El Vino en la literatura persa



Como el ídolo es tu cara, la adoración más alegre.
Como el vino es de tu copa, la ebriedad más alegre.
En el ser de tu amor surgió mi no ser.
Mi no ser por ser de ti, más que el ser es alegre.
Rumi

La palabra paraíso(1), es quizás uno de los más exquisitos aportes persas a nuestra concepción de la belleza. Este jardín del paraíso, ha sido el lugar predilecto por los persas desde los orígenes mismos de su historia para la contemplación de la naturaleza y de la beatitud de la vida.

Este amor a la contemplación de la belleza de los persas, ha dado pie a una de las más significativas características de la literatura persa clásica, la “visión lírica”. A través de esta, los poetas persas transfiguran la realidad contemplada. Los elementos y temas propios de la naturaleza, aquellos que precisamente es dable hallar en los jardines, están teñidos con un idealismo lírico; que transforma la mera descripción de estos, en una sinfonía de belleza y armonía, captando la esencia intima de las cosas. Siendo por ello, los jardines persas, expresiones vividas del paraíso en la tierra.

La poesía persa centra su atención en las posibilidades metafóricas de los fenómenos naturales, más que en las realidades inmediatas de estas;  razón por la cual, ha sido cuna de una gran cantidad de imágenes simbólicas; como la rosa y el ruiseñor; que de alguna manera han pasado a ser identificados como la poesía persa misma, también llamada “gul-u bulbul” (rosa y ruiseñor). En la simbología de la rosa y el ruiseñor, vemos como la rosa es la figura de la belleza autosuficiente y el ruiseñor su enamorado; que canta a raíz del desdén de su amada, por lo fugaz de su belleza y existencia.

Otros elementos simbólicos de la exuberante literatura persa son el ciprés, símbolo de  un talle esbelto, los rubíes que simbolizan los labios, los narcisos los ojos, la luna un bello rostro, el tulipán la suave piel,  el viento del oeste que simboliza el mensajero perfecto y la mariposa nocturna, símbolo de amante puro y absoluto; pues esta es atraída irresistiblemente por la llama, no solo revolotea alrededor de esta, sino que acaba por arrojarse a ella, consumiéndose enteramente y mostrando así su amor perfecto.

En esta ocasión me he querido referir a un elemento simbólico en particular, que es el vino; motivado por la fascinación que desde siempre ha ejercido en las místicas mentes persas la voluptuosidad de este, incluso antes de la época oficial del nacimiento de la literatura persa, tal como la conocemos hoy en día. Pues es a través de esta voluptuosidad del vino, por la cual la imaginación de esos poetas exquisitos, desean llegar a la muerte sonriendo, muerte en la cual, solo encontrarán delicias. 

No pretendo hacer una exposición de los distintos poetas persas y su obra, solo me limitare a entregar capullos de este jardín de las delicias, que es el alma mística persa; que de alguna manera esta íntimamente ligada a los cantos de amor de los trovadores medievales.

El Vino es el dulce olvido, el abandono dichoso en la cual la mente se diluye, como nos dice Mahammad : “…desde la aurora canta el gallo, Afina con el la lira y empieza a beber que el sol, cuyos rayos pasan por encima de las montañas, dore el vino en tu vaso. Al caer la noche, ve de tu vaso a tu lecho; al nacer el día, ve de tu lecho a tu vaso…. En esta misma línea, Omar Jayyam nos dice: “Ven, para apaciguar mi corazón, dame la solución de un último enigma, Si no, trae, para emborracharme, el botijo y el vino antes de que con mis cenizas el alfarero fabrique un botijo” y un antiguo texto mazdeista llamado Mênôk i Xrat, nos dice “si sufres, embriágate; la  embriaguez da al más pobre la ilusión de la realeza

El goce y el placer estático descansan en  el hipotónico vino, como lo descubrió Jayyam: “Toma en tu mano la copa en forma de tulipán, es un niño con tez de tulipán lo que te ofrezco. Bebe alegremente el vino, pues el cielo azul puede escaparse de repente como el viento”. Ideas parecidas son vertidas en el Mênôk i Xrat “Amigos, bebamos el vino de la mañana; la aurora tiñe de rosa el cielo y las nubes parecen rebaños de ovejas”, “Vino, amigo, bebamos vino; los tulipanes lucen collares hechos con gotas de rocío”, “Bebamos el limpio vino; el viento fresco sopla en las praderas”, “Bebamos el vino color de fuego; el césped está lleno de flores doradas”, “anoche cantaba el ruiseñor. Oh, vosotros que bebéis, él os saluda”. Minutchehr se une a este canto de goce y placer de la vida “los jardines se llenan de flores y pájaros. Es el momento de tomar el laúd y beber el vino que alegra” y “gloria al otoño, estación de vendimia, en el que se ven los caminos llenos de porteadores de cestas cargadas de uvas negras. La hoja de la viña tiene los colores del arco iris

