Órdenes Martinistas y Francmasonería en Francia desde la época de Papus (Parte II)



Continuo con la segunda y última parte del articulo "Ordres martinistes et franc-maçonnerie en France depuis l'époque de Papus" de Roger Dachez.

Y aún nos queda un tercer hombre, quién fue uno de los discípulos más cercanos del maestro, al cual Martinés le había dictado su tratado. Y su nombre era curiosamente como un eco del nombre de su maestro: era Louis-Claude de Saint-Martin, el tercer y último antepasado del Martinismo.

Provenía de una familia noble pero pobre y comenzó su vida adulta en el ejército, pero la vida militar no era para él, ya que era una persona muy amable, pacífica y soñadora, un cristiano devoto e inclinada al misticismo. Sin embargo, este hombre inteligente y bien educado, se convirtió en uno de los discípulos más entusiastas de Martinés, aunque no estoy seguro de que la palabra "entusiasta" sea apropiada para él. También se convirtió en masón y un amigo cercano de Willermoz. Después de la muerte de Martinès, se trasladó a Lyon para trabajar con Willermoz y tratar de transmitir la antorcha de su doctrina a los seguidores más jóvenes de su Maestro, pero después de algunos años, se desanimó. Nunca había estado muy entusiasmado con las ceremonias mágicas ni con la Masonería. En 1775, inició una nueva carrera: se convirtió en autor. Su primer libro  “Des erreurs et de la vérité” (El error y la verdad) era un libro enigmático. Voltaire dijo que nunca había leído nada tan tonto. De hecho, la redacción del libro parece alusiva y vaga, pero era como un mensaje codificado que contenia las principales creencias de Martinés, siendo en efecto una exposición de su doctrina. Es por eso que Saint-Martin decidió publicar este libro bajo un seudónimo. Todos sus libros aparecieron bajo el nombre de Le Philosophe Inconnu, (El Filósofo Desconocido). Pero, año tras año, Saint-Martin se hizo más conocido y algunos años después de la Revolución, en los círculos literarios de París, fue el "Filósofo más conocido". Sin embargo, Saint-Martin permaneció modesto y sencillo, hasta el final de su vida en 1803. En vida nunca había negado a su Maestro, pero había elegido para sí otro camino. Él lo llamó el "Camino del corazón": en donde no hay magia, no hay rituales, sólo meditación y oraciones. Podría decirse que no practicaba la teúrgia "operativa" sino "simbólica o especulativa".

A comienzos del siglo XIX, un nuevo siglo traía nuevos aires a Francia. La vieja sociedad estaba muerta. Martinès era un personaje lejano, y el Rito Escocés Rectificado había desaparecido en Francia cuando Willermoz murió en 1824 a los 94 años, sin dejar un sucesor. Al parecer, era el final de la historia de los Martinistas.

Y ahora podemos volver al comienzo de este artículo, donde les dije que, a finales del siglo XIX, la Francmasonería francesa se había convertido en casi una especie de partido político. Lo siento, pero todo esto ha sido sólo el prólogo.

La segunda mitad del siglo XIX no fue sólo una Edad de la Razón, como lo fue el siglo anterior, sino también y sobre todo una Era de la Ciencia. El positivismo era la filosofía actual y, en Francia, era la doctrina oficial de los líderes políticos progresistas. Cuando Emile Littré, un famoso filólogo y lexicógrafo, y el hijo espiritual de Auguste Comte, fundador del positivismo, fue admitido en París en la logia La Clémente Amitié del Gran Oriente de Francia, este hecho revistió carácter de evento nacional con gente llegando por cientos, la mayoría de ellos no masones, para ver la salida de Littré fuera del edificio de la logia.

Curiosamente, de la misma manera que el siglo XVIII había sido al mismo tiempo racionalista y místico, una nueva escuela de pensamiento apareció a mediados del siglo XIX en Francia -y también en Inglaterra- que se llamó "Ocultismo".

