue el camino de la gran mayoría de los ulemas, y la atracción de los movimientos rivales disminuyo drasticamente.

Lo que sucedió fue esto. El Islam sunnita, que ocupa el término medio entre los dos extremos del igualitarismo del jarijismo y la jerarquizació del shi´ísmo, desde hace mucho tiempo estuvo preocupado por las disputas sobre su propio concepto de autoridad. Para los sunníes, la autoridad, por definición, recae en el Corán y la Sunna. Pero frente a la enorme cantidad de hadices, que habían sido esparcidos en diversas formas y narraciones a lo largo y ancho del mundo islámico después de las migraciones de los compañeros y los seguidores, la Sunna a veces es difícil de interpretar. Incluso los colecciones de hadices seguras había sido tamizados de esta gran masa de material, que ascendió a varios cientos de miles de informes de hadiz, habiendo algunos hadices que parecían estar en conflicto unos con otros, o incluso con versos del Corán. Era evidente que los enfoques simplistas como la de los jariyíes, a saber, el establecimiento de un pequeño corpus de hadices y la obtención de las doctrinas y las leyes directamente de ellos, no iba a funcionar. Las contradicciones internas eran muy numerosos, y las interpretaciones derivadas eran demasiado complejas, para que los cadíes pudieran repartir justicia con sólo abrir el Corán y las colecciones de hadiz en una página apropiada.

Las razones subyacentes a los casos de aparente conflicto entre diversos textos revelados fueron examinadas de cerca por los primeros eruditos, a menudo en medio de un prolongado debate entre mentes brillantes, armadas con la más perfecta memoria fotográfica. Gran parte de la ciencia de la jurisprudencia islámica (usul al-fiqh) fue desarrollado con el fin de establecer mecanismos coherentes para resolver estos conflictos de una manera que garantizará la fidelidad a la filosofía básica del Islam. El término ta'arud al-adilla (contradicción mutua de textos de prueba) es familiar a todos los estudiantes de la jurisprudencia islámica como uno de los más sensibles y complejos de todos los conceptos jurídicos[13]. Los primeros sabios como Ibn Qutayba se sintieron obligados a dedicar libros enteros sobre el tema[14].

Los ulemas de usul reconocieron como hipótesis inicial que los conflictos entre los textos revelados no eran más que los conflictos de interpretación, y no podría reflejar inconsistencias en el mensaje del legislador transmitido por el Profeta. El mensaje del Islam había sido perfectamente transmitido antes de su fallecimiento, y la función de los estudiosos posteriores era exclusivamente una cuestión de interpretación, no de enmienda.

Armado con este conocimiento, el erudito islámico, al examinar los textos problemáticos, comienza por analizar una serie de pruebas preliminares de académicos y métodos de resolución. El sistema desarrollado por los primeros 'ulemas es que si dos textos coránicos o hadices parecía estar en contradicción entre sí, entonces el estudiante debe primero analizar los textos de lingüística, para ver si la contradicción se debe a un error en la interpretación del árabe. Si la contradicción no puede resolverse por este método, entonces debe tratar de determinar, sobre la base de una serie de técnicas textuales, legal e historiográficos, si uno de ellos está sujeto a takhsis, es decir, se refiere a circunstancias especiales, sólo, y por lo tanto constituye una excepción específica del principio más general enunciado en el texto[15]. El jurista también debe evaluar el estado textual de los informes, recordando el principio de que un versículo del Corán corrige a un hadiz relatado por un solo isnad (el tipo de hadices conocida como Ahad), al igual que un hadiz suministrado por muchos isnads (mutawatir o Mashhur)[16]. Si después de aplicar todos estos mecanismos, el jurista considera que el conflicto se mantiene, entonces debe investigar la posibilidad de que uno de los textos fue objeto de derogación formal (nasj) por el otro.

