En Zazen



En resumen, hacer zazen es dejar de hacer cualquier cosa, enfrentarse a la pared y sentarse, siendo simplemente uno mismo, que es solo el Sí mismo. Mientras hacemos zazen debemos abstenernos de hacer cualquier cosa, sin embargo, siendo humanos, comenzamos a pensar; entablamos un diálogo con los pensamientos de nuestra mente. “Debería haberlo vendido esa vez; no, debería haberlo comprado", o "debería haber esperado un tiempo".

Si eres corredor de bolsa pensarás así. Si eres un joven enamorado, es posible que tu novia aparezca inevitablemente todo el tiempo. Si eres una suegra que no se lleva bien con tu nuera, pensarás solo en la esposa de tu hijo. Cualquiera que sea la situación en la que te encuentres, los pensamientos surgirán por sí solos mientras haces zazen.

Una vez que te das cuenta de que estás pensando cuando se supone que no debes hacer nada y vuelves al zazen, los pensamientos que aparecieron ante ti con tanta claridad como si fueran imágenes en la pantalla del televisor, desaparecen tan repentinamente como si hubieras apagado el televisor. Solo queda la pared frente a ti.

Por un instante ... esto es todo. Esto es zazen. Una vez más, los pensamientos surgen por sí mismos. De nuevo regresas al zazen y desaparecen. Simplemente repetimos esto; esto se llama kakusoku (conciencia de la realidad). El punto más importante es repetir este kakusoku miles de millones de veces. Así es como debemos practicar zazen.

Si practicamos de esta manera, no podemos evitar darnos cuenta de que nuestros pensamientos en realidad no son más que secreciones del cerebro. Así como nuestras glándulas salivales segregan saliva, o como nuestro estómago segrega jugos gástricos, nuestros pensamientos no son más que secreciones del cerebro.

Sin embargo, la gente no suele entender esto. Cuando pensamos "Lo odio", odiamos a la persona, olvidando que el pensamiento es meramente una secreción. El odio ocupa nuestra mente, tiranizándola. Al odiar a la persona, nos subordinamos a este tirano. Cuando amamos a alguien, también nos dejamos llevar por nuestro apego a esa persona; nos convertimos en esclavos de este amor. Al final, todos vivimos como vasallos de este señor, pensamiento. Ésta es la fuente de todos nuestros problemas.

Por ejemplo, nuestros estómagos secretan jugos gástricos para digerir los alimentos. Más no es mejor en este caso; ya que si se secreta demasiado, podemos desarrollar una úlcera o incluso cáncer de estómago.

Nuestros estómagos segregan jugos gástricos para mantenernos vivos, pero un exceso es peligroso. Hoy en día, la gente sufre de un exceso de secreciones cerebrales; y además, se dejan tiranizar por dichas secreciones. Ésta es la causa de todos nuestros errores.

En realidad, los diversos pensamientos que surgen en nuestra mente no son más que el escenario de la Vida del Ser. Este escenario existe sobre el terreno de nuestra Vida. Como dije antes, no deberíamos estar ciegos o inconscientes de este escenario.

Zazen domina una visión de todo como el escenario de la Vida del Ser. En los textos zen antiguos, esto se conoce como "honchino faku" (el escenario del suelo original).

No es el caso de que nos convertimos en la Vida universal como resultado de nuestra práctica. Todos y cada uno de nosotros recibimos y vivimos esta Vida universal. Somos uno con todo el universo, pero no lo manifestamos como el universo en el sentido real.

Dado que nuestras mentes discriminan, percibimos solo la cola de las secreciones. Cuando hacemos zazen, dejamos ir los pensamientos y luego los pensamientos desaparecen. Aquello que surge en nuestra mente desaparece. Allí se manifiesta la Vida universal.

Dogen Zenji lo llamó shojo-no-shu (práctica basada en la iluminación). La Vida universal es la iluminación. Basado en eso, practicamos ser el universo entero. Esto también se llama shusho-ichinyo (la práctica y la iluminación son una).

Todos preferiríamos la felicidad a la miseria, el paraíso al infierno, la supervivencia a la muerte inmediata. Por lo tanto, siempre estamos bifurcando la Realidad, dividiéndola en algo bueno y algo malo, algo que nos gusta y algo que no nos gusta. De manera similar, discriminamos entre satori y delirio, y nos esforzamos por alcanzar el satori.

Pero la realidad del universo está mucho más allá de esa actitud de aversión y apego. Cuando nuestra actitud es "lo que sea, donde sea", entonces manifestamos todo el universo.

En primer lugar, la actitud de intentar ganar algo es en sí misma inestable. Cuando te esfuerzas por obtener el satori, definitivamente estás engañado porque deseas escapar de un estado de engaño.

Dogen Zenji enseñó que nuestra actitud debe ser de práctica y trabajo diligente en cualquier situación. Si caemos al infierno, atravesamos el infierno; esta es la actitud más importante a tener. Si nos encontramos con la infelicidad, debemos superarla con sinceridad.

Simplemente siéntate en la Realidad de la Vida viendo el infierno y el paraíso, la miseria y la alegría, la vida y la muerte, todo con el mismo ojo. No importa cuál sea la situación, vivimos la vida del Sí mismo. Debemos sentarnos inamoviblemente sobre esa base. Esto es esencial; esto es lo que significa “volverse uno con el universo”.

Si dividimos este universo en dos, esforzándonos por alcanzar el satori y escapar del engaño, no somos todo el universo. Felicidad e infelicidad, satori y engaño, vida y muerte; verlos con el mismo ojo. En cada situación, el Sí mismo vive la vida del Sí mismo; tal yo debe hacerlo por sí mismo. Esta Vida universal es el lugar al que regresamos.


Uchiyama Kasho
Traducción: Yerko Isasmendi

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