El Vino también es el juez y la balanza de la espiritualidad de los hombres; como lo demuestra el Mênôk i Xrat: “acerca del vino, es claro que por el vino puede revelarse el carácter bueno o malo, pues cuando un hombre de carácter bueno bebe vino, es como un cáliz de oro y plata, cuanto más luz se le hecha, más puro y brillante aparece“. El gran Avicena, en la misma línea escribió “El vino es el amigo del sabio, el enemigo del borracho. Tomado a dosis pequeñas es un medicamento; a dosis excesivas es un veneno. El vino nutre el cuerpo y el alma, su color es más vivo que el de la rosa. Es amargo y útil como el consejo de un filosofo; esta permitido a las personas de espíritu, y prohibido a los imbéciles. Empuja al tonto hacia las tinieblas, y guía al sabio hacia Dios. También la religión se lo permite al sabio, y la razón se lo prohíbe al pobre de espíritu. Bebe moderadamente un buen vino; tu ser se aproximará a Dios”.

La tristeza y el pesimismo ante la fragilidad del alma humana fueron motivo de largas meditaciones, que encontraba en el vino el consuelo deseado. Jayyam otra vez nos canta; “Estamos borrados del libro de la vida, la muerte pone fin a las alegrías y los dolores; Cuida que no quede tu copa vacía; piensa que el bebedor se convierte en polvo”, “¡Oh! que pronto nos arrastra la caravana de la vida … el momento del júbilo parte antes de lo esperado; por eso no quiero pensar en las angustias que me esperan mañana … ¡que sirvan vino! La noche se va pronto, gocemos del presente”. Minutchehr reafirma estas ideas “Oh, vino, que has arrancado para siempre jamás la tristeza de mi corazón, yo te entrego para siempre jamás mi alma con mi cuerpo

La voluptuosidad, el deseo y el amor simbolizados en el rojo del vino elevaron el alma del solitario Jayyam en varios de sus cuartetos “El amor debe estar sin cesar ebrio y loco, lleno siempre de demencia y audacia. Pues cuando se está en ayunas sólo hay inquietudes, cuando se está ebrio, llega lo que debe llegar” y Minutchehr nos dice “ entonces los enamorados irán en medio de las rosas y beberán el vino puro del amor de las bellas semejantes a las hadas”, “Oh, amiga de mi amante corazón, trae vino y apriétame contra tu seno, y vivamos alegremente durante esta primavera llena de música y flores” 

La vida post mortem y la resurrección eran manifestaciones que encontraban su cauce en el rojo vino, como bien lo cantaba Jayyam  : “Cuando haya muerto lavad mi esqueleto con vino. Y sobre mi tumba en lugar de rezos entonad canciones, Y si me buscáis en el último juicio. Me hallaréis en el polvo delante de la taberna”, “Si me postro a los pies del ángel de la muerte como un pájaro desplumado para expiar mi vida, fabricad una botella de vino con mis cenizas y quizás el espíritu de la uva me despertará” y Minutchehr nos canta : “Oh, amigos míos, cuando mi cuerpo esté sin vida, lavadlo con un buen vino tinto, envolvedlo en hojas de viña y enterradlo en la tierra, al pie de unas cepas bien cargadas de uvas, ya que no existe mejor morada para esperar el día del juicio final”.

El gran poeta persa Hafiz nos dice en sus odas ” esparce el vino por el altar; el sacrificador te invita allí y el que conduce  conoce bien toda la ruta …vacío mi copa a la eternidad de tu vida, mi copa llena en el festín del primero de los reyes … Oh, copero, cántanos tus estribillos más alegres y no busques los vanos misterios, nadie los penetrara jamás …Oh, Sufí, ven a admirar en la copa de cristal el vino color de rubí …vacía una copa en la mesa de la vida y márchate. Sólo un instante verás a Dios …el hombre ebrio de copas de vino sólo puede pretender explicar los misterios, los sacerdotes no lo pretenden … dame una copa llena de vino, que me ayudarás a representar la comedia de la vida”.

Nizâmì por su parte, utiliza la imagen del vino para representar el abandono del amor de los jóvenes enamorados: “había venido un copero y había llenado sus copas hasta el borde. Ellos bebieron lo que este les había servido. Eran niños y no se daban cuenta de lo que bebían; no es extraño que se embriagarán. Ciertamente, el que se embriaga por primera vez, lo hace profundamente, y pesadamente cae en que no ha caído nunca antes … Juntos, habían aspirado el perfume de una flor, de nombre desconocido, de magia poderosa. Nadie se había dado cuenta todavía, de modo que siguieron bebiendo de aquel vino y aspirando el suave perfume. Bebían de día y soñaban por la noche; y cuanto más bebían, más inmersos quedaban el uno en el otro. Se volvieron ciegos y sordos a la escuela y el mundo. Se habían encontrado el uno al otro


Yerko Isasmendi ®




Notas

1) La palabra “pairi” ó “peri-daeza”, en su sentido original designa más bien, un “jardín cerrado ó recinto” y no el Jardín del Edén al que solemos asociar dicho término. El término paraíso deriva de la palabra griega paradeisos.

No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.