Los templarios y el Tarot. Las cartas del Santo Grial



Ha llegado a mis manos el libro "Los templarios y el Tarot. Las cartas del Santo Grial" de Julio Peradejordi, autor de libros sobre simbolismo y director de Ediciones Obelisco.  Y como la mayoría de los libros sobre el Tarot cuyo título promete mucho[1],  lamentablemente no encontramos nada más que mero malabarismo ocultista.

En su Introducción cita la "hipótesis" de Dan Brown desarollada en su best-seller "El Código da Vinci", y nos hace notar que Brown apenas dedica unas líneas al Tarot, solo señalando las correspondencias «entre los 4 palos de la baraja francesa con los del Tarot y las relaciones de las espadas con lo masculino, las copas con lo femenino, las varas o bastos con el linaje real y los pentáculos u otros con la divinidad femenina». Luego nos señala que Brown en forma deliberada omite referirse a las correspondencias de «los cuatro caballeros, correspondientes a los cuatro palos, que corresponden a los cuatro senescales del Priorato, guardianes del Secreto de los Templarios»[2].

Tras esto nos lleva por un repaso a la obra de Court de Gébelin, donde se hace parte de la idea actualmente desacreditada del origen egipcio del Tarot[3], «sin embargo es cierto: este Libro Egipcio, único resto de sus soberbias Bibliotecas, existe en nuestros días ... Este libro, en una palabra, es el Juego del Tarot»[4]. Después de tal afirmación, se dedica a trazar la cadena de transmisión de este saber egipcio por medio de Moisés, ya convertido en la Cábala, a Josúe y a los 70 ancianos. Este saber nos sigue relatando Peradejordi pudo haber llegado a los Templarios a través de sus contactos en Jerusalén o a través de los Sufís; claro está en que no precisa de qué forma los Templarios lograron dicho conocimiento en Tierra Santa, ni tampoco como musulmanes miembros de cofradías pudieron tener alguna relación con el Tarot-Cábala y menos aun, alguna fuente que pueda corroborar una relación entre templarios y turuq sufis[5].

Sin hilo conductor alguno nos señala que esta Cábala - el Tarot - «así como algunas de sus doctrinas y de sus métodos reaparecerían en Europa a partir del Renacimiento en las obras de los llamados "Cabalistas Cristianos", discretos maîtres à penser de príncipes y artistas, como Leonardo da Vinci, Sandro Boticelli que nos ha dejado obras no exentas del perfume y el saber cabalístico»[6]. Lo que sorprende es que todo este cumulo de datos sea dicho sin aportar prueba seria alguna. Por ejemplo en relación al saber cabalístico de Da Vinci, como nota al pie cita de nuevo a  J. Brown con respecto a la maestría de Leonardo del Priorato de Sión, y menciona  «otros autores» para quienes también Da Vinci fue miembro de la Rosacruz. Sobre los cabalistas cristianos, decir que no existe en la obra de los principales exponentes del cabalismo cristiano ningún dato que nos permita relacionarlos con el Tarot, más allá de algunas citas en relación al sol, la luna, el amor, pero en un contexto principalmente neoplatónico.

Al llegar al ansiado capitulo "Los Templarios y El Tarot", afirma que la idea de que en el Tarot están contenidos los secretos de los Templarios no es nueva - nuevamente sin citar prueba alguna - y comienza su análisis partiendo del triunfo XIII (La Muerte), cuya ''vinculo´'' con los templarios es numerológico. Ya que el número 13 se relaciona con dos días relevantes en la historia del Temple. Peradejordi nos señala que el 13 de enero de 1.118 es la fecha que históricamente comienza del Temple y que ''22'' años antes (22 arcanos del Tarot) nueve caballeros que serían la base del futuro Temple, deciden ir a Tierra Santa a proteger a los peregrinos. La segunda fecha seria el 13 de octubre de 1.307, fecha en que los Templarios fueron detenidos en toda Francia. Además nos hace notar que la conocida divisa templaria ''non nonis Domine ....'' fue tomada del Salmo CXIII, «O SEA II3, otra vez el 13».


Luego procede a señalar que en el grabado de Alberto Durero ''El Caballero, la Muerte y el Diablo'' se agrupan a tres importantes cartas del Tarot: El Caballero, la Muerte (Arcano XIII) y el Diablo (arcano XV); y como prueba de esta relación nos menciona un detalle de dicho grabado. En la parte inferior izquierda al lado de la fecha 1.513 se puede apreciar una letra S, y tomando una idea extendida entre no pocos tarotistas con base ocultista, Peradejordi la relaciona con la letra Samej que tiene forma de escudo (ס), por tanto, alude al caballero templario.

Así que tenemos la fecha 1.513 que la divide en 1500 - 13; de donde 1500 -15 nos índica al Diablo, arcano XV, y el 13 restante lo asimila con el arcano XIII. Además nos señala que las siglas AD con las que firmaba Durero, las podemos descomponer a través de un sencillo sistema criptográfico, la ''A'' correspondería al 1 y la ''D'' correspondería al 4, dándolos así la relación con el arcano XIV, La Templanza.

Creo que con este breve repaso nos queda claro, la ''seriedad'' detrás de este libro, que se sustenta en los ya manoseados malabarismos sincréticos simbólicos; tomando elementos de todos los lados posibles para tratar de hacer calzar la hipótesis que se pretende comprobar.

Los otros arcanos analizados con la Templanza, la Estrellla, Papisa, Papa, Emperador, la Rueda de la Fortuna, Diablo, la Torre, la Luna ..., tal como ocurre con el triunfo XIII, las pruebas que permitirían relacionar entre estas cartas con el Temple son nulas.


Yerko Isasmendi


Notas

1A modo de ejemplo, puede citar: ''Les Sources souterraines de la frac-maconnerie. Mithra et le Tarot'' o Tarot y Cábala, El Tarot de los Cataros, etc
2) p. 8
4) p.14
5) La única relación que ha sido posible establecer con seriedad entre templarios y algun grupo musulmán, es con los Hashshashiín (asesinos), una rama shiîta que en tiempos de la cruzada estaba en conflicto con el poder imperante sunnita. Más allá de especulaciones, las relaciones que mantuvieron no son claras, ya que se sabe de muchos grandes maestres del temple asesinados por los Hashshashiín, por lo que algunos académicos como Bernard Lewis (Los  Asesinos: Una secta islámica radical), sostiene que tuvo que haber sido netamente militar, ante un enemigo en comun, que era el poder Abbasí.
6) p.14

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