Iman, Kafir y Takfir



Muchas personas hoy en día leen una expresión descrita en los libros de la ley islámica como incredulidad, y cuando se dan cuenta que algunos musulmanes, que ellos creen o que les han contado que tienen estas ideas, los señalan como kafir. Cargar a los musulmanes con la incredulidad (takfir) es una monstruosidad a los ojos de Al.lah. Se trata de la fitna que destruyó las religiones anteriores, y cuyo fuego en época islámica, fue aplastado tras la derrota de los jariyíes; sólo para ser revivido en una escala mayor casi mil años más tarde por la secta wahabí de Arabia en el siglo XVIII, de ahí que su aceptación se ha extendido hoy, abarcando a un gran número de musulmanes ortodoxos, convirtiéndose la bida' de nuestro tiempo en uno de los temas islámicos más confusos. Una respuesta cuidadosa a la pregunta, conlleva primero entender lo que significa kufr, tanto en lo que respecta a uno mismo y a los demás; antes de sacar conclusiones generales sobre lo que establece legalmente o absuelve a una persona de la carga de incredulidad.

I. A sí Mismo

La vida es un juego de azar, en donde lo que está en juego es el paraíso o el infierno. Al.lah nos ha explicado que todo aquel que muere en un estado de incredulidad, sin excusa, será castigado en el infierno para siempre, al igual que el que evita la incredulidad, alcanzará la felicidad, incluso si debe ser castigado antes. Al.lah el Altísimo dice en la Sura al-Ra'd: «Imagen del Jardín prometido a quienes temen a Al.lah: fluyen arroyos por sus bajos, tiene frutos y sombra perpetuos. Ése será el fin de los que temieron a Al.lah. El fin de los infieles, empero, será el Fuego» (Corán 13:35).Y dice: «Es Quien ha creado la muerte y la vida para probaros, para ver quién de vosotros es el que mejor se porta. Es el Poderoso, el Indulgente» (Corán 67:2).

Esta es nuestra prueba, y el juez es un rey, que no está para la reelección. Si nuestra ignorancia sobre cómo Él nos juzgará en el otro mundo, es mucho mayor que nuestro conocimiento, tenemos suficiente para seguir adelante, y el inmenso valor ante sus ojos de nuestras vidas y acciones nos dice que sin duda es clara la magnitud de las apuestas. Los que sabía más que nadie acerca de esto, era los que tenían más miedo que nadie, es decir, los profetas. Y los únicos que no tienen miedo, son los que no lo han entiendo.

El fuego del infierno, a su vez, realmente una bendición para los creyentes, un fuego que Al.lah ha puesto en frente del camino equivocado, por lo que no vamos a ir en la dirección que se aleja de la felicidad sin fin. Al.lah además ha hecho que la entrada al paraíso sea un asunto simple, pues basta con reconocer que no hay más dios que Al.lah y que Muhammad es Su siervo y Mensajero; lo que implica la aceptación de todo lo transmitido a nosotros por Al.lah como lo tenía previsto, y todo lo que nos transmitió el Profeta como lo había previsto. Con la misma sencillez que se entra al Islam, muchos de los musulmanes asumen que el criterio para salir de él, por incredulidad, debe ser igual de sencillo.

No lo es. Por el contrario, las cosas que debemos creer «todo lo transmitido a nosotros por Al.lah como lo tenía previsto, y todo lo transmitido a nosotros por el Profeta como era su intención» se resuelven, al reflexionar, en tres categorías:

(1) cuestiones sobre el Islam que todo el mundo sabe, que hasta un niño criado entre los musulmanes saben; técnicamente esto se denomina ma‘lum min al-din bi d-darura  o "necesariamente conocida por ser de la religión";

(2) los asuntos que no todo el mundo sabe;

(3) y las cuestiones que están en desacuerdo, incluso entre "los que saben"; los ulemas o eruditos.

La afirmación o negación de los principios de la fe dentro de cada categoría varían en sus consecuencias eternas, debido a su relativa accesibilidad, y a las oportunidades del individuo para averiguarlas.

Cosas que todos conocen

Negar cualquier cosa comprendida en la primera categoría constituye simple y abiertamente incredulidad. Esto incluye cosas tales como negar la unicidad de Al.lah, los atributos de la profecía, que el ciclo profético ha terminado con Muhammad, la resurrección de los muertos, el juicio final, la recompensa, la eternidad del paraíso y el infierno, la obligatoriedad de la oración, el zakat, el ayuno del Ramadán o la peregrinación, la ilegalidad de vino o el adulterio, o cualquier otra cosa sobre la cual, exista un acuerdo por unanimidad y necesariamente es conocido por los musulmanes; ya que no hay excusa para no saber estas cosas en las tierras del Islam, aunque para alguien nuevo en la religión, o criados en un desierto, o fuera de las tierras del Islam, o algún otro lugar donde la ignorancia de la religión está muy extendida y está es inevitable; su caso sería como el de la segunda categoría. Como el Imam Nawawi explica: «Cualquier musulmán que niega algo que es necesariamente conocido por ser de la religión del Islam, se califica como un renegado y un incrédulo (kafir), a menos que sea un neófito o nacido o criado en el desierto o por alguna razón similar, ha sido incapaz de aprender su religión correctamente. Los musulmanes en dicho estado deben ser informados acerca de la verdad, y si luego continúan como antes sin cambiar, se les considera como no musulmanes, como es el caso de un musulmán que cree que es lícito cometer adulterio, beber vino, matar sin razón, o hacer otros actos que sabe que son necesariamente ilegales» (Sharh Sahih Muslim, 1.150).

Cosas que no todos saben

Negar algo de la segunda categoría antes mencionada, como los principios de la fe que no todo el mundo sabe, y que un musulmán normal puede no saber a menos que le sea enseñado; en este caso sólo es incredulidad (kufr) si persiste en negar dichos principios, después de haber entiendo lo que nos a llegado de Dios o de su Mensajero, ya que antes de esto, no estaba en su poder creer o seguirlos. Esto no es más que la justicia divina, y una clara implicación de las palabras de Al.lah: «No pedimos a nadie sino según sus posibilidades» (Corán 6:152), y atestiguado por muchos hadices, como el relatado por Abu Dawud con una bien autentificada cadena (hasan) de transmisión de Yabir radiya ’Ll,âhu ´anhu, quien dijo: «Un burro que había sido marcado en la cara pasó antes que el Profeta, y el dijo: ¿Hay alguien entre vosotros que no haya oído que he maldecido las marcas o los golpes en la cara de un animal?»(Abu Dawud, 4.26–27: 2564. H).