Este principio de nasj es un ejemplo de cómo, cuando se trata de la delicada cuestión de ta'arud al-adilla, los 'ulemas sunníes fundaron su enfoque en las políticas de texto que ya había sido reconocido muchas veces durante la vida del Profeta. Los compañeros sabían del 'ijma durante los años de ministerio del Profeta, como el los enseños y los nutrio, y los trajo de la naturaleza salvaje del paganismo a la trayectoria sobrio y compasivo del monoteísmo, su enseñanza había sido la forma de mantener el ritmo de su desarrollo. El mejor ejemplo conocido de esto fue la prohibición progresiva del vino, que había sido desalentado por un versículo temprano del Corán, luego condenado, y finalmente prohibido[17]. Otro ejemplo, que toca un principio aún más básico, que es la oración canónica, que en un principio se ordenado a la Umma rezar sólo dos veces al día, pero tras el Mi'raj, el número de rezos aumentó a cinco veces al día. El Mut'a[18] (matrimonio temporal) se permito en los primeros días del Islam, pero fue prohibido posteriormente cuando las condiciones sociales se desarrollaron, el respeto por las mujeres creció, y la moral fue firme[19]. Hay otros ejemplos de esto, la mayoría están fechados en los años inmediatamente posteriores a la Hégira (emigración), cuando las circunstancias de la joven Umma cambió de manera radical.

Hay dos tipos de naskh : explícitos (Sarih) o implícitos (dimni)[20]. El primero se identifica fácilmente, ya que implica que los textos que especifican un fallo anterior van a cambiar. Por ejemplo, en el versículo en el Corán (2:142), que ordena a los musulmanes a orar a la Kaaba en lugar de a Jerusalén[21]. En la literatura de los hadices esto es aún más frecuente, por ejemplo, en un hadiz narrado por Muslim, leemos: «Yo les prohibia visitar las tumbas, pero ahora deben visitarlas» (Muslim, Mishkat p.154)[22]. Comentando sobre esto, los ulemas del hadiz explica que a principios de Islam, cuando las prácticas idólatras estaban todavía frescas en la memoria de la gente, visitar las tumbas había sido prohibido por el temor de que algunos nuevos musulmanes pudieran cometer shirkallí. Cuando los musulmanes se hicieron más firmes en su monoteísmo, esta prohibición fue descartada ya que no era necesario, por lo que hoy es una práctica recomendada - para los musulmanes- ir a visitar las tumbas para rezar por los muertos y para se nos recuerde la ajira[23].

El otro tipo de naskh es más sutil y, a menudo impone la brillantez de los primeros ulemas hasta el límite. Se trata de textos que anulan los anteriores, o los modifican sustancialmente, pero sin llegar a afirmar que esto ha tenido lugar. Los ulemas han dado muchos ejemplos de esto, incluidos los dos versos en la Sura La vaca que da diferentes instrucciones en cuanto al período para el cual las viudas deben esperar su herencia (2:240 y 234)[24]. Y en la literatura de los hadices, está el ejemplo del incidente en el que el Profeta una vez dijo a los compañeros que cuando el orará sentado porque estaba agobiado por alguna enfermedad, ellos deberían estar sentados detrás de él. Este hadiz fue narrado por el imam Muslim. Y sin embargo, nos encontramos con otro hadiz, también narrado por Muslim, que registra un incidente en el que los Compañeros rezaba de pie, mientras que el Profeta estaba sentado. La aparente contradicción ha sido resuelta por un cuidadoso análisis cronológico, que demuestra que este último incidente tuvo lugar después, y por lo tanto tiene prioridad sobre el primero[25]. Esto ha sido debidamente registrada en el Fiqh por los grandes eruditos.

Las técnicas de identificación del naskh han permitido que los 'ulemas pudieran resolver la mayoría de los casos reconocidos de ta'arud al-adilla. Lo que exige un conocimiento riguroso y detallado, no sólo de las disciplinas del hadiz, sino de la historia, sira, y de las opiniones expresadas por los compañeros y otros estudiosos de las circunstancias que rodean la génesis y la exégesis del hadiz en cuestión. En algunos casos, los académicos del hadiz viajaron por todo el mundo islámico para localizar la información correspondiente requerida para un solo hadiz[26].


