Las ciencias de las letras (ʿIlm al-Hurûf), Álgebra Mística - (Parte II)



Enseñó a Adán los nombres de todos los seres y presentó éstos a los ángeles diciendo: "Informadme de los nombres de éstos, si es verdad lo que decís".  (2:31)

Esta segunda entrada se titula “Álgebra Mística”, debido a que analizaremos la “estructura y relaciones” de las letras; lo que conlleva a la formación de las palabras y las significancias que emanan de estas(1). Pues no debemos olvidar, que la ciencia de la cual aquí tratamos, no solo se centra en la interpretación y contemplación de las letras en su sentido oculto, sino también en su sentido y forma literal; como vía de acceso al conocimiento de las realidades espirituales. 

Pero antes, para poder tener una idea de esta “álgebra” de las letras, debemos dar un rápido vistazo al sistema alfanumérico de la alfabeto árabe, el cual esta compuesto de 28 letras, las cuales son agrupadas de diversas formas, dependiendo de la perspectiva desde la cual se las aborde. En este caso será en base al valor numérico y por ende, simbólico de estas. 

El sistema más conocido y a la vez el más simple es el abyad(2), que consiste en emplear el orden alfanumérico para numerar y ordenar; el cual se compone de las cuatro primeras letras del alifato -las vocales no se cuentan- por orden de equivalencia numérica: Alif=1 ; b = 2 ; y= 3 ; d = 4 ; h = 5; w = 6 ; z = 7; h = 8; t = 9; y = 10; k = 20; i = 30, m = 40; n = 50; s = 60; ´ (´ayn)= 70; f= 80; s = 90; q 100; r = 200 = 300; t = 400; t = 500 ; j = 600; d = 700; d = 800; z = 900; g= 1000.

Existen a su vez, 4 cuatro modalidades dentro del sistema abyad; las cuales son:

  • Abyad Simple: consiste en sumar los valores asignados a cada letra.
  • Abyad Menor: partiendo del abyad simple, a los valores sobre 12 se le resta el valor doce; por ejemplo, si tomamos la letra K cuyo valor es 20, en la modalidad Abyad menor nos da un valor de 8. 
  • Abyad Grande: se toma como base el valor del “nombre de cada letra” del abyad simple, por ejemplo, la h tiene un valor igual a 5; la cual en árabe es Hâ, lo que nos da H (5) + Alif (1) = 6.
  • Abyad Mayor: consiste en sumar los distintos valores que componen el “nombre del valor” de cada letra del abyad simple, por ejemplo, la h tiene un valor 5,  el cual se escribe en árabe como jamsah= j (600) + m (40) + s (60) + h (5) = 705.


Un ejemplo de la aplicación del Abyad, sería por ejemplo, el tomar la letra alif, cuyo valor, según el abyad grande es de 1 + 30 + 80 = 111, resultado que es idéntico a la de la palabra qutb, el polo 100 + 9 +2= 111. 

No debemos olvidar, como bien lo señala el profesor Pablo Beneito Arias: “el árabe es considerado en tanto que lengua de la revelación coránica, lo cual le confiere un carácter especial como soporte de contemplación. En cualquier caso, la significación de los valores simbólicos tiene, para los sufíes, carácter providencial. El abyad no es sólo un método para cifrar nombres o fechas, sino también un procedimiento hermenéutico por medio del cual, según tal criterio, pueden contemplarse en los textos las luces de significados insospechados”(3).

Sobre este mismo aspecto, Rene Guenon, al referirse al término sûfî comenta: “En cuando a las etimologías de las palabras, no son en el fondo más que similitudes fonéticas, que, por lo demás, según las leyes de un cierto simbolismo, corresponden efectivamente a relaciones entre diversas ideas que vienen a agruparse así más o menos accesoriamente alrededor del término en cuestión; pero aquí, siendo dado el carácter de la lengua árabe (carácter que le es por otra parte común con la lengua hebraica), el sentido primero y fundamental debe ser dado por los números; y, de hecho, lo que hay de particularmente sobresaliente, es que por la adición de los valores numéricos de las letras de las que  está formada, la palabra sûfî tiene el mismo número que El-Hekmah el-ilahiyah, es decir, «la Sabiduría Divina». El sûfî verdadero es pues el que posee esa Sabiduría, o, en otros términos, es el-ârif bi’ Llah, es decir, «el que conoce por Dios», ya que Él no puede ser conocido más que por Él mismo; y es éste efectivamente el grado supremo y «total» en el conocimiento de la haqîqah”(4).

