Une piété de la raison, philosophie et religion dans le stoïcisme impérial


Contrariamente a lo que algunos usos del estoicismo con fines exclusivamente terapéuticos o la abundancia de trabajos recientes sobre la ética y la política estoica podrían hacernos creer, la piedad (εὐσέβεια / pietas) también es innegablemente un elemento central del pensamiento estoico. Entendida como la adecuación de la voluntad humana a la voluntad divina, parece, si no en conflicto, al menos sin mucha conexión con la religión tradicional y sus ritos. Una "piedad de la razón", para usar el título de la obra, a primera vista parece estar en contradicción radical con las prácticas adivinatorias o las oraciones de solicitud que contribuyen a la superstición en la época en que florecio el estoicismo. Por otro lado, la obra de J. Pià Comella tiende a mostrarnos que las cosas --en este caso la racionalidad estoica-- están lejos de ser tan simple (denuncia dirigida a M. Daraki), y que la diversidad real de perspectivas adoptadas por los estoicos sobre la piedad ha sido pasada por alto con demasiada frecuencia (denuncia dirigida a D. Babut), en particular la originalidad y la importancia del estoicismo romano (denuncia dirigida a D. Babut y K. Algra). Sin duda por no haber tenido en cuenta la especificidad del contexto romano en general y del imperial en particular. Se trata, por tanto, de la reevaluación de un tema aparentemente sin incidentes en el que J. Pià Comella se embarca para hacernos sentir, mediante el examen detenido de la forma en que cada uno de los estoicos problematiza la relación de la filosofía (de hecho, la teología racional de los estoicos, y más generalmente los dogmas éticos) con la religión (natural o tradicional y ritual), la tensión que caracteriza el tratamiento propuesto por los diversos estoicos por una parte y, por otra, la importancia y la especificidad del tratamiento romano. Finalmente, y este sería otro aspecto a recordar del libro, en el cual se pretende releer las referencias religiosas y espirituales más allá de los estudios dedicados al ascetismo moral --en particular las obras de P. Hadot y M. Foucault-- para identificar, en ciertos casos, la dimensión estrictamente religiosa, insistiendo también en el papel de ciertas formas literarias - el himno, la alegoría o la cierta retórica - en la expresión estoica de lo divino.