Shaij Abdal-Hakim Murad
Fuente: Masud.co.uk
Traducción: Yerko Isasmendi


Notas

1) Abdul Wadod Shalabi, Islam: Religion of Life (2 nd ed., Dorton, 1989), este es el significado del famoso hadiz «la mejor generación es la mía, en segundo lugar la siguiente, luego las que le sucedieron». (Muslim, Fada'il al-Sahaba, 210, 211, 212, 214)
2) El Jalifa fue asesinado por los rebeldes musulmanes de Egipto, cuyos agravios incluyen su supuesta "innovación" de la introducción de un texto estándar del Sagrado Corán. (Es evidente que la creencia entre algunos musulmanes modernos que no puede haber tal cosa como una "innovación buena" (bid `a hasana) tiene una larga historia!) Para la historia completa, consulte las páginas 63-71 MA Shaban, Islamic History AD 600-750 (AH 132): A New Interpretation (Cambridge, 1971).
3) Shaban, 73-7.
4) Sobre los Jariyíes consultar Imam al-Tabari, History , vol. XVIII, traducido por M. Morony (New York, 1987), 21-31. r M. Morony (Nueva York, 1987), 21-31. Su alegría monstruosa por haber asesinado al califa 'Ali ibn Abi Talib se registra en la página 22.
5) Para una reseña de la evolución histórica de la jurisprudencia islámica , véase Ahmad Hasan, The Early Development of Islamic Jurisprudence (Islamabad, 1970); Hilmi Ziya Ulken, Islam Dusuncesi (Istanbul, 1946), 68-100; Omer Nasuhi Bilmen, Hukuki Islamiyye ve Istalahati.
6) Para una breve reseña del shiísmo, véase C. Glasse, The Concise Encyclopedia of Islam (london, 1989), 364-70.
7) Fada'ih al-Batiniya , ed. `Abd al-Rahman Badawi (Cairo, 1964)
8) Para una información detallada pero muy legible de los ataques mongoles, véase B. Spuler, History of the Mongols, based on Eastern and Western Accounts of the Thirteenth and Fourteenth Centuries (London, 1972); el relato más conocido por un historiador musulmán es `Ala’ al -Din al-Juwayni, Tarikh-i Jihangusha, traducido  por J.A. Boyle as The History of the World-Conqueror (Manchester, 1958).
9) Sobre la masacre de los ulemas, ver el dramático relato de Ahmad Aflaki, Manaqib al-`Arifin , ed. Tahsin Tazici (Ankara, 1959-61), I, 21, que afirma que 50.000 escolares fueron asesinados solo en la ciudad de Balkh.
10) La batalla crucial se libró en 873/1469, cuando el gobernante mongol de Irán fue derrotado por los turcomanos de la dinastía (sunita) Ak Koyunlu, que a su vez fueron derrotados por Shah Ismail, un extremo Shi `ita, en 906-7/1501, que inauguró el imperio Safavida que convirtió a Irán en un país Shi´i . ( The Cambridge History of Iran, VI, 174-5; 189-350; Sayyid Muhammad Sabzavari, tr. Sayyid Hasan Amin, Islamic Political and Juridical Thought in Safavid Iran [Tehran, 1989].)
11) Los jariyíes representan una tendencia que ha vuelto a aparecer en algunos círculos en los últimos años. Dividido en varias facciones, sus principios no fueron codificadas en su totalidad. Fueron textualistas, puritanso y anti-intelectuales, rechazaro la condición de nacimiento Quraishita pora su Imam, y declararon que todo el mundo fuera de su agrupación era kafir . Para algunas tematicas interesantes, véase M. Kafafi, 'The Rise of Kharijism', Bulletin of the Faculty of Arts of the University of Egypt , XIV (1952), 29-48; Ibn Hazm, al-Fisal fi'l-milal wa'l-nihal (Cairo, 1320), IV, 188-92; Brahim Zerouki, L'Imamat de Tahart: premier etat musulman du Maghreb (Paris, 1987).
12) Probablemente por haber escrito un libro celebrando las virtudes del califa Ali. Ver Ibn Hajar al-`Asqalani, Tahdhib al-Tahdhib (Hyderabad, 1325), I, 36-40.
13) Ver por ejemplo, Imam al-Haramayn al-Juwayni, al-Burhan fi usul al-fiqh (Cairo, 1400), §§1189-1252.
14) Ibn Qutayba, ta'wil Mukhtalif al-Hadith (El Cairo, 1326). Los lectores de la lengua francesa se beneficiarán de la traducción de G. Lecomte: Le Traite des divergences du hadith d'Ibn Qutayba (Damascus, 1962). También hay un estudio útil por Ishaq al-Husayni: The Life and Works of Ibn Qutayba (Beirut, 1950). Cabe destacar también de una obra posterior que toca aspectos más íntimos, por Imam al-Tahawi (d. 321): Mushkil al-Athar (Hyderabad, 1333), que es la más utilizada entre los ulema.