A pesar que la marca o un golpe la cara de un animal es un crimen y una enormidad (Kabira), en el Islam, las palabras «¿Hay alguien entre ustedes que no ha oído hablar  . . . » indican que aquel que no sabe que está mal no es culpable de ello, incluso si lo comete, hasta que descubre que es un error. Y Al.lah dice en otro verso,«Al.lah no pide a nadie sino lo que le ha dado» (Corán 65:7).

En asuntos de fe, la línea tradicional distingue entre este tipo de conocimiento y el anterior, en base a su accesibilidad. Un musulmán tiene la responsabilidad de creer todo lo que de Al.lah o su Mensajero han enseñado y que debería ser obvio para todos los musulmanes, y que se se puede esperar razonablemente que todo musulmán conozca. En cuanto a lo que está más allá de eso, sólo es responsable de creer lo que ha aprendido.

Las cosas en que están en desacuerdo los Ulemas

No hay posición sobre que un asunto en que un erudito puede estar en desacuerdo con otro debido a la evidencia del Corán, hadices, o de la razón (a diferencia de la preferencia emocional). y que esto puede ser un criterio para la fe o la incredulidad (kufr), siempre que sea una posición académica, lo que significa que:

a) que no se basa en una interpretación caprichosa del Corán o la Sunna, que viole la gramática ni la dicción de la lengua árabe.

b) que no este en contradicción con alguna otra prueba textual - qat‘i al-wurud o "sin lugar a dudas establecida en su transmisión" por de Al.lah o Su Mensajero, por un versículo del Corán, o un hadiz que es mutawatir o "establecido por múltiples canales de transmisión (que generalmente se considera menos de cuatro), por lo cual, es imposible que todos pudieran haber conspirado para fabricarla"; y qat‘i al-dalala o "como prueba irrefutable", es decir, un texto que no admite más de un significado, y que un mujtahid no puede interpretar en una forma distinta de su significado o interpretarla en un sentido que no sea aparente.

c) no viola el 'ijma"  o "consenso de los expertos", que significa el acuerdo de todos los mujtahids de una época en particular, en una resolución o un punto de la evidencia que lleva a una decisión, tales como la interpretación de una palabra del Corán en particular o una frase;

d) y que no viola a fortiori, una analogía, ya sea de (b) o (c).

Dentro de estos parámetros mínimos de validez, las preguntas sobre las que tradicionalmente ha habido desacuerdo entre los eruditos islámicos, - los que mejor conocen los textos del Corán y la sunna - no pueden ser criterios de la fe de un musulmán o de incredulidad. La prueba de esto es que Al.lah nos ha ordenado a los musulmanes a acudir a los eruditos diciendo, «si no lo sabéis, preguntad a la gente de la Amonestación» (Corán 16:43).

Ahora bien, el punto de preguntar a los eruditos es aceptar sus respuestas, y pocas cosas son más incompatibles con la justicia divina que a consecuencia de esto, se gane la condenación eterna. Desafortunadamente, hay algunos musulmanes que hoy en día parecen creer esto.

En resumen, nuestro Creador es consciente de que una gran parte de las cosas que sabemos las aprendemos de otras personas, por lo cual, ha hecho concesiones, incluso en el más imperioso de sus mandatos, que es el del Iman . La testificación de la fe, a través de la cual, podemos ser musulmanes, significa aceptar todo lo transmitido a nosotros por Al.lah y Su Mensajero. Pero debido a que la información sólo se conocen a través de otros, nuestra responsabilidad para creer en ellos, varía entre las tres categorías que hemos mencionado: 1) las cosas que generalmente todo musulmán sabe, 2) las cosas, que no todo musulmán generalmente sabe, y 3) las cosas en las cuales no estuvieron de acuerdo, incluso los musulmanes que saben, como los ulemas o eruditos. En la primera debemos conocer y creer; en la segunda hay que creer en tanto tengamos el conocimiento de estas, y en la tercera, incluso si una posición es más fuerte que otras, no puede ser un criterio para la incredulidad o imán. Si estas distinciones son indispensables para juzgar la propia fe, son aún más indispensables para juzgar la de los demás, y así entramos directamente en la cuestión del takfir o "declarar infieles a otros", que constituye la segunda parte de nuestra investigación, de la que nos ocuparemos ahora.

II. Otros

Lo primero que debe tenerse en cuenta acerca de declarar a alguien como un no creyente, es que el aqida o "creencia islámica" de alguien que ha dicho la testificación de la fe «No hay más dios que Al.lah, Muhammad es el Mensajero de Al.lah,» es legalmente válida hasta que indiscutiblemente se demuestre lo contrario. Este principio es atestiguado por el hadiz de Usama ibn Zayd: «El Mensajero de Al.lah  nos envió en una incursión, y nos atacaron por sorpresa en la madrugada del al-Huruqat en las tierras de Juwayna. Me encontré con un hombre, y me dijo: "No hay más dios que Al.lah", y yo le atravesó [con mi espada]. Más tarde reflexione, y se lo mencionó al Profeta , quien dijo: "Él dijo:" No hay más dios que Al.lah, y lo mataste?. "Y yo le respondí," Oh Mensajero de Al.lah, sólo lo dijo por miedo a las armas. "Me dijo:" ¿Por qué no lo partiste en dos para poder ver si su corazón realmente lo dijo o no? " y no dejaba de repetir esto hasta que yo deseé no haberme convertido en musulmán antes de ese día» (Muslim 1,96-97:. 96 S).

A pesar de la abrumadora evidencia circunstancial de que el hombre sólo había dicho la testificación para salvar su vida, de hecho era casi absurdo pensar lo contrario, el Profeta condeno severamente a Usama por no tomar la señal externa del Islam como valor aparente, estableciendo para todos los tiempos que la presunción debe primar y la presunción (asl) de la creencia islámica de otro musulmán ('aqida) es justificable y aceptable, hasta que se prueba incontestablemente lo contrario.