La obra se compone de seis capítulos[1], dedicados respectivamente al estoicismo helenístico (de Zenón a Posidonio incluido el Himno a Zeus de Cleantes), Cartas a Lucilio de Séneca, Resumen de Cornuto, Sátiras de Aulo Persio, a las Disertaciones de Epicteto y, finalmente, a las Meditaciones de Marco Aurelio. En cada uno de ellos se saca a la luz una forma particular de formular la cuestión de la piedad, de problematizar la relación entre la racionalidad estoica y la religión tradicional o, para decirlo en términos romanos, entre la teología racional de un lado y, por otro, de la otra, formas naturales o civiles de teología. La obra insiste en la coherencia de la crítica radical que lleva adelante Zénon en su República con los principios teológicos y éticos del sistema estoico, al tiempo que especifica sin embargo que la denuncia de imágenes y ritos antropomórficos no contradice una forma de socialidad cívica fundada en tales prácticas desde el la renuncia a los ritos concierne sólo a la ciudad de los sabios. Por el contrario, el intento de legitimar las prácticas adivinatorias tradicionales llevadas a cabo por Posidonio conduce a una reevaluación y una modificación del significado de esta práctica para que siga siendo coherente con la doctrina estoica del destino así como con la indiferencia que 'atribuyen a eventos - un significado de adivinación que encontramos en Epicteto. El proyecto moral en el corazón de las Cartas a Lucilio lleva a Séneca a abordar la religión desde esta perspectiva tan particular y, en consecuencia, a subordinar la práctica religiosa propia de este proyecto y los ritos a la teología racional, precisando que, a diferencia de las Cuestiones naturales, Las cartas descuidan la dimensión cósmica de la piedad en favor de la relación del sujeto con su propia alma. Por el contrario, la piedad plenamente intelectual que está emergiendo no se separa del contexto romano en el que está inscrita y de los valores sociales y morales que se manifiestan en la religión romana. Finalmente, Séneca da un lugar central al progreso y es él quien, gracias a su esfuerzo, está llamado a "vivir como un dios" y conquistar aquí y ahora una forma de inmortalidad. El estudio de los mitos de Cornuto contrasta marcadamente con la crítica o la indiferencia de otros estoicos a este respecto. Contra A. A. Long y D. Dawson, J.P. Comella defiende la idea de que el Resumen ofrece una verdadera empresa alegórica, aunque de hecho diferente a la del pseudo-Heráclito. Luego trata de mostrar cómo la interpretación de los mitos tal como la lleva a cabo Cornuto -quien no está interesado en la historia sino en tal o cual imagen o episodio preciso- no es, sin embargo, contraria a la racionalidad del Pórtico, sino que intenta articular la teología estoica y religión tradicional, «razón y opinión común» (p. 264). El hecho es que la práctica alegórica, en la medida en que «va acompañada de concesiones específicas a la teología tradicional (...) no parece resolver el problema del desbordamiento de las prácticas orientales en la era neroniana» (p. 263) y más generalmente de la superstición. Es, en cierto modo, su sucesor y admirador, el poeta latino Persio, autor de las Sátiras y de un proyecto literario explícitamente al servicio de un progreso moral de la obediencia estoica, quien responde a tal pregunta asumiendo una posición explícita contra las supersticiones a favor de una racionalización de la religión. Pero J. P. Comella también insiste en la complejidad de la posición del poeta: si la crítica de la religión tradicional es radical, se hace «en nombre del mos maiorum» y la piedad interior de Persio se expresa, al menos en parte, en términos de Religión romana. Como la de un Séneca o un Persio, la piedad reivindicada por Epicteto se caracteriza por su dimensión intelectual, frente a una piedad ritual, pero también y sobre todo por su dimensión universalista, independientemente de una atención explícita al mos maiorum, sobre todo porque la religión a la que se refiere no es tanto la religión romana como una forma panhelénica de religión. Es sin duda la dimensión cósmica de su piedad lo que distingue a Epicteto de sus predecesores romanos y lo conecta con el cosmopolitismo de los estoicos griegos, y los cínicos que juegan un papel muy importante para él. La posición de Marco Aurelio, por su parte, se caracteriza por una tensión entre la piedad racional, que también subraya la dimensión cósmica, como se atestiguan la mayor parte de sus Meditaciones por un lado y, por otro lado, el gusto por lo sobrenatural que se manifiesta en su Correspondencia, el cuidado en el culto imperial y una forma de piedad más tradicional, asociada al mos maiorum, que aparece en el primer libro de sus Meditaciones. Por el contrario, es un fuerte sentimiento religioso, independientemente de las prácticas religiosas, que emerge en su pensamiento y que lleva al emperador-filósofo a hacerse pasar por imitador y continuador de la obra divina, más que como un sirviente como éste es, según él, el caso de Epicteto.

A través de este análisis, tan meticuloso como informado -y fascinante-, surge ante todo una tensión entre dos tendencias -rechazo o legitimación- con respecto a la religión tradicional, sus mitos y sus prácticas. Incluso si el análisis interno muestra que las cosas son matizadas y complejas, es posible distinguir una tendencia a la crítica radical o a una indiferencia hacia las prácticas tradicionales (Zenón, Persio, Epicteto) y una tendencia a la justificación o legitimación de las prácticas tradicionales (Posidoniuo, Cornutos, Marco Aurelio en sus Meditaciones). J. P. Comellase propone relacionar esta tensión -entre crítica y legitimación o justificación de la religión tradicional- con la ambigüedad inherente al sistema teológico estoico. En efecto, los estoicos consideran que existe una percepción ingenua y natural de lo divino que la teología racional se encargaría de explicar, lo que en cierta medida también implica su superación en una especie de racionalización. Sin embargo, concretamente, ya se trate de una propensión crítica o justificativa, el enfrentamiento entre los dogmas del Pórtico y las prácticas y expectativas tradicionales genera efectos de retroalimentación que conducen tanto a la adaptación como a la modificación del sentido dado a un práctica tradicional (se considera la adivinación como una forma de saber qué nos asigna el destino y por tanto de colaborar en nuestro destino) que a la relajación de tal o cual dogma, en el sentido de las expectativas públicas (la noción de providencia en Epicteto está formulada en los términos acordados a los que su audiencia está acostumbrada).