15) El Imam Abu'l-Wahid al-Baji (d. 474), Ihkam al-Fusul ila `Ilm al-Usul , ed.. A. Turki (Beirut, 1986/1407), §§184-207; Imam Abu Ishaq al-Sirazi (d. 476), al-Luma` fi usual al-fiqh (Cairo, 1377), 17-24; Juwayni, §§327-52, 1247; Imam al-Shafi`i, tr. Majid Khadduri, Al-Shafi`i's Risala: Treatise on the Foundations of Islamic Jurisprudence (Cambridge, 1987), 103-8.. Shafi `i ofrece una serie de ejemplos bien conocidos de los textos coránicos que se refieren a tajsis . Por ejemplo, el verso «Al ladrón y a la ladrona, cortadles las manos como retribución de lo que han cometido, como castigo ejemplar de Al.lah»(5:38) parece ser incondicional, sin embargo, está sujeta a tajsis por el hadiz que dice «No hay amputación (posible, si se coge) de la fruta colgada (de los árboles) o de un vedado en el monte…», y que «la mano no debe ser cortado a menos que el precio de la cosa robada sea de un cuarto de dinar o más». (Malik, Muwatta' , Abu Daud, Sunan ; see Shafi`i, Risala , 105.)
16) Mohammad Hashim Kamali, Principles of Islamic Jurisprudence (Cambridge, 1991), 356-65. Este excelente libro de un académico destacado en Afganistán es lejos el mejor resumen de la teoría de la ley islámica, y debería ser lectura obligatoria para cada musulmán que desea plantear cuestiones relativas a la Shari `a sus discípulos.
17) Los versos en cuestión son: 2:219, 4:43, 5:93 y. Ver Kamali, 16-17.
18) Kamali, 150; Ibn Rushd, The Distinguished Jurist's Primer , tr. Imran Nyazee y Muhammad Abdul Rauf (Reading, 1994), 97. Esta nueva traducción del gran clásico Bidayat al-Mujtahid , sólo el primer volumen está disponible en la actualidad, el cual es una explicación fascinante de los argumentos básicos en los textos de prueba (Adilla) utilizados por los estudiosos de la reconocida escuelas de jurisprudencia . Ibn Rushd fue un cadí Maliki , pero además presento las opiniones de otros estudiosos con respeto y objetividad. El trabajo es el ejemplo más conocido de un libro de la ciencia de la Shari `a `ilm al-khilaf (el "conocimiento de las decisiones variantes ', para conocer la definición el concepto de esta ciencia ver Imam Hujjat al-Islam al- Ghazali, al-Mustasfa min `ilm al-usul , [Cairo, 1324] I, 5).
19) Kamali, 150 quoting Shatibi, Muwafaqat, III, 63.
20) Kamali, 154-160; Baji, §§383-450; Shirazi, 30-5; Juwayni, §§1412-1454; Ghazali, Mustasfa , I, 107-129.. El  problema fue abordado sistemáticamente por primera vez por el Imam al- Shafi´ii: « Hay ciertos hadices que están de acuerdo unos con otros, y otros que son contradictorios entre sí, la cual se derogan y los hadices abrogados se distinguen claramente [en algunos de ellos], y en otros los hadices que se derogan, no se indican» ( Risala ., 179). Para los casos en los que el Santo Corán ha abrogado un hadiz , o (más raramente) un hadiz ha abrogado un verso del Corán, ver Ghazali, Mustasfa, I, 124-6; Baji, §429-39; Juwayni, §1440- 3. La sunna es capaz de anular el Corán, ya que también es una revelación (wahy), como el imân al-Baji lo explica, «En la sunna del bendito Profeta Bendito en realidad nada se deroga, sino que sólo Al.lah ha cancelado la decisión del un pasaje del Corán. Por lo tanto, la derogación, en realidad, viene de Al.lah» . (Baji, § 435).
21) Para conocer casos de derogación, ver Shafi`i, Risala (Khadduri), 133.
22) Muslim, Jana’iz, 100. En su versión en español Muslim, Mishkat p.154
23) Kamali, 154.
24) Kamali, 155; ver también Shafi`i, Risala (khadduri), 168.
25) Sayf ad-Din Ahmed Ibn Muhammad, Al-Albani Unveiled: An Exposition of His Errors and Other Important Issues (London, 2nd ed., 1415), 49- 51; Ibn Rushd, The Distinguished Jurist’s Primer, 168 -170; Shafi`i, Risala (Khadduri), 199-202.
26) M.Z. Siddiqi, Hadith Literature, its Origins, Development and Special Features (Revised ed. Cambridge, 1993), 3, 40, 126