Por otra parte, si analizamos el alfabeto árabe, y lo desglosamos en vocales y letras, vemos como las vocales a su vez, pueden ser desglosadas en vocales cortas (hara´kât) y vocales largas (hurûfe-Maddah), en donde la palabra árabe para vocal significa “movimiento”; lo que nos desvela un profundo simbolismo al constatar que las letras son denominadas “en descanso” (sâkin) y que al tener un signo vocal son llamadas movidas (mutaharrik); es por ende, que a través de las vocales la pasividad se convierte en actividad, reflejo del paso de la Unidad a la Multiplicidad, proceso que se hará presente a través de las vocales largas, las cuales son Alif, Wâw y Yâ, también llamadas letras de Dios (Hurfu al-illah), de las cuales son las más exaltadas de las letras (´ayal al-hurûf) para Ibn Masarra(5); las cuales contienen las vocales que dan movimiento, las hara´kât (fatha, damma y Kasra).

Como veremos más adelante la alif, es el origen de todas las letras, símbolo de la Unidad, es el alma intelectiva, principio de la articulación del lenguaje (al-quwwa al-nâtiqa), la cual comprende la razón (aql‘), la memoria (dikr), la comprensión (fahm), la reflexión (fikr) y la imaginación (tajyîl); facultades todas inteligibles e internas, Wâw en cambio designa la fuerza vital, el alma animal que se eleva (raf´), primera manifestación sensible que comprende las facultades de visual (al-bâsira), la auditiva (al-sâmi‘a), la olfativa (al-šâmma), la gustativa (al-dâ ’iqa), el tacto (al-lâmisa), la irascibilidad (al-gadabiyya) y la fuerza motriz (al-muharrika). Y por último Yâ, es la fuerza natural, que desciende (jafd), el alma vegetativa, que comprende la facultad respiratoria (nâšiqa), la facultad prensil (mâsika), la fuerza impulsora (dâfi‘a), la facultad partitiva (qâsima), la facultad traslativa (‘âdiyya), la facultad formadora (muπsawwira) y la facultad engendradora (muwallida).


Tâ, Sîn. Estas son las aleyas del Corân, el libre lúcido” (27:1)

En el sistema de Al-Tustarî(6); estas letras de Dios, despliegan su poder creativo a través de cuatro principios (calor, el frío, la sequedad y la humedad), que unidas a las 7 fuerzas naturales en descenso contenidas en la Yâ, emanan 28 formas espirituales (suwar rûhâniyya), las cuales corresponde a las 28 letras del alfabeto. De estas 14 son naturales (tabî‘iyya) y las otras catorce anímicas (nafsâniyya); las letras luminosas – solares - (nûriyya)(7) y las oscuras – lunares - (muqqatta´).

Las letras luminosas, es un tema que ha dado pie a miles de estudios y comentarios, estas aparecen al principio de 29 suras del Corân. Su peculiaridad es que, en apariencia están aisladas entre si y no es posible extraer ningún significado aparente de ellas; pero es innegable que estas encierran una profunda relación con el texto Corânico. Estas letras en total suman 14, número que es exactamente la mitad del alfabeto árabe. El primer Imâm del shî´´ismo y polo al cual se remontan casi la totalidad de las cofradías sûfîes, ´Alî ibn Abî Tâlib dijo: “Todo libro tiene un sûmmum y el sûmmum de este libro – El Corân – son las las letras abreviadas”. Con respecto a las primeras letras luminosas que aparecen en el Corân, el VI Imâm shî´ita As-Sadiq(8), manifestó: “Âlif, Lâm, Mîm son de entre las letras del Exaltado Nombre Divino, que en el Corân se encuentran separadas y aisladas, y con las cuales están familiarizados el Profeta y los imames, y cuando invocan a Dios con las mismas, su súplica es respondida”.