El elemento central de la demostración llevada a cabo por J.P. Comella, sin embargo, reside en la especificidad que le da al estoicismo romano y en la forma particular de piedad que allí emerge. En efecto, los estoicos romanos viven y piensan en un contexto particular que se caracteriza para Cornella por dos aspectos esenciales: la especificidad de la religión romana asociada con el mos maiorum y el surgimiento, con Nerón, de un culto imperial que implica la deificación de un hombre en vista de su cargo político; además, de la creciente importancia que se le da al individuo, que se refleja entre los estoicos en una especial atención al progreso. Pueden conservarse tres aspectos de una versión imperial de la piedad estoica. A excepción de los pensadores no romanos, en particular Epicteto, el mos maiorum importa y desempeña un papel importante en la forma en que los estoicos romanos problematizan la piedad. En un contexto de culto imperial, ciertos aspectos de la piedad estoica no dejan de asumir un papel crítico desde el punto de vista político, aspecto que nos pareció particularmente original en la reflexión realizada por J.P. Comella. La deificación del hombre llamado a «vivir como los dioses» aquí y ahora concierne al sabio, a las figuras morales tradicionales (Cornuto) o al progresista (Séneca), pero no al Príncipe, excepto quizás en Marco Aurelio, donde el culto de su daimon/genius es acompañado de una reflexión sobre la calidad y virtud del Príncipe. Asimismo, Comella enfatiza la importancia de una forma de libertas inherente a la piedad tanto en Cornuto como en Persio. Por último, conviene subrayar no sólo la importancia sino sobre todo el significado de la referencia al daimon entre los pensadores romanos, a la articulación entre una reflexión sobre el progreso moral y la deificación.

Finalmente, no se niega en absoluto el papel estratégico que puede jugar la religión, en Séneca o en Marco Aurelio, donde funciona como una especie de "atajo" en el ascetismo moral. J.P. Comella también muestra que no se puede subordinar sistemáticamente la referencia a la religión a la cuestión moral. Y esta es otra tesis fuerte que se defiende en el libro. Ya sea Cleantes, Cornuto, Epicteto o Marco Aurelio, existe, según Cornella, una dimensión propiamente religiosa  - hasta ahora desatendida en los estudios sobre estoicismo - que implica que esta vez nos interesemos por el género de las obras y por el estilo y retórica utilizada. Ya que como lo afirma el autor para los estoicos esta es una forma de expresar algo de lo divino que sólo es posible a través del discurso racional.

Por tanto, el trabajo de J.P. Comella resulta ser un estudio valioso por su riqueza y precisión, lo que constituye una importante contribución a los estudios estoicos contemporáneos. Lo único lamentable que se podría decir sería la falta de contextualización o situación de la investigación en nuestras propias investigaciones. Pero, como dice Cornella sobre Cornuto, este silencio puede tener ya un valor crítico en sí mismo.


Reseña: Sandrine Alexandre
Jordi Pià Comella, Une piété de la raison. Philosophie et religion dans le stoïcisme impérial. Des Lettres à Lucillius de Sénèque aux Pensées de Marc Aurèle, Turnhout, Brepols Publishers, 2014, 564 p., ISBN : 978-2-503-55435-8.
Fuente Philosophie Antique, XVII, 2017
Traducción: Yerko Isasmendi

1) Tabla de contenido.:
Introducción
Capítulo 1. Filosofía y religión de Zenón a Posidonio: ensayo de síntesis.
Introducción 
I. Teología estoica y nociones comunes
II. ¿De una religión ritualista a una religión intelectual?
III. En la encrucijada de lo filosófico y lo religioso: las nociones de adivinación, δαίμων y oración

Capítulo 2. Religión y mejoramiento moral en las cartas de Séneca a Lucilio
Introducción
I. De la piedad ritual a la piedad interior en las Cartas a Lucilio
II. Providencia interior y uso de prácticas religiosas
III. De la veneración del Dios cósmico a la veneración de la vida filosófica
IV. Adore el alma humana y el sabio

Capítulo 3. Alegoría de los mitos y teología estoica en el Compendio de Cornuto
Introducción 
I. Oscuridad y profundidad filosófica del mito
II. El mito como modo de transmisión de la piedad estoica 
III. Los intereses políticos y religiosos de la alegoría en el Abrégé 

Capítulo 4. Religión y libertas en las sátiras de Perseo
Introducción 
I. Crítica de las supersticiones, terapia de las pasiones y mos maiorum en la segunda sátira
II. Pietas et libertas politique en la quinta sátira?

Capítulo 5. “Autocuidado” y amor a Dios en Epicteto
Introducción 
I. La búsqueda de la piedad en el marco escolar de superación moral 
II. “Autocuidado” y prácticas religiosas 
III. El hombre-dios, siervo del Dios cósmico 

Capítulo 6. Marco Aurelio y la religión: ¿la piedad de un filósofo y / o un príncipe?
Introducción
I. Marco Aurelio, príncipe y eminente sacerdote de Roma
II. La piedad de un estoico y / o un Antonino 
III. ¿"Yo mediador", "yo religioso"? Religión y ascetismo moral en las Meditaciones , 

Conclusión 
Back Matter ("Bibliografía selectiva", "Índice") 

Fuente: brepolsonline.net

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