La Idea de Dios de Seneca



En ninguna parte se encuentra más la máxima de que nada es nuevo bajo el sol que en la filosofía. Más de un gran movimiento del pensamiento no ha sido más que una repetición de un pensamiento esencialmente idéntico entre los antiguos. Un ejemplo sorprendente de esto es el cambio que ha tenido lugar en nuestro tiempo en la concepción prevaleciente entre los hombres pensantes; un cambio que puede describirse como la sustitución de lo cosmológico por lo antropomórfico de Dios, una disposición a pensar en Dios no como un mero magnificada sino como una potencia mundial poderosa y benéfica. Junto con esto ha ido otro: la transferencia del énfasis en la religión de la experiencia, una tendencia a descubrir la esencia de la religión menos en la definición de la deidad que en la actitud de uno hacia el Dios en el que se cree. Finalmente, acompañando a estos cambios, hay un nuevo interés en la conducta, una convicción de que el fin principal del hombre es tanto comprender o adorar a Dios como amarlo a él y al prójimo como a uno mismo. Precisamente las mismas tres tendencias se ven en la historia religiosa antigua. La creencia original en los vínculos del politeísmo, y su culto mediante ceremonias triviales que se consideraban más sagradas que las leyes morales, dio paso, en el período posterior del pensamiento grecorromano, a la concepción de un ser divino universal cuyo reino está en el alma humana y que exige rectitud en pensamiento y acción.


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Henry F. Burton
Seneca's Idea of God
Source: The American Journal of Theology , Jul., 1909, Vol. 13, No. 3 (Jul., 1909), The University of Chicago Press
Traducido: Yerko Isasmendi

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