Dos hombres desempeñaron un papel importante en la definición de la doctrina de este movimiento intelectual: Eliphas Levi(6) y Stanislas de Guaïta(7). El primero fue por un breve período miembro de la masonería y en Inglaterra conoció a otros masones, algunos de los cuales participaron más tarde en la fundación de la Societas Rosicruciana en Anglia. Stanislas de Guaïta en cambio nunca fue masón, pero en 1888 fue el primer Gran Maestre de la "Orden Cabalística de la Cruz Rosada", un círculo esotérico dedicado a los "estudios ocultos". Al mismo tiempo, uno de sus amigos, miembro de la Chambre de direction (Cámara de Instrucción) de la Orden Cabalística, Gérard Encausse, creó una nueva Orden Iniciática, denominada l’Ordre Martiniste (Orden Martinista), de la cual fue su primer Gran Maestre y Presidente de su Consejo Supremo(8).

¿Pero quién era Gerard Encausse, este joven Gran Maestro de veintitrés años de edad? Nació en 1865 en España y fue educado en el Colegio Rollin de París donde su familia se trasladó después de su nacimiento.

Encausse se convirtió en un médico, un médico general, y gozo de un gran éxito entre sus pacientes. Pero muy temprano en su carrera, se sintió decepcionado por el positivismo oficial de la Facultad de Medicina. Era un tiempo en que la ciencia estaba haciendo extraños descubrimientos: por ejemplo, el electro-magnetismo o, algo más fascinante, como los rayos X!. Encausse comenzó a pensar que nada era "súper natural". Por esos años creó una revista llamada L'Initiation, que tenía como lema esta curiosa frase: "Lo Sobrenatural no existe". Sin embargo, Encausse estaba seguro que la magia era una realidad, no una ficción, y que la ciencia mostraba por qué y cómo era posible mover las cosas a distancia, por ejemplo. Creía en la astrología porque el magnetismo no se limitaba a nuestro planeta. En su mente no había contradicción entre la ciencia y la magia, puesto que no había discontinuidad entre la materia y el espíritu. Tenía menos de veinticinco años cuando publicó en 1891 un libro de casi 1.000 páginas titulado "Traité méthodique de Science occulte" (Tratado Metódico de la Ciencia Oculta). Era un libro heterogéneo con referencias no sólo al platonismo, al pitagorismo, a los misterios del antiguo Egipto, a la magia y a la cábala cristiana del Renacimiento, sino también a la electricidad y a la alquimia moderna. Encausse en dicho libro afirmaba que las ciencias modernas eran ya conocidas en el pasado y que habían sido enseñadas en Memphis o Atenas en círculos secretos. Esta antigua ciencia era la "Iniciación".

Para revelar todos estos antiguos secretos había tomado el nombre místico de Papus, y para promover su doctrina necesitaba una sociedad secreta, por lo que trato sin éxito de unirse a la Francmasonería. En ese tiempo, el estudio de la magia y la iniciación no se consideraba una preocupación típica masónica en Francia, por lo que las logias del Gran Oriente, así como las de la Gran Logia se negaron a admitirlo como un masón - por lo que decidió crear algo así como un “Súper-Masonería", llamándola l'Ordre Martiniste.

Papus no era realmente un conocedor de la doctrina de Martinès y tenía un conocimiento muy superficial de las obras de Saint-Martin. Su acercamiento era bastante confuso y no diferenciaba realmente entre los "Elus Coens", el "Rito Escocés Rectificado" e incluso el "camino del corazón" de Saint-Martin. Para Papus Martinés, Willermoz y Saint-Martin tenían algo en común: su interés por los asuntos espirituales. El Tratado de Martinès era demasiado complejo, el Rito Escocés Rectificado había desaparecido -excepto en Suiza, que era otro mundo para él-, pero aún era posible leer libros escritos por Saint-Martin y parecían fáciles de entender.

Papus creó su Orden de la nada y era consciente de que Saint-Martin, en los últimos años de su vida, se había negado a seguir siendo masón. Además, existía una clara incompatibilidad entre la doctrina espiritual del Filósofo Desconocido y una iniciación ritual. Sin embargo, Papus, alrededor de 1890, escribió el primer ritual de la Orden Martinista con tres grados: “Associate”, “Initiate” y “Superieur Inconnu”, el grado más alto. Los grupos martinistas eran llamados "logias", pero el Maestro de una logia Martinista era un "Philosophe Inconnu"(9). El trabajo fue muy interesante porque Papus introdujo nuevos símbolos, especialmente la "Máscara del Iniciado" y la "Capa del Sabio".

En pocos años, se crearon cinco o seis logias en París y en todas ellas había masones, pero por supuesto, la Orden nunca recibió ningún reconocimiento de los cuerpos masónicos. Alrededor de 1895, una rama americana fue fundada y su líder, Edward Blitz, escribió un nuevo ritual de la Orden. Esta nueva versión estaba fuertemente influenciada por los rituales masónicos, la cual fue traducida en 1913 por un miembro prominente de la orden francesa, Charles Detré, que era un traductor profesional en Londres.

Pero la Guerra Mundial estalló en 1914 y Papus murió en 1916. Después de la guerra, Charles Detré ocupó el rango de Gran Maestro, pero su legitimidad fue cuestionada. Una nueva Orden Martinista fue establecida en 1920 por Víctor Blanchard, la Orden Martinista & Sinárquica. Más tarde, en 1931, otra rama fue creada por Jean Chaboseau, miembro del Consejo Supremo de la Orden: esta tercera Orden fue llamada Orden Tradicional Martinista. Desde entonces, se han creado más de diez órdenes, a menudo muy, muy pequeñas, pero no tengo intención, en esta charla, de contar la historia completa y poco interesante de estos cuerpos.

Desde 1930, ha habido grupos martinistas en Bélgica, Suiza, Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y en algunos países más exóticos. En Francia, donde la Orden Martinista fue creada hace poco más de un siglo, nunca llego a convertirse en una gran organización. Para concluir, quisiera sugerir que el Martinismo, en el sentido moderno de la palabra, fue creado en Francia sólo porque en ese momento la Francmasonería francesa había olvidado el lado espiritual del ritual masónico. Para los francmasones franceses, en los años 1880, la Masonería enseñaba una ética republicana, descrita como “une haute morale laïque” (un alto código moral secular), porque al mismo tiempo tenían que luchar contra el poder de una Iglesia que, desde 1738, nunca había aceptado la existencia de la Francmasonería. Papus no era católico, aunque se casó y fue enterrado según el rito católico, pero afirmaba ser un "cristiano libre", y políticamente progresista. También pensaba que la naturaleza era misteriosa e inteligible, y creía que la Era de la Ciencia era la Era de una nueva Revelación. Para Papus, el tiempo traería una reconciliación de la ciencia y la religión, la filosofía y el misticismo, la racionalidad y la espiritualidad. Por eso creo que el martinismo, según la opinión de Papus, fue un precursor de la Nueva Era.

Un siglo después, son pocos los martinistas en Francia, muchos de ellos también son masones, y para ellos el Martinismo es como una orden para-masónica dedicada  a los estudios esotéricos o místicos. Pero hoy en día la mayoría de los francmasones franceses probablemente estarían de acuerdo con las principales ideas de Papus que sus predecesores algunas décadas antes habían visto con desdén.

Es también por eso que la historia del Martinismo es tan paradójica. En el siglo XVIII, el "primer" Martinismo, que cubría muchas cosas diferentes, llegó a su fin en la Era de la Razón. En el siglo XIX, el segundo Martinismo, sin ninguna relación real con el primero, apareció y se desarrolló en la Era de la Ciencia. Y hoy en día sigue siendo, como la mayoría de las veces, "un objeto iniciático no identificado": lleno de contradicción, de poesía, de hipótesis audaces y de ideas generosas pero a veces absurdas. Permítanme decir, en una palabra: tan francés ...



Roger Dachez
Traducción: Yerko Isasmendi

Parte I

Notas

6) Jean-Pierre Laurant, ‘Eliphas Lévi (ps. of Alphonse Louis Constant’, Dictionary of Gnosis and Western Esotericism (Leiden, 2005), pp. 689-692.
7) William Quinn, ‘Guaïta Stanislas, Marsquis de’, Dictionary of Gnosis and Western Esotericism (Leiden, 2005), pp. 441-445.
8) Jean-Pierre Laurant, ‘Papus (ps. of Gérard Anaclet Vincent Encausse)’, Dictionary of Gnosis and Western Esotericism (Leiden, 2005), pp. 913-915. También ver Marie-Sophie André & Christophe Beaufils, Papus, biographie (Paris,1995).

9) Marco Pasi, ‘Martinism: Second Period’, Dictionary of Gnosis and Western Esotericism (Leiden, 2005), pp. 780-785.

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