De monje benedictino a monje ortodoxo.

 

El famoso teólogo Padre Gabriel Bunge rara vez concede entrevistas. Él lleva una vida solitaria en un pequeño monasterio en Suiza, no utiliza Internet, y el único medio de comunicación con él es por teléfono, que incluso esta programado con un contestador automático que se encuentra en una habitación distante del Padre.

La presente entrevista que he traducido fue dada al periodista Konstantin Matza y publicada en el sitio web Фома en Octubre del 2010. 

"Somos como algunos bichos"

Periodista:- ¿Si una persona se mueve de una tradición cristiana a otra - es porque sentía que algo en su vida espiritual le faltaba?

Hieromonje Gabriel: "Sí, ¿y si esa persona tomó esa decisión a los setenta años, como yo,  esta decisión  no puede considerarse apresurada, ¿verdad?"

Periodista: No, no realmente, pero que le falta a usted, que es un monje con una experiencia espiritual tan grande?

Hieromonje Gabriel: "Para responder tenemos que hablar no de una decisión sino de todo un camino de vida con su lógica interna, porque si bien es cierto, en un momento de mi vida este evento ocurrió, este se venía gestando a lo largo de mi vida.  Al igual que todos los jóvenes, yo estaba buscando mi camino en la vida, por así decirlo.  Entré en la Universidad de Bonn y comencé a estudiar filosofía y teología comparativa. Tiempo antes, había visitado Grecia y estuve dos meses en la isla de Lesbos.  Allí fue la primera vez que vi a autentico monje ortodoxo.

En ese momento, me sentí atraído hacia el monacato, ya había leído algo de literatura ortodoxa, incluidas las fuentes Rusas. Pero me impresione aún más cuando vi a un monje anciano, pues este era como la encarnación de la vida monástica que había anteriormente sólo encontrado en los libros. 

De repente, delante de mí, vi una vida monástica que desde el principio parecía ser auténtica,  verdadera, la más cercana a la practicada por los primeros monjes cristianos.  Después pude mantener contacto con este anciano monje a lo largo de mi vida.  Así tuve conmigo un ideal de vida monástica.  

Cuando volví a Alemania, me uní a la Orden de San  Benito, que parecía ser la más cercana a mis aspiraciones. Incluso la estructura de la Orden se asemeja a la Iglesia primitiva cristiana, el sistema de la orden no es una subordinación vertical única, pues cada comunidad existe independientemente. Y a la vez, garantiza la unidad de la comunidad - es una tradición y ley. Ese es el ideal espiritual, no una orden legal. Y, por cierto, en este sentido, creo que por eso los benedictinos son de todos los occidentales los que están más dispuestos a entender la sensibilidad de los creyentes ortodoxos. Sin embargo, mi confesor en la Orden vio muy rápidamente que yo no estaba en el lugar correcto - a raíz de mi pasión por la vida monástica oriental y por el amor al cristianismo oriental en general. Por lo tanto, el abad, un hombre mayor y con experiencia, a quien yo respeto hasta ahora, no sin pesar, decidió trasladarme a un pequeño monasterio en Bélgica. Me quedé allí durante dieciocho años, ganando una gran experiencia, y desde allí, con su bendición, fui al monasterio en Suiza. Todos estos movimientos fueron objeto de - un intento de avanzar hacia una vida religiosa genuina, como lo hicieron los primeros cristianos, tal como igual la percibí en el cristianismo oriental. Por lo cual, la culminación de este proceso ha sido mi ingreso a la ortodoxia."


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