La enormidad de carga a un musulmán con la incredulidad

Juzgar a cualquiera que se considere musulmán como un no creyente, no es un asunto que se tome a la ligera por cualquiera que entienda sus consecuencias. El Profeta ha dicho: «Todo aquel que carga un creyente con la incredulidad, es como si lo hubiera matado» ( Bujari, 8,32:. 6105 S) y, «Cualquier hombre que le dice: 'kafir" a su hermano, uno de ellos merece tal nombre» ( Bujari, 8,32:. 6104 S)[1].

Es difícil pensar en una advertencia más horrible, y su objetivo es claramente disuadir a los musulmanes  a juzgar a alguien que profesa el Islam como un no creyente a menos que hayan pruebas irrefutables.

Entonces, ¿por qué alguien haría eso?

En la sociedad musulmana, tal juicio le compete solamente al cadí o al juez islámico, y sólo porque tiene que hacerlo. En los casos en que hay que distinguir entre la incredulidad o el iman de una persona nominalmente musulmana, como para establecer los derecho de tierra y las sanciones correspondientes a un juicio, o en el caso del matrimonio de un apóstata con una mujer musulmana -ya que este es nulo[2], o la licitud de la comida ya que la carne que mata un kafir no es lícita para comer, o la propiedad que pertenece al fondo común de musulmanes (bayt al-mal), y así sucesivamente. Por otra parte, se trata de una responsabilidad del gobierno islámico implementarla estos juicios y distinciones, por lo cual, en ausencia de un gobierno, los musulmanes corrientes no puede juzgar ni llevar a cabo las consecuencias mundanas de tales normas legales porque no tienen autoridad para hacerlo, porque el Islam no permite vigilantes o mafias "justicieras". Los musulmanes de a pie que no son el cadí, no están obligados a juzgar la fe en el corazón de cualquier persona que ha dicho la Shahada o la testificación de la fe, con la posible excepción de una persona casada con un esposo que puede haber dejado el Islam.

Los motivos de hoy de las acusaciones de incredulidad hechas por descuido contra muchos de los musulmanes, las cuales algunas nada tienen que ver con la religión. Algunas de las más evidentes son:

- El deseo de prevenir o educar a los musulmanes;

- La necesidad de ponerse por sobre alguien;

- La sed de fama como un "erudito";

- La sensación de poder, a través de asustar a los que se informan ;

- La emoción de necesitar dependerse de su propio conocimiento para obtener todos los detalles

- La necesidad de demostrar que su grupo es superior a cualquier otra persona;

- Malicia, la envidia, o la arrogancia.

A excepción del primer motivo, por supuesto, no hay nada de Al.lah en cualquiera de los otros motivos mencionados. Todos los demás son simplemente malas motivaciones, si se encuentra de forma individual, o cuando se confunden con la primera.

La verdadera medida de la incredulidad

Es un axioma en la Ley Sagrada que una "condición" sobre cuya existencia se tiene certeza, no deja de serlo a través de un "condición" cuya existencia tenga alguna duda. Un musulmán que válidamente ha entrado al Islam y que públicamente ha pronunciando la testificación de la fe es una certeza, mientras que la aparición de un estado de incredulidad en su corazón sólo puede convertirse en una certeza si existen pruebas. Así que en materia de fe, siempre se presume que un musulmán ha de ser un creyente hasta que públicamente se tenga pruebas observables y decisivas, que ha dejado de serlo.

Decimos que tal prueba debe ser "públicamente observable", porque el hadiz mencionado de Usama ibn Zayd, de acuerdo con Nawawi, «confirma el principio bien conocido de la jurisprudencia islámica y la metodología legal de que las decisiones se basan en la evidencia externa, mientras que Al.lah es responsable de las internas». (Sharh Sahih Muslim, 2.107). Ghazali aduce el mismo hadiz para demostrar que en relación con [ingresar] al Islam, el jurista (faqih), solo se debe pronunciar sobre lo sea legalmente válido o no válido, no teniendo nada en cuenta, además de lo dicho por la lengua. En cuanto al corazón, no está dentro de su jurisdicción, ya que el Mensajero de Al.lah lo ha puesto fuera del alcance de las espadas y la autoridad, diciéndole al asesino del hombre que había dicho la testificación del Islam: «¿Por qué no lo abrió para ver si realmente lo decía de corazón», cuando se excuso diciendo que el hombre sólo lo había dicho por temor a la espada. (Ihya ‘ulum al-din, 1.17).

Y decimos que tal prueba debe ser "decisiva" porque las palabras pueden significar muchas cosas, el hablante podría tener una excusa, y el Profeta ha dicho:«Aparta las sanciones previstas para los musulmanes tanto como se pueda. Que no hay ninguna excusa, en acusarlo falsamente, ya que es mejor para el gobernante cometer un error en una amnistía que cometer un error en un castigo» (Tirmizi, 4,33:. 1422 D).[3]. 

Y Nawawi observa en la introducción de Sharh al-Muhadhdhab, su mayor obra jurídica: «Es obligatorio que un estudiante de una interpretación positiva a cada expresión de sus hermanos que parezcan estar mal, hasta que halla agotado setenta excusas. Nadie es incapaz de esto, excepto quien ha fracasado» (Maymu, 1,24).

Excusas, incluso aplicables a la esfera jurídica externa en que los jueces (un cadí), deben aplicar dichos criterios a alguien tratando de juzgar en lo oculto, entre un creyente y su destino en el más allá, especialmente en vista de los hechos básicos de takfir o "declarar a alguien no creyente" que hemos descrito anteriormente, que, para resumir todo lo que hemos dicho hasta ahora son:

a) que la fe de cada musulmán ('aqida) es válida hasta que se demuestre lo contrario;

b) no es la obligación legal de los musulmanes ordinarios juzgar la fe de los demás, sino más bien del cadí, en aquellos casos públicos, que en los intereses de este mundo dictan que debe ser decidido legalmente (su estatus de musulmán);

c) es una barbaridad y un crimen cargar a un musulmán con la incredulidad;

d) los motivos más comunes perceptibles en nuestros días para declarar infieles a otros son moralmente repugnantes, y ellos mismos son pecados;

e) por su propio pecado, las facciones que declaran no creyentes a otros, agregan la responsabilidad de pecar contra la Umma mediante el sectarismo; tal como los cristianos que el Corán dice que Al.lah los ha afligido por la enemistad y el odio hacia los demás, como castigo por haber olvidado su religión;

f) la marca de "sectas" a lo largo de la historia del Islam, ha sido la actitud de confrontación hacia otros musulmanes;

g) la verdadera medida de que un musulmán se convierta en un no-musulmán es una prueba legal, que es a la vez públicamente observable y decisiva;

h) es incompatible con la justicia de Al.lah y el Corán que cualquier posición académica sobre el cual las autoridades principales entre los ulemas difieren, pueda ser el criterio decisivo de la fe de un musulmán;

i) es obligatorio en la ley islámica evitar sanciones previstas (hudud), incluida la pena por apostasía, aduciendo circunstancias atenuantes (shubuhat) que exculpen al acusado.

Teniendo en cuenta estas conclusiones, y el carácter obligatorio de evitar el daño a los musulmanes, la parte final de nuestra respuesta se centrará en dos grandes categorías poco conocidas hoy en día, de circunstancias atenuantes que absuelven a los musulmanes de la incredulidad, la primera relativa a los criterios de tales juicios, y la segunda en relación con el propio acusado.

III. Los criterios legales para la incredulidad

Las palabras que implican dejar el Islam

El hadiz de Usama ibn Zayd muestra que un musulmán legalmente entra al Islam por haber dicho la profesión de fe (shahada), siendo esto una certeza absoluta. Nadie a partir de entonces puede considerarlo un kafir sin una igual certeza, ya que el Profeta condenó a Usama por hacerlo. Los Imames de la jurisprudencia islámica ha especificado cuanta certeza se necesita en textos como lo siguientes, que, aunque tomados de la escuela Hanafi, es típico de la prudencia observada por los ulemas de todas las escuelas, lo que muestra hasta qué punto las acusaciones sueltas de kufr que se hacen eco de ida y vuelta en el escenario islámico de hoy en día, son las normas de la ley islámica. El Imam ‘Ala' al-Din ‘Abidin escribió:  «El más grave de los delitos atroces es asociar a otros con Allah Altísimo (shirk), o no creer en Él, o en lo que ha sido transmitida por nuestros líder Muhammad, el Mensajero de Al.lah, o el sarcasmo acerca de nada de esto, que Al.lah sea nuestro refugio de eso. "Kufr" incluye:

(1) insultar la religión del Islam, o a Al.lah Altísimo, y al Profeta (Sallallahu 'Alaihi wa Aalihi wa Salam);

(2) negar cualquier asunto que necesariamente se sabe que es de la religión del Islam, que es establecida por un texto, ya sea del Sagrado Corán o un hadiz mutawatir.[4], siempre que el texto sea incuestionable, como evidencia.[5] y no hay pretexto (shubha) para el desacuerdo al respecto.[6]

(3) negar cualquier asunto establecido por consenso unánime de todos los compañeros (Sahaba), siempre que la unanimidad sea, sin duda, establecida, y que se halla sido dicho explícitamente por todos, no sólo aceptado tácitamente;

(4) negar la existencia de Al.lah el Altísimo;

(5) creer que las cosas causan efectos a través de ellas mismas o por su propia naturaleza, sin la voluntad de Al.lah el Altísimo;

(6) negar una cuestión sobre la que exista un consenso indiscutible de los académicos (ijma‘ qat‘i);

(7) negar la existencia de los ángeles, los genios, o los cielos;

(8) creer en algo intrínsecamente ilegal y que su ilegalidad esta establecida sin duda alguna, tal como beber vino, hacerlo legal (halal) - a diferencia de [algo que no es intrínsecamente ilícito, por ejemplo] la propiedad de otra persona [que no es ilegal en sí misma] , ya que es ilegal por una razón intrínseca [es decir, que sea la propiedad de otros];

(9) sarcasmo sobre cualquier decisión de la Ley Sagrada.[7], o citar un declaración de incredulidad, incluso en broma, sin creer en ella, cuando nuestra intención es sarcasmo [acerca de asuntos religiosos];

(10) humillar a cualquier profeta, o decir que la profecía se adquiere [por las obras espirituales];

(11) calumnia en contra de Aisha, la esposa del Profeta;

(12) o negar que el mensaje del Profe  fue enviado para el mundo entero

En cualquiera de estos casos el hombre es un apóstata, y se le debe instar a que vuelva a entrar en el Islam, pudiendo el hacerlo, o bien ser asesinado, aunque si es una mujer solamente sería encarcelada »(al-Hadiyya al-‘Ala’iyya, 424–25).

Estos criterios jurídicos, junto con las partes anteriores de este ensayo, revelan una serie de falacias en las acusaciones irresponsables de la incredulidad llevadas de boca en boca en nuestros tiempos, proporcionando razones más fuertes para que los musulmanes eviten hacerlo y eviten a los grupos enamorados de esta práctica. Veamos ahora más de cerca tres ejemplos de falacias sobre el takfir muy comunes en nuestros días: 1) la falacia de las pruebas de oídas, 2) la falacia de la intencionalidad imputada, y 3) la falacia de la culpabilidad por asociación.

La falacia de las pruebas de oídas

La evidencia en base a la aceptación de rumores en contra de las personas está prohibido por Al.lah el Altísimo, que dice: «Oh ustedes que creen: cuando una persona corrupta les trae noticias, verificar, para no dañar a la gente por ignorancia y llegar a lamentar lo que ha hecho» (Corán 49:6).

El erudito del Corán, Sulayman al-Jamal señala que esto no se limita solo a aquellos que son corruptos, sino que Al.lah llama a una persona corrupta en el versículo anterior «por repeler y chocar con las personas por saltar a conclusiones sin antes consultarlas»(al-Futuhat al-ilahiyya, 4.178).

El Profeta dijo: «Es suficiente mentira para un hombre repetir todo lo que escucha». (Muslim, 1,10: 5. S), ya que como el Imam Nawawi observa, «generalmente se escucha la verdad y la falsedad, y repetir todo lo que uno escucha sin consultar necesariamente significa decir mentiras».. (Sharh Sahih Muslim, 1.75).

Aquellos que estén familiarizados con el testimonio en la corte ,saben con qué frecuencia, incluso con buenas intenciones testigos se contradicen entre sí en el interrogatorio. En el mundo en que vivimos, no todo el mundo tiene buenas intenciones, especialmente hacia aquellos que son envidiados por sus logros o posesiones. "Tergiversar", es la nueva forma cortés para insinuar mintiendo, lo que es un hecho de la política mediática. Los periodistas a veces tornar las cosas negativamente, eliminando los matices que indican el contexto, o malinterpretan a la persona que entrevistan, para mejorar la línea de la historia o para hacerla más interesante para el lector, o para hacer que las cosas "encajen" con las ideas recibidas. El amor y el odio siguen vendiendo noticias. Los plazos de impresión diaria por su propia naturaleza a menudo impiden un control exhaustivo de los hechos. Si lo pensamos bien, gran parte de nuestro conocimiento cotidiano se adquiere con mucho menos que la verificación exigida por el Islam. Cuando escuchamos algo, o leemos de una sola fuente, tendemos a aceptar ese conocimiento, porque por lo general funciona.

Pero no funciona para juzgar a un musulmán. La Ley Sagrada estipula que para establecer que alguien ha dejado el Islam, debe haber al menos dos testigos varones que declaren que han oído que el ha dicho una declaración de incredulidad (Radd al-muhtar, 4.371). A pesar que la citada resolución es de la escuela Hanafi, las otras escuelas de la jurisprudencia de manera similar estipula el testimonio de testigos. Por otra parte, si la persona niega que haya hecho esa declaración, se considera legalmente como arrepentido de ella (Mujtasar al-Tahawi, 259).

En cuanto a juzgar la creencia o la incredulidad de un individuo en particular del pasado histórico, que aparentemente murió como musulmán, no es responsabilidad de nadie, ya que los muertos ya no están en nuestro mundo. Como se señaló anteriormente, estos juicios sólo se dan por el cadí en vista de las resoluciones de este mundo, los cual es irrelevante para los que ahora están remitidos por haber muerto, a un corte mas alta.

Sin embargo, cuando una persona físicamente se ha ido, su "personaje histórico" sigue existiendo en sus escritos, y en base a esto, es que a veces advierten los ulemas acerca de cuando se menciona "la incredulidad de Fulano de tal", pero la intención no es su persona, pero la personalidad histórica de que su legado escrito se ha convertido de hecho.

Esto es legalmente una cosa muy diferente de juzgar al propio autor. ¿Por qué? Porque quien investiga algo del vasto corpus de manuscritos islámicos existentes  se da cuenta de cómo muchas obras, incluso algunos de los más importantes, no tienen una autenticación rigurosa de sus autores. Aunque hay algunos manuscritos autografiados, o han sido relacionados por múltiples canales con un autor por sus estudiantes, o iyazas que dan fe de una transmisión revisada y contigua, quizás esto no sucede alrededor de un 75% de los casos, de acuerdo con nuestro maestro en hadiz, el Shaij Shu‘ayb al-Arna’ut, que se ha ganado la vida durante los últimos cuarenta años preparando estos manuscritos para su impresión. Incluso los manuscritos óptimamente marcados por los indexadores como "de puño y letra del propio autor" o "transcribir bajo la supervisión del autor" a veces resultan que llega a ser de otra manera. Más a menudo, una sentencia en la impresión de que una obra ha llegado hasta nosotros a través de las manos de varios copistas, en la forma en que su autor original lo deseo, representa la expectativa probabilista del editor tras el cotejo de los manuscritos más antiguos y mejores a su disposición. El punto es que si los ulemas a lo largo de la historia islámica han coincidido que esto no debe impedir que los musulmanes lean y se benefician de dichos libros, sino que también nos dicen que las obras escritas que han llegado hasta nosotros a través de los copistas, están a leguas de distancia de la clase de pruebas forenses que exige la ley islámica en los juicios acerca de la creencia particular de los musulmanes o la incredulidad.

Aparte de los errores honestos, hay falsificaciones intencionadas. La parcialidad da la bienvenida a la perfidia, y en el plano personal, la envidia es parte de la vida: hay muchas prohibiciones en el Corán y la sunna en contra de ella, lo que da fe de su presencia en la naturaleza humana, y que si esta, no se supera al principio por motivos religiosos, puede llegar a transformarse en una obsesión que no se detendrá ante nada, con tal de destruir a la persona envidiada. Así, históricamente, nos encontramos con que el mayor número de seguidores de shuyuh sufíes, en comparación con otros ulemas, a veces engendra la forma más atroz de difamación en este campo. En un entorno donde la ortodoxia islámica fue muy valorado, las interpolaciones de creencias heréticas o inmorales en los libros copiados a mano fácilmente se prestaban a los extremos de la maldad.

Por ejemplo, después de que el Sultanato Otomano publicará una advertencia en contra de la lectura del Fusus al-hikam [Los ajustes de las gemas de la sabiduría] de Ibn al-Arabi, este documento afirmaba que interpolaciones espurias se han añadido a dicho libro por los enemigos del Islam. El Imam Hanafi Ibn 'Abidin menciono lo mismo, esto también le pasó al Conocedor de Al.lah ['Abd al-Wahhab] al-Sha'rani, contra el cual, la gente envidiosa forjo calumnias de incredulidad, las cuales fueron insertadas en algunas de sus obras, siendo publicadas como suyas. Por lo cual, los ulemas de ese entonces se reunieron[8], y produjeron su propia copia del libro que fue firmado por los académicos, para demostrar que dicha edición estaba libre de las mentiras forjadas en contra de él (Radd al-Muhtar, 3.294).

Así también, cuando el literato e historiador Burhan al-Din al-Biqa‘i sembró la controversia entre los ulemas de los siglos  IX/XV en El Cairo, por unos versos aparentemente escritos por el poeta místico Ibn al-Farid, el maestro de hadiz (Hafidh)[9]. Sakhkhawi contestó diciendo: «La poesía que se le atribuye, no me ha llegado a través de ninguna cadena de transmisión autentificada, y no se declara la incredulidad de cualquier persona sobre la base de algo meramente posible, especialmente cuando no hay ningún beneficio en juzgarlo como incredulidad, pues el único beneficio radica en hacer que las personas eviten las palabras (las cuales se le han atribuido)». (Maqalat al-Kawzari, 340).

"Hacer que la gente huya de las palabras mismas", fue también la razón que tuvo el Imam Dhahabi para advertir a los lectores en Zaghal al-ilm [La falsificación del conocimiento sagrado], en su capítulo sobre usul al-din o "las bases de la religión", en donde da el ejemplo del antiguo shaij Ibn Taymiya, que les advertía a los estudiantes contra la pérdida de su camino en los laberintos de los argumentos filosóficos y cosmológicos de los antiguos.[10]. Cuando Ibn Taymiya sintió que llegaba al final de su vida, dijo que el estudio de tales argumentos y refutarlos es una parte necesaria de una educación islámica: «No creo que usted haya alcanzado el rango de Ibn Taymiya, o por Al.lah, incluso que se acerque a él, sin embargo, usted vio lo que le sucedió: los ataques que sufrió, las personas que se alejaron de él, y como fue llamado un extraviado, un kafir, y un mentiroso, con razón y sin razón-, mientras que, antes de meterse en este campo, estaba iluminado e ilustrado, y llevaba la marca de los primeros musulmanes en su rostro, el cual la mayoría de la gente sintió que se oscureció y eclipso, y una sombra cayó sobre él, convirtiéndose a los ojos de sus enemigos en un mentiroso, impostor, y no creyente, y a los ojos de los inteligentes y justos, en un inaugurador de innovaciones censurables (mubtadi‘) en la religión, aunque personalmente virtuoso, laborioso, y hábil, y a los ojos de la mayoría de sus seguidores - de bajo nivel- como el "abanderado del Islam" y "defensor de la fe." Puedo decir esto como un hecho». (Zaghal al-‘ilm, 42–43)

El Objetivo del Imam Dhahabi al decir esto, era advertir a los ulemas lo que se les avecina en contra, al ahondar en el tipo de especulación filosófica a través del cual, Ibn Taymiya se convirtió en «un inaugurador de las innovaciones censurables» y por lo cual, fue llamado «desviado, kafir, y un mentiroso - con razón y sin razón». Dhahabi no pretendió con ello hacer un juicio contra él, porque reconoce sus rasgos positivos, sino para advertir a otros de tomar el ejemplo de un buen estudiante que término mal por estudiar y escribir sobre algo, que Dhahabi considera peor que inútil.

En este sentido, el Imam Dhahabi era como otros ulemas que mencionan el "extravío" o la "incredulidad" del pasado de figuras islámicas. Están juzgando las palabras y las posiciones, no las personas que puedan (o no) haberlas dicho o haberlas sostenido. Pues ningún erudito se atrevería a transgredir los límites del Corán y la sunna que prohíben cualquier acusación, y mucho menos la de incredulidad, en base a simples rumores. Los que en nuestros días hacen takfir de los musulmanes del pasado cometen el "error de testimonios de oídas", ignorando tanto las normas forenses del Islam y el propósito legal de un juicio formal de apostasía, que como hemos visto, que es temporal y de cosas mundanas.

No hemos mencionado el fenómeno relativamente reciente de los libros impresos cuyo contenido es creado por los derechos de autor como la obra de un autor en particular en los archivos, tales como la Biblioteca del Congreso o la Biblioteca Británica. Para estas obras, la rigurosidad de la documentación sugiere que los autores asumen toda la responsabilidad legal por lo que hay en ellos. Sin embargo, cabe señalar que si hay alguna declaración en la obra impresa de un autor que parece ser motivo de incredulidad, esta debe ser definido de modo claro, no sólo implícitamente, de lo contrario, el acusador ha cometido otro error, del que nos ocuparemos ahora.

La falacia de la intencionalidad imputada

Las palabras son juzgadas por la intención que tiene quién las profiere, no necesariamente en base a lo que el oyente capta. Si un enunciado es ambiguo y su contexto es claro, normalmente hay una posible intención. Pero de acuerdo con la escuela Hanafi, si una declaración puede posiblemente ser entendida de cualquiera de las dos maneras, ya sea válida, o como incredulidad para otros (kufr), no puede ser la base para una fatwa por incredulidad hacia la persona que la halla dijo. En palabras del Imam Haskafi en su al-Durr al-mukhtar: «Una fatwa por incredulidad no puede ser dada contra un musulmán, cuyas palabras se puedan interpretar, tanto en un significado válido, o de incredulidad, existiendo por ende, una diferencia de opiniones de los expertos, aunque esta sea débil».(Radd al-muhtar, 3.289).

Sólo cuando la intención implica kufr, quién dijo dichas palabras queda fuera del Islam. El contexto es de suma importancia en la determinación de esta intención, y tomar las palabras de alguien fuera de contexto es universalmente considerado deshonesto, pues violenta su significado. El Corán mismo, por ejemplo, está llena de versos que citan a incrédulos que niegan a Al.lah y sus Mensajeros, sin embargo, recitar dichos versos no es ciertamente incredulidad, si no va acompañado con la intención de la incredulidad.

La necesidad de contextualizar las palabras para establecer su intención es aún más imperativa en los enunciados de posible incredulidad (kufr) con respecto a insultar a Al.lah Altísimo o a su Profeta. Algo podría decirse que, si bien exteriormente suene ofensivo a Al.lah y a Su Mensajero, pero tenga la intención sin embargo por parte del hablante de hacer notar un punto válido, y no como un insulto.

Insulto intencionales y no intencionales

Insultar deliberadamente a Al.lah y a Su mensajero es, sin duda, incredulidad, como lo confirman los versos del Corán, en la Sura al-Ahzab: «A los que molestan a Al.lah y a Su Enviado, Al.lah les ha maldecido en la vida de acá y en la otra y les ha preparado un castigo humillante» (Corán 33:57); en cuanto a la palabra "Adha" o "ofender" se refiere a los medios para hacer daño, molestar o causar molestias a alguien de una manera general, sin llegar a  causarles un daño total, mientras que la certeza de un castigo humillante en este mundo y el siguiente se refiere sólo a los no creyentes, como se menciona en la Sura al-Tawba: «Un castigo doloroso espera a aquellos que ofenden el Mensajero de Al.lah. Os juran por Alá por satisfaceros, a pesar de que Al.lah y Su mensajero tiene más derecho, y Su Enviado también, a que Le satisfagan. Si es que son creyentes. ¿No saben que el fuego del infierno espera a quien se oponga a Al.lah y a su Mensajero, que habitará en ella para siempre? Esa es la gran humillación» (Corán 9:61-63).

El último versículo muestra que ofender al Profeta equivale a oponerse a Al.lah y Su mensajero, lo que es sin duda incredulidad.

"Ofender" sin embargo -como el Imam mujtahid y maestro de hadiz (Hafidh).[11] Taqi al-Din al-Subki dijo en su al-Sayf al-maslul, una obra de más de quinientas páginas sobre las consecuencias jurídicas de insultar el Profeta, puede ser intencional o no intencional, mientras que si una persona tiene la intención de ofender al Profeta que se ha comprometido con ello en la incredulidad : «Uno debe ser consciente de esta regla, teniendo debidamente en cuenta la intención detrás de la ofensa (Adha). Pueda ser que una persona puede hacer o decir algo que ofenda a otro, sin tener la menor intención de hacerlo, sino que más bien pretende algo más, sin pensar que podría ofender al otro, o saber que necesariamente esto pasaría. Estos casos no implican las consecuencias jurídicas del "delito que"..»

Esto se demuestra por la palabra de Al.lah Altísimo sobre los que estaban sentados [mucho tiempo] en las bodas de Zaynab [y el Profeta] «¡Creyentes! No entréis en las habitaciones del Profeta a menos que se os autorice a ello para una comida. No entréis hasta que sea hora. Cuando se os llame, entrad y, cuando hayáis comido, retiraos sin poneros a hablar como si fuerais de la familia. Esto molestaría al Profeta y, por vosotros, le daría vergüenza»(Corán 33:53).

Ellos fueron los más grandes de los Compañeros, no teniendo la menor intención de ofenderlo (Adha) al hacer esto, por lo que no entraña consecuencias jurídicas (al-Sayf al-maslul (c00), 135).

La "falacia de la intencionalidad imputada" en estos casos significa suponer sin pruebas decisivas que una acción ofensiva o expresión fue realizada deliberadamente con la intención de ofender a Al.lah y a Su mensajero y por lo tanto es legalmente kufr. Imam Subki restringe la incredulidad a los casos de infracción deliberada atestiguada no sólo por el Corán, sino también por muchos hadices rigurosamente autenticados (sahih). Anas Ibn Malik dijo: «Estaba caminando junto al Profeta  quién llevaba una capa de Najran con un borde grueso, cuando un árabe del desierto se encontró con él y tiró de él con tanta fuerza que cuando mire a un lado de su cuello y vi la marca en él de la violencia del tirón al borde de su capa. El hombre dijo: "¡Ordena que se me dé algo de la riqueza de Al.lah que tu tienes!". El Profeta lo miro y se echó a reír, y luego le ordenó que se le diera»(Bujari, 4.115: 3149).

Aunque los beduinos le infligido dolor físico palpable al Profeta, esto no tuvo consecuencias legales porque al parecer solo existió la intención de detener el Profeta y hablar con él. Anas también narro: «Cuando Al.lah le dio a su Mensajero  el botín de Hawazin, y el comenzó a dar cien camellos a cada uno de ciertos [nobles] de los hombres del Quraysh [para que otros como ellos pudieran desear entrar en el Islam]. Algunas personas de los Ayudantes de Medina (Ansar), luego le dijeron del Mensajero de Allah, "Que Al.lah perdone al Mensajero de Al.lah. Él les ha dado a Quraysh y nos ha dejado de lado a nosotros, mientras que nuestras espadas siguen goteando con su sangre».

Al Mensajero de Al.lah se le dijo lo que ellos dijeron, y este, mandó llamar a los ayudantes y los reunió en una carpa de cuero, solamente a ellos. Cuando estuvieron reunidos, el Mensajero de Al.lah llegó y les dijo «¿Qué es esto que he oigo que han dicho?", el más sabio respondió: "Aquellos de nosotros cuya opinión importa, ¡Oh Mensajero de Al.lah , no han dicho nada. En cuanto a algunos hombres de nosotros cuyos dientes son nuevos [los jóvenes], han dicho: "Al.lah perdona el Mensajero de Al.lah,  Él les ha dado a Quraysh y nos ha dejado de lado a nosotros, mientras que nuestras espadas siguen goteando con su sangre».

El Mensajero de Al.lah dijo: «En verdad, estoy dando regalos a los hombres que no son más que recién llegados de la incredulidad. ¿No están ustedes satisfecho de que otras personas puedan obtener la bienes, mientras ustedes regresa a su silla de montar con el Mensajero de Al.lah?. Por Al.lah, lo que están recibiendo es mejor que lo que ellos tienen". Ellos le dijeron:" Estamos muy satisfechos, Mensajero de Al.lah. "Él les dijo:" En verdad, cuando me haya ido, ustedes verán el rango de favoritismo, pero tengan paciencia hasta que se encuentren con Al.lah y Su Mensajero en el abrevadero", Anas comentó:" Sin embargo, no lo hicieron» (Bujari, 4.114: 3.147).

En este hadiz, algunos de los Ayudantes de Medina hablaron palabras ofensivas contra el Profeta como cualquier otro podría hacerlo hecho; lo que implica que debían ser perdonados por Al.lah por maltratar a los que habían luchado en Yihad injustamente en favor de su propio pueblo. Sin embargo, debido a que no tenía la intención de insultar o degradar, pues sus palabras se debían a la angustia natural humana a quedarse fuera mientras que otros tomaban el botín, el Mensajero de Allah no los acuso de incredulidad, o incluso de pecado, como habría sido obligatorio si hubiera sido así. Él simplemente les dijo el por qué hizo lo que hizo, y les hablo de la recompensa eterna que recibiría. El insulto y la ofensa hacia el Profeta era evidente, pero sin consecuencias jurídicas, ya que no fue intencional.

Otro ejemplo de la misma sentencia se encuentra en el hadiz de Aisha, quien dijo: «Tuve celos de las mujeres que se ofrecían al Mensajero de Al.lah y dijo: "¿Una mujer se ofrece a sí misma?" Y cuando Al.lah el Altísimo reveló: "Puedes dejar para otra ocasión a la que de ellas quieras, o llamar a ti a la que quieras, o volver a llamar a una de las que habías separado. No haces mal» (Corán 33:51)[12].

Le dije: «No creo que su Señor cumpla excepto con sus propios caprichos» (Bujari, 6:147: 4788).

Este último, sin duda celoso comentario, fue un reproche contra su marido, el Mensajero de Al.lah, pero aquí también, debido a que se trataba de una mera protesta emocional que carecía de la intención explícita de humillar, ni de ofenderle, no implicaba ninguna consecuencia jurídica. Hay muchos ejemplos similares de delito no intencional en la sunna.

Uno de los más reveladores de ellos se encuentra en el hadiz de Muslim: «La alegría de Al.lah, cuando alguno de vosotros se vuelve a Él en arrepentimiento, es mayor a la que alguno de vosotros sentiría si estuviese cabalgando sobre su camello en el (inhóspito) desierto, y éste se escapase, junto con todas sus provisiones, dejándolos sin la más mínima esperanza. El hombre llega a un árbol y se refugia bajo su sombra, pues ha perdido toda esperanza de encontrar a su camello. Entonces, mientras él se encuentra en ese estado, sorpresivamente su camello aparece ahí en frente suyo. Lo agarra por sus riendas y grita desde lo mas profundo de su alegría:" ¡Oh Dios, Tu eres mi siervo y yo soy tu señor!" Su error fue motivado por la intensidad de su alegría» (Muslim, 4.2104-5: 2747).

Es difícil pensar en una expresión más blasfema u ofensiva para Al.lah que esta, si hubiera sido intencional. Pero ya que no lo era, el principio del Imam Subki se aplica necesariamente, ya que la persona que ha dicho tal expresión sin la intención de injuriar a Al.lah o Su Mensajero, no puede ser juzgar como un incrédulo.


Shaij Nuh Ha Mim Keller
Traducción Yerko Isasmendi



Notas:

1) Aunque el gran peligro de declarar a un musulmán no creyente es evidente a partir de los hadices, el sentido ostensible de este último hadiz, de acuerdo con el Imam Nawawi, no tiene dicha intención, porque la posición de la ortodoxia musulmana es que ningún musulmán se convierte en un no-musulmán por un pecado, incluso el de llamar a un musulmán kafir. Por el contrario, de los posibles significados del hadiz es que sea "humillante para su hermano, y el pecado de declararlo incrédulo se vuelva contra sí mismo" (Sharh Sahih Muslim, 1,49-50)
2) En la escuela Shafi´i, cuando el esposo o la esposa deja el Islam, el período de espera (es normalmente después que se han producido tres intervalos entre las menstruaciones de la mujer, o cuando una mujer embarazada ha dado a luz) debe para intervenir debe ser antes de que el matrimonio sea anulado. Si ambos cónyuges son o se convierten en musulmanes de nuevo antes de que finalice el período de espera, el matrimonio continúa como antes. Si no, el matrimonio se considera que ha sido hasta el momento en que uno o los dos deja la religión (Reliance of the Traveller, 532).
3) Los Juristas islámicos han recibido este hadiz con la aceptación y de acuerdo a su aplicación, y aunque su cadena de transmisión como un hadiz profético es débil (da'if), Ibn al-Hajar'Asqalani señala que se ha transmitido por más de uno de las Sahaba, y que Ibn Hazm lo ha reportado en su Kitab al-Isal con una rigurosamente autenticado (sahih) en una cadena de transmisión de ‘Umar ibn al-Khattab (Talkhis al-habir, 4.63), lafigur más central de la jurisprudencia islámica despúes del Profeta mismo (Sallallahu 'Alaihi wa Aalihi wa Salam), y que personalmente enseño a través de sus preceptos y ejemplo.
4) Como se mencionó anteriormente, un hadiz mutawatir es el que está "establecido por tantos canales de transmisión, generalmente se consideran por lo menos cuatro, por lo cual, es imposible que todos pudieran haber conspirado para fabricarlo.”
5) Ar. qat‘i al-dalala, es decir, "como también por encima de", un texto que no admite más de un significado, y que un mujtahid no puede interpretar de una forma distinta de su significado o interpretarlo en un sentido que no sea aparente.
6) "Pretexto", es decir, como la existencia de una evidencia de las escrituras aparentemente contradictorios que para la persona en desacuerdo parece darle motivos para hacerlo.
7) Cuando uno sabe que es la sentencia de Al.lah, a diferencia de cuando uno cree que es un juicio erróneo (ijtihad) de un jurisra, pues una mala manera(adab), no llega a la incredulidad absoluta, y el "sarcasmo"(istikhfaf) significa el desprecio y la burla, los cuales se deben a un motivo.
8) De Sha‘rani’s comenta, sobre la producción de dos ejemplares, cada uno firmado por los ulemas que los había inspeccionado, una retenido por el autor y otra por al-Azhar, era un medio de documentación en su tiempo. (al-Yawaqit wa al-jawahir, 1.4).
9) El Mufti Shafi‘i de la Meca de ese tiempo Ibn ‘Allan al-Bakri (d. 1057/1647), define un “maestro del hadiz” (hafidh) como “alguien cuyo conocimiento abarca [al menos] 100,000 hadices tanto en sus textos y en sus cadenas de transmisión” (al-Futuhat al-rabbaniyya (c00), 1.25).
10) Se pueden encontrar ejemplos en Ibn Taymiya’s Radd Asas al-taqdis [La réplica de "La base de exaltar a Dios por encima de los rasgos de las cosas creadas”], su Minhaj al-sunna [Metodologia de la Sunna], y otros trabajos, que proporcionan algunos de los puntos tratados en una fatwa sobre Ibn Taymiya del Imam Shafi‘i Ibn Hajar al-Haytami en su al-Fatawa al-hadithiyya (116–17).
11) para el significado de “Maestro del Hadiz,” ver la nota 9.
12) Jalal al-Din al-Mahalli señala: "Él [el único entre todos los creyentes] se le dio libertad de elección, después de haber sido obligado a adjudicarle a cada mujer un día a su vez, [como los otros hombres que asi lo hacen]” (Tafsir al-Jalalayn, 558).

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