A pesar que su significado solo es conocido por el profeta del Islam (en el caso del shî´ismo también por los imâmes), las letras luminosas han sido objeto de meditación por siglos en los medios sûfîes; los cuales relacionan estas letras aisladas con el lenguaje primigenio, pues ellas serían el fundamento mismo de la primera creación; la expresión primordial por la cual, lo no manifestado fue relevado a la existencia. Es por esto, que son a menudo asociadas con los atributos divinos y los 99 Nombres de Dios.

Y no conoce su interpretación sino Dios ..” (3:7)

Antes de hacer algunas consideraciones sobre el Corân, debemos señalar una última agrupación de letras, la cual es importante por su significancia y simbolismo, además de por su posible origen, el cual, según algunos estudiosos como  Pierre Lory se remontan hasta Adân(9). Son las 9 letras de luz, de la cuales las demás reciben su belleza y esplendor; siendo estas manifestadas a través de los 7 cielos, el Cascabel y el Trono, en palabras de Ibn Masarra. Al-Tustarî al respecto dijo: “Las más nobles de entre todas las letras misteriosas (al-hurûf al-mu‘yâma) son las nueve  letras de cuya luz se revisten las otras letras mu‘yâma, que son las siguientes: alif lâm râ hâ’ qâf lâm mîm nûn sâd. Los cuerpos manifiestos —los siete cielos, el Escabel y el Trono— las significan e indican su nobleza y elevación. Y éstas son las siete entidades corpóreas (muyâssamât) a las que alude Dios —enaltecido sea— en el Corán

El soporte sobre el que descansa esta mística de las letras, es el Corân, pues es en el, donde se señala la existencia de signos en el Universo, a los que el hombre esta llamado a reflexionar sobre ellos, como vía de alcanzar el conocimiento de Dios. Esta vía de conocimiento, que es la reflexión centrada en los signos de la naturaleza que revelan la Unicidad Divina, según lo enseñado por Ibn Masarra y prefigurada con maestría por Ibn Tufayl(10), en su personaje de Hayy Ibn Yaqzan; el cual llega a vislumbrar la Verdad Suprema (al-haqq al-aqsâ), a través de los signos de Dios; como nos dice el Corân: “Pronto les mostraremos Nuestras señales en el horizonte y en ellos mismos, hasta que sea evidente para ellos que Él es la Verdad” (41:53)

En palabras de la Profesora Pilar Garrido: “El Corán suministra a los hombres una ciencia unificada. Pero esta visión unitiva incorpora a la vez una visión distintiva, la cual permite defender el carácter increado de la Palabra divina y el carácter creado de las letras, a partir de lo cual tienen lugar estas consideraciones sobre las letras iniciales (fawâtih) del Corán -también llamadas luminosas (nûriyya) o aisladas (muqatta‘)-, así como la afirmación de que el Universo es un Libro cuyas letras constituyen o «transcriben» la Palabra divina”(11).

Volviendo al soporte de esta hermenéutica mística que es el Corân, el imâm ´Alî  dijo: “El conocimiento no es más que un punto”, el cual hace alusión al dicho del profeta Muhammad citado en la entrada ITodo lo que esta en los Libros revelados está en el Corân y todo lo que esta en el Corân esta en la Fâtiha(12),todo lo que está en la Fâtiha está en Bismi-Llâhi-l-Rahmâni-l-Rahîm(13y todo lo que está en Bismi-Llâhi-l-Rahmâni-l-Rahîm esta en la Bâ´, que a su vez está contenida en el punto que esta bajo ella”. 

El shaij Al-´Alawi(14) se refiere a este punto como: “… entiendo por Ello el Secreto de la Esencia, llamado Unidad de la Percepción (Wahdat al.Shuhûd) …”(15), mientras que para ‘Abd al-Karîm al-Yilî, el punto representa la Divinidad en todos sus aspectos; la potencialidad del acto creador no manifestado, que se hace manifiesta a través de “alif”, revelando en las formas de las letras; el tesoro oculto que estaba velado, como fue señalado en un hadiz qudsi(16): “Yo era un Tesoro Oculto y deseé ser conocido, y así, creé el mundo”. Pues en el punto no hay ni separación ni unión, ni antes ni después, ni anchura ni longitud.

Este “punto” es el soporte, la base de la letra “b” (bâ), la cual, al ser la segunda letra del alfabeto árabe simboliza la dualidad, la manifestación última, de la cual vienen el resto de las letras, palabras, frases, ideas; como caídas de una cascada jerárquica de la manifestación, en palabras de Rene Guenon: “Allah creó el mundo, no por el alif que es la primera de las letras, sino por el ba que es la segunda; y, en efecto, aunque la unidad sea necesariamente el principio primero de la manifestación, es la dualidad que ésta presupone inmediatamente, y entre los dos términos de la cual será producida, como entre los dos polos complementarios de esta manifestación, figurados por las dos extremidades del ba, toda la multiplicidad indefinida de las existencia contingentes. Es pues el ba el que es propiamente el origen de la creación, y ésta se cumple por él y en él, es decir, que es a la vez el «medio» y el «lugar» de la misma”. 

Pero no olvidemos que la primera manifestación del Punto, su primera apariencia definible, es la “Alif”, que es la Unidad, la Inmutabilidad, pues no posee descenso (jafd) ni ascenso (raf´), letra solitaria e inalterable, que no sufre modificación alguna en su forma, de donde todo emana, pues ella prefigura y contiene la totalidad de las letras. Es interesantes la imagen que el shaij Al-´Alawi construye: “Debes saber, además, que la aparición del Alif fuera del Punto no estuvo sometida a una causa, sino que fue la sobreabundancia misma del Punto”. Potente imagen que contiene el simbolismo de la emanación del ser, de la manifestación de la esencia divina, como punto de inicio de la multiplicidad, al ser el Alif formado de la unión de dos puntos. Y es a partir de esta primera emanación, que la creación toda se manifiesta, por lo cual podemos decir con propiedad que “todo es alif”, pues ella contiene todas las letras, que como hemos vistos son los símbolos de los atributos divinos.

De la unión de alif con bâ, - que es la primera forma a través de la cual se manifestó alif -, en las cuales están simbolizados los principios activos y pasivos; se cimienta todo el Corân.

En la entrada I, ya nos referimos al Ta´wîl, como el medio que nos “reconduce” y “devuelve” el sentido verdadero (haqîqah) texto Corânico; a través de la transmutación de los significados aparentes, relevando el mensaje interior (gayb), que es su misterio (sirr) destinado a los corazones de los creyentes(17). En este sentido podemos hablar de signos (a´yât) más que de letras, las cuales son un reflejo de las manifestaciones del Uno a través de sus atributos, los cuales están contenidos en los nombres más bellos de Dios; en base a estos 99 nombres, es sobre la cual se establece un símil de los distintos grados del ser, siendo las letras luminosas sus símbolos.; estableciéndose por ende, una correspondencia entre el microcosmo y el macrocosmo, en el cual, el primero es una resonancia.

Para el maestro sûfî Al-Tustarî, las letras que componen los nombres de Dios (Al Asma Ul Husna), más que letras, son principios creacionales (al-habâ´)(18), pues son la materia de la cual, surge la creación toda; pues Dios crea, a través de la palabra “¡sé!” (kun). Vemos que estamos ante una ciencia de la Escritura de la creación (kitâ b al-majlûq). Son estos Nombres de Dios las formas primeras y elementales que conforman el sentido oculto de las cosas y los nombres que el Corán esclarece para aquellos que lo saben escrutar.

Es en base a esto, que el recuerdo (dirk) de los nombres de Dios, esta establecido en algunas cofradías sûfîes, en el valor numérico de estos, así, si descomponemos por ejemplo, el nombre de Dios, Râhim – Misericordioso - 200+8+10+49 debería ser repetido 257 veces. Además en base a este número, podemos proceder a una serie de operaciones, de las cuales solo citare a modo de ejemplo, la suma a través del abyad simple de los valores del total (2+5+7=14), lo cual nos da = 14, y si realizamos la misma operación con Rahmâni-l – Clemente - 200+8+40+1+50+30=329 y si sumamos de nuevo los valores del total (3+2+9=14); en donde en los dos primeros nombres de Dios, están contenidas todas los atributos de Dios, pues ellos comprenden las 28 letras del alfabeto; de donde desprendemos que toda la creación se sustenta y basa en la clemencia y la misericordia, pues ellas contiene el acto creador. 



Yerko Isasmendi 





Notas

1) Con miras a una mayor comprensión de este capitulo, recomendamos tener algunos conocimientos básicos de la lengua árabe.
2) Abyad (también abjad) es un sistema de escritura donde sólo hay símbolos para los fonemas consonánticos, llamado a veces por ello consonantario o alfabeto consonántico. El origen de este término está en una palabra sin sentido utilizada como secuencia mnemotécnica para aprender el orden de las letras del alfabeto árabe, pero aquí se trata del orden antiguo que se empleaba antes de que las letras fuesen reorganizadas y agrupadas según su aspecto gráfico.
3) Los Nombres de Dios en la obra de Muhyî-l-Dîn Ibn Al-´Arabî; Universidad Complutense de Madrid, 1996.
4) Apercepciones sobre el Esoterismo Islámico y el Taoísmo.
5) Muhammad ibn Abd Allah ibn Masarra; filósofo y místico  hispanoárabe que hizo vida eremítica con sus discípulos. Su pensamiento es conocido gracias a las citas de Ibn Arabí y de Ibn Hazm.
5) Famoso sufí iraquí que marcó los desarrollos posteriores del la hermenéutica sufí del Corán, y que influyó en autores posteriores, como la escuela salimiyya -cuyo principal representante será Abu Talib Al-Makki (m. 998), autor del 'Qut al-Qulub', 'El alimento de los corazones', uno de los tratados sufíes más antiguos- o el más famoso de los sufíes de las primeras generaciones al-Yunayd (m. 910). Al-Yunayd, juntos con otros sufíes de la llamada Escuela de Bagdad —como Abu Yazid al-Bistami, Abu Hasan al-Nuri y otros— son los que comienzan a desarrollar unos elementos y un lenguaje técnico diferenciado.
6) Las letras iniciales del Corán (fawâtih) 
7) Las tradiciones hacen  remontar la Ciencia de las Letras al Vi imâm Shî´ita, Ya´far Al-Sadiq.
8) Abu Bakr Muhammad ibn Abd al-Malik ibn Muhammad ibn Tufail al-Qaisi al-Andalusi, también conocido como Aben Thofail, Abentofail, Ibn Tufayl o Ibn Tufail; fue médico, filósofo, matemático y poeta andalusí, contemporáneo de Averroes, y discípulo de Avempace.
10) El Tratado de las letras de Sahl Al-Tustarî
11) El primer capitulo del Corân, cuya traducción es la “Apertura”, en el cual, se resume la creencia islámica.
12) La importancia de esta frase, queda reflejada que en todas las suras del Corân –a excepción de la Sura At-Taubah- comienzan con el Bismi-Llâhi-l-Rahmâni-l-Rahîm
13) Abu-l-'Abbas Ahmad ibn Mustafa al-Alawi (o 'Aliwa). Sufí argelino nacido en Mustaganem en 1869 y fallecido en esa misma ciudad en 1933.
14) El Libro del Prototipo Único que indica la vía de la realización perfecta de la Unidad considerando lo que significa el envolvimiento de las Escrituras Celestiales en el Punto de la Basmala1
15) Famoso sheij sufi, quién fuera el fundador de la primera tariqa la Qúdiriyya (1166).
16) En todo caso el Hadiz Qudsi es el relato de lo que Dios dijo aunque no necesariamente en Sus palabras. La divina autoridad en el contexto del hadiz qudsi, le otorga a este grupo de Hadices un carácter espiritual y significativo tanto para los musulmanes y no musulmanes por igual. Para un estudio más profundo del hadiz qudsi existen varios volúmenes disponibles para los diversos estudiosos. Nosotros les brindamos unos cuantos Hadices qudsi, simplemente para que disfrute de la belleza de estas narraciones.
17) En este módulo usaremos el término “creyente” (mu´min) no en el sentido usual del término, sino como designado a aquellos musulmanes en los cuales, el mensaje corânico se ha calado en sus corazones.
18) Polvo primordial

1 comentario:

  1. assalam walaikm wa rahamatulahi, ahlam wa ah salam, estoy buscando una referencia mistica, que una ves leei, aleph es a buey como alifa, es a como bath es a viaje cono ba es a? si pudieran ayudar en eso se los agradecería